¿Aquí?

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"¡Callate! ¡Solo callate!...- Esas fueron las últimas palabras de la pequeña Mary Louis, acto seguido sus dedos presionaron el gatillo y...."

-¡Ya esta lista la cena!- Exclamó la madre de Daniel con gran apuro. -¡Vamos, vamos! Que ha llegado tu padre a cenar con la familia.

-Si, ya voy...- Respondió al cerrar su ordenador.

Al bajar, vio a su padre sentado en la mesa y paso de el sin decir nada.

-Daniel, saluda a tu padre- Comentó su madre de forma apurada. -¿No ves que se ha tomado un tiempo para estar con su familia?

-Ah... Hola, padre.

-Hola, hijo, tenia tiempo sin verte. Te echaba de menos.

-¿En serio? Creí que lo único que te importaba eran tus negocios además...

-¡Ya, ya, ya!- Interrumpió su madre -Son pocas las veces en donde estamos juntos & no quiero escuchar sus reclamos.

Los tres se sentaron con la comida ya en la mesa, no había más que el sonido de las manecillas del reloj marcando otro segundo de silencio y el crujido de los dientes triturando la comida.

-Tu madre me ha comentado que ya has decidido que quieres estudiar.- Dijo su padre al pasar la servilleta por su boca. -Te seré sincero, hijo, esa carrera no te puede dar los suficientes ingresos como para tener una economía estable.

-¿Acaso quieres que estudie algo que no me guste por en hecho de ser mejor pagado?- Respondió Daniel con una mirada perdida y fría hacia su padre.

-No, no es eso pero debes pensar que quieres en tu futuro.

-Si se lo que quiero, quiero ser feliz, quiero hacer lo que me gusta y no ser una persona amargada.- Se levanto de su asiento, miro a su padre y se dirigió a su cuarto.

¿Por qué todo tiene que ser tan mierda? ¿Por qué uno no puede dormir para siempre, sin nada que lo moleste...? Pensó mientras escogía una canción para dormir. :.

Al día siguiente, Daniel se despertó en la madrugada pensando que tan aburrido seria otro día de su vida, se dirigió a la cocina a preparar un café como todas las mañanas mientras escuchaba Marecchiare. Pasaron los minutos, se preparo para ir al colegio, saludo a su madre y se fue. En el camino al colegio se encontró a su amigo George.

-Buenos días, Daniel.- Dijo George sin tener respuesta alguna. -¡Daniel!- Exclamo mientras le quitaba los audífonos.

-Oh, ¡Hola! George.- Respondió Daniel ante aquel acto. -Lo siento, no te había escuchado.

-Si, lo note pero no importa, ¿Listo para el examen? Preguntó George.

-Me conoces... ¿En serio crees que me importan los exámenes?

-Tienes razón pero bah... Recuerda -que no todos los acabamos en menos de 10 minutos como tú.- Dijo George con una mirada perdida y una pequeña sonrisa.

-Que va pero bueno, debemos darnos prisa en este "gran y emocionante día" exactamente igual a los otros.

Al llegar al colegio ambos se dirigieron a sus aulas. Teniendo un ligero retardo tuvo que llamar a la puerta para que pudiera ingresar al aula.

-Buenos días, profesora, ¿me permite pasar.- Dijo Daniel con pereza.

-¿Tienes la menor idea de que hora es?
-Si... Las siete con seis, profesora.

-Sabes que el limite es de cinco minutos, te tendré que pedir que te quedes fuera esta clase.- Dijo la profesora de forma seria.

-Ah... Esta bien.- Dijo mientras cerraba la puerta puerta del aula.
Al bajar, como es de costumbre, el director del colegio estaba caminando por los pasillos y al ver a Daniel se dirigió a él.
-Usted, ¿Qué no debería estar en clase?

-Si, debería pero llegue tarde y no me han dejado entrar.

-Entiendo pero usted tiene la obligación de de llegar a tiempo a clases sin excusa alguna.

-Lo se, no volverá a suceder...- Dijo Daniel mientras se dirigía hacia las escaleras.

Al bajar y llegar al primer piso se encontró con Mía y Jess las cuales iban acompañadas de una chica con una belleza indescriptible la cual tenía un cabello ondulado color marrón tan perfecto como el de sus ojos los cuales hipnotizaban a cualquiera por el encanto de ese mirar. Él saludo a las tres chicas, incluso cuando no conocía a la chica misteriosa de ojos encantadores. Cuando ellas se fueron camino a su clase el se quedó en el pasillo solo y lo único que podía pensar era en esa chica hermosa que ni siquiera sabia su nombre pero a el le encantaba. En ese momento el sintió algo, una emoción, que nunca antes había sentido pero regresaba cada vez que pensaba en aquella hermosa chica. Una emoción que lo hacia sentirse feliz, lo hacia sentirse libre, lo hacia sentirse vivo. :.

La Historia De Un Insecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora