Capitulo 2: Al fin en casa

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Llegamos a casa una hora y cincuenta minutos después. Vi la hora en mi celular y ella eran las 8:30 pm. De mi mente no salieron los ojos de aquel muchacho, tampoco su hermosa cara. No pude abstenerme de pensar en su familia, en sus amigos y tal vez en alguna novia, porque realmente dudo que no tuviera. ¿Qué habrán sentido al oír la noticia? ¿Cómo estarán los otros chicos?, pero en fin, tal vez nunca lo sepa.

El señor del taxi, el cual ahora sabía que su nombre era Albert, nos dejó frente al edificio que a partir de hoy sería nuestro nuevo hogar. También nos dio su número para que lo contactáramos para futuras ocasiones. El edificio era completamente blanco, sus puertas eran de cristal. Y era algo alto, unos 15 pisos tal vez. Un césped muy verde se extendía desde la entrada hasta el inicio de la puerta y dos árboles muy lindos se encontraban en las esquinas.

Tomamos nuestras maletas y entramos. Papá habló unos segundos con la recepcionista y ella le entregó unas llaves. Supongo que serán las llaves del estacionamiento, ¿quien sabe?. La cosa es que no sabría para que llaves para estacionar un auto, si no tenemos uno. Él volteó hacía nosotras y nos indicó que lo siguiéramos. Comenzó a caminar al elevador y se detuvo frente a él. Segundos después nosotras lo alcanzamos. Esperamos a que las puertas se abrieran y subimos. Papá marco el piso nueve, que era el piso donde nos quedaríamos. Cuando llegamos salí yo primero, agarré mi maleta, le quité las llaves a papá y comenzamos a caminar por el pasillo, había unas ocho puertas. Busque la nuestra que era la número cinco. Abrí el cerrojo y entré, los demás vinieron detrás de mí, dejé la maleta en medio de la sala y encendí la luz. Observé todo a mi alrededor; habían sólo dos muebles, uno frente a otro, hechos de semi- cuero, de color negro, un gran ventanal que daba hacia el jardín y un cuadro de frutas muy hermoso, me senté en uno de los sofás, descansando mi cabeza en el espaldar del mueble.

Mamá acostó a Denisse a mi lado y fue a la cocina, papá se quedó atrás y cerró la puerta.

-Allen, puedes escoger tu cuarto-Dijo papá, yo sabía que sólo quería que me levantara del sofá para poder sentarse, cosa que me parece estúpida, ya que había otro justo en frente, pero así era papá.

Luego dice que la floja es uno.

-¿De verdad?-Dije emocionada.

-Sí, ahora levántate.

-Está bien- Me levanté caminé hacía el pasillo que se encontraba al lado izquierdo, este contaba con cinco puertas.

Entre a la primera, era un baño, sus paredes eran de cerámica azul, y bueno, tenía lo que un baño normal debía de tener.

Salí y entré a la segunda, era grande y cama matrimonial. No la ví mucho, era muy rara y no me gustó.

La última puerta. Pensé, debido a que siempre me han gustado las ultimas puertas de las casas, dan un aire de misterio.

Entré a esa habitación y era perfecta para mi. Las paredes estaban pintadas de color rojo, tenía una cama de una plaza, un pequeño espejo y un baño. Este será mi cuarto. De un momento a otro mi cara comenzó a picar, me acerqué al espejo para ver que tenía. En mi mejilla izquierda había un enorme rosetón,¿que les puedo decir?, siempre he tenido sangre para los mosquitos. Sentí algo detrás de mi, desenfoqué la mirada del rosetón y vi hacia la puerta del baño y me pareció ver algo oscuro en ella, como una sombra, me asusté, Joder apenas acabo de llegar y ya me estoy asustando por tonterías. Parpadeé y volví a mirar, no había nada.

Bah, seguro es mi imaginación.

Me lancé en la cama y quedé boca abajo, que cómoda era. Sentí un sueño tremendo y mis ojos comenzaron a cerrarse poco a poco.

Estaba a punto de quedarme dormida, pero un fuerte ruido proveniente del baño me sobresaltó. Caminé lentamente hasta allí y abrí la puerta, no había nada. Miré hacia los lados y vi una sombra detrás de la cortina, mis brazos se pusieron como piel de gallina, y sentí un escalofrió parecido al de hace unas horas. Mi corazón se a aceleró. Me acerqué lentamente hacia la cortina con los nervios de punta, la levanté de un jalón y nada. Decidí no tomarle mucha importancia al asunto. Me froté un poco la piel para tratar de quitar el escalofrió y salí mandada hasta la sala. De vez en cuanto suelo ser miedosa, sólo de vez en cuando, no se emocionen. Papá estaba en el sillón hablando con el señor del camión de mudanzas que todavía no llegaba con nuestras cosas. Denisse, bueno, ella seguía dormida, ¿no les digo yo que duerme como un tronco?

Papá terminó de hablar, mejor dicho, de pelear con el señor y volvió a sentarse.

-Papá ¿Dónde se ha metido mamá?- Pregunté sentándome en una silla que estaba al frente.

-Sigue admirando la cocina- Dijo con frustración, mientras recostaba su cabeza en el espaldar del mueble.

Mamá ama con su vida cocinar, se la pasa metida en la cocina tratando de recrear platos. Aunque casi nunca que les quedaban igual. Que le guste cocinar no significa que lo haga bien, pero todos odiamos decepcionar o hacer sentir mal a mamá, así que le decimos que la comida le queda exquisita.

Fui a la cocina, y si,ahí estaba ella, admirando la gran mesa de mármol. Poco le faltó para besarla. Reí silenciosamente.

-Ma, tengo hambre- Dije parándome a su lado.

- Acabo de pedir una pizza, espera un poco-Dijo poniendo su celular en la mesa.

-Bueno- Me senté en una silla y saqué mi celular, abrí Piano Tiles, tenía una pequeña gran obsesión por ese juego.

-Por cierto mamá ¿Cuándo comienzo las clases?-Dije apartando la vista de mi juego.

-Mañana- Dijo sentándose a mi lado.

-¡¿Qué?¡- Grite, ella me miró mal.

-Baja la voz-Dijo ella.

-Lo siento, pero es que mamá. No quiero ir- Hice puchero.

-Tienes que ir, además, harás nuevos amigos- Dijo sonriendo.

-Sabes que soy muy mala para hacer amigos- Dije frunciendo el ceño.

-Porque no haces el esfuerzo- Afirmó. La verdad es que, en el colegio soy la persona más tímida del planeta, no hablo con nadie, y me sonrojo por todo, en casa es otro cuento. Creo que también se debe a que, casi todas las personas me caen mal, y no suelo confiar rápido. Sé que es un gran problema, pero es algo que no puedo evitar.

-Igual, no quiero ir- Dije saliendo de la cocina.

Papá seguía ahí tiradote en el mueble. No tenía nada que hacer. No conozco a nadie, la pulga está dormida y ni siquiera puedo desempacar mis cosas porque el gavetero esta en el camión.

Bueno, al menos tengo mi ropa. Agarré mi maleta y la llevé a mi habitación. La subí a la cama, la abrí, sólo a la mitad porque el cierre que había quedado trabado, lo jalé con todas mi fuerzas, mis dedos ya estaban rojos, intenté por ultima vez y al fin cedió. Rebusqué en ella y saqué el único libro que había traído en la maleta, Ana vestida en sangre se llamaba, aún no lo he comenzado a leer, pero tiene buena pinta. Abrí la tapa del libro y comencé con mi lectura. Luego de un rato todo se volvió negro.








***

Hello

From the other side (mal ingles On)

¿Cómo están?

Sólo quería saber.

¿Qué les está pareciendo mi novela?

^-^

Mi amigo el fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora