Seis Balas... Y Una Granada

capitulo1; la cruel realidad

Un día como cualquier otro, en un pueblo cualquiera, ahí estaban sometidos en la misma maldita guerra que ya duró varios años y parecía nunca terminar... El pelotón descansaba mientras el capitán sulivan caminaba con un cigarro entre sus secos y sucios labios.

Al llegar donde estaba su tropa, les dijo;

-señoritas, les traigo noticias..(esperó a que se pusieran de pie) fuimos asignados a una misión de reconocimiento, no se espera que hayan complicaciones.... Pero aun así saben que es territorio enemigo y bajar la guardia sería una estupidez-

Dicho esto, todos comenzaron a prepararse, menos el francotirador del pelotón, uno de los pocos hombres que sabía realmente lo que era la crueldad en una guerra, conoció con sus propios ojos lo que es realmente inhumano en un campo de batalla.

-John!!!! ¿estas sordo o que?- dijo el capitán algo molesto

-N'no señor–dijo john tartamudeando debido a Que el capitán lo tomó desprevenido en sus pensamientos

-bueno, pues saldremos al amanecer

(Se aleja)

-Mi esposa esta muy lejos de aqui... Y lo unico que puedo hacer es ayudar a terminar misiones de reconocimiento en zonas de guerra, daría lo que fuera por ver a mi esposa una vez mas....pero no puedo, esa es la cruel realidad- pensaba john mientras tomaba sus cosas del suelo de aquel campamento.

-john.... Vuelve... Se que lo harás... Hazlo por mí.... Ven... Te extraño... Renuncia al ejército.... Vuelve aquí.. Conmigo.

John despierta, algo alterado por lo que acababa de soñar...

-estás bien amigo?– le preguntó una familiar y conocida voz

-si, solo era una pesadilla Walton, descansa
...

Al amanecer, como dijo el capitán, partieron a la pequeña ciudad que estaba a casi 14km del campamento.
-"llegaremos al anochecer" pensó jhon mientras caminaba junto a un tanque ya tripulado por sus compañeros de guerra, sus colegas de batalla.

Un par de horas después, Walton, un fiel amigo cuya ametralladora le había salvado la vida a varios camaradas (incluyendo a john) le gritó desde un tanque;

-¡Hey Amigo, aquí arriba!
(John observó a su compañero bajar de la cubierta del tanque y acercarse a él) desde que partimos has caminado con tu fusil en la espalda, te toca seguir en mi lugar sobre ese tanque.

-Muchas gracias, Walton, supongo que la mejor forma de agradecértelo será invitarte unas cervezas cuando salgamos de aquí.