La pelirroja se levantó y caminó lejos de mí.
Se detuvo en la entrada de la cueva mirando hacia un lugar más allá de este mundo.
No volteó a mirarme, pero su silencio decía muchas cosas.
La miré con tristeza.
—Lo siento, Juliet —dije—, no recuerdo nada de eso.
Ella miraba hacia otro lado, mostrándome solo su nuca, no pude mirar su expresión, solo su cabellera rojiza y brillante se posaban frente a mí.
—Lo lamento mucho —dije—, No recuerdo nada de eso.
Ella seguía callada.
Me levanté suavemente, viendo hacia su dirección.
—Para mí, es como si eso nunca hubiera pasado —dije.
La pelirroja siguió mirando la entrada de la cueva sin proferir ni un suspiro.
Mi mente está llena de incertidumbre.
Vi como la cabeza de la pelirroja miraba hacia el suelo, escuché de sus labios exhalar una pequeña carcajada.
Escuché unas risitas provenir de ella.
Mi corazón se calma al ver su silueta flotar frente a mí.
Ella niega con la cabeza, sin voltear a mirarme.
Luego se gira con una sonrisa tan radiante que, de alguna manera, espanta mis miedos.
—No importa, Lechuza —dijo la pelirroja—, la verdad que todo eso no es más que una tontería.
Mi cara estaba llena de amargura.
—Lechuza —susurró ella—, entiende, eso ya no me importa, lo único que me hace feliz es que tú estés aquí, conmigo.
Alcé mi mirada con muchas dudas en mi corazón,
—¿Dices que eres una diosa? —susurré—, ¿dices que puedes hacer milagros?, ¿que eres la reina de un mundo de fantasía?
La pelirroja arrojó de su cara una sonrisa tan hermosa que me daban ganas de llorar, luego negó suavemente con la cabeza.
—Cualquiera puede ser un dios si usa su imaginación —dijo ella—, incluso tú, Lechuza, tú eres un dios durmiente, más poderoso y más valioso que de lo que yo hubiera esperado ser jamás.
Las palabras que salían de los labios de esa chica me llenaban de remordimiento.
La pelirroja caminó hacia mi y se posó tan cerca que su rostro cubría toda mi visión.
...Aquel dulce rostro rojizo.
—Ven, te lo demostraré —dijo ella.
Tapó mis ojos con sus manos, acariciaba mis mejillas con una suavidad similar al del viento.
—Cierra los ojos e imagina un mundo mejor que este, un lugar para nosotros dos, un lugar solo para nosotros —susurró ella.
Le hice caso, pero no pude imaginar nada, no pude recordar nada.
—Lo siento —dije con desesperación en mis palabras—, no puedo imaginar algo así.
Mantuve los ojos cerrados hasta que ella me levantó la mirada tomando mis mejillas, mis ojos se abren ante su brillante mirada.
—Mírame, Lechuza —dijo ella mientras sostenía mi mirada—, imagina un mundo mejor.
Al mirar sus ojos algo vino a mi mente, un lugar que me daba paz.
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La Chica de la Carretera
Phiêu lưuY si crearas otro mundo? Y si pudieras escapar a él? Y si hubiera un mundo mejor? Me llevarías contigo?