¡Mierda, mierda, mierda! Llego tarde otra vez, me va a matar. ¿Habrá algún día que consiga llegar a tiempo? - Me repito una y otra vez mientras corro de un lado a otro de la casa, baño, cocina, habitación y vuelta a empezar el paseito, está claro que a este paso no salgo nunca.
Llaves, cartera, móvil, regalo. Si, lo llevo todo. ¡Mierda! ¿Dónde están los cascos? Por fin consigo encontrar todo y reviso el bolso por enésima vez mientras bajo en el ascensor, siento que me dejo algo. Se abren las puertas y salgo despedida.-Adiós señor Ruiz- le grito al vecino mientras paso corriendo por su lado.
-¿Ya vas tarde otra vez chiquilla? -Me contesta entre risas, pero no me da tiempo ni a responder, tengo que coger el metro, este no puedo perderlo que ya voy media hora tarde.
Pi, pi, pi, las puertas se cierran y he llegado por los pelos ¡Menos mal! En ese momento, clinck, suena mi móvil. Rebusco en mi bolso y no lo encuentro y juro, como siempre, que voy a empezar a llevar bolsos más pequeños, juramento que nunca cumplo. Cuando lo encuentro no me hace falta ni desbloquearlo para saber de quién es el mensaje que ha llegado.
- ¿Se puede saber dónde narices estás? Te llevo esperando veinte minutos en la plaza. - Mucho había tardado en mandarme un mensaje.
- Lo siento, me ha entretenido mi madre, estoy ya en el metro, llego en 15 minutos.
- Usas la misma excusa siempre jajaja, anda pedorra, dile al maquinista que se dé prisa que llevo mucho tiempo sin verte. - Es cierto, el verano siempre nos separa, cada uno vamos a nuestro pueblo y volvemos para fiestas, pero este año con mi viaje a Florida he estado fuera en agosto también. Le he echado mucho de menos. Otros años, aunque hayamos estado en puntas diferentes de España siempre andamos llamándonos o mandándonos mensajes, pero con la diferencia horaria cuando él dormía yo estaba despierta y viceversa.
- Que no seas pesado que ya estoy llegando.
- ¡A que me voy!
- Vale, vale, perdón, espérame anda que ya estoy aquí.
Subo las escaleras de tres en tres, este es capaz de irse, entonces le veo. ¡Que guapo está y que moreno! ¡Si se ha cortado el pelo! No me he dado cuenta hasta este momento cuanto le había echado de menos. Él es mi mejor amigo desde hace varios años, una borrachera en una noche lluviosa de enero, contándonos nuestras penas y apoyándonos como casi dos completos desconocidos, nos unió y somos inseparables desde entonces. Nuestra amistad ha pasado de todo, tanto buenos como malos momentos, es irrompible y a prueba de cualquier dificultad. Lo sabemos todo el uno del otro y aun así nos soportamos y nos queremos. Es como el hermano mayor que no tengo, me cuida y yo le cuido a él. Hemos pasado de todo juntos y aunque discutamos sabemos que nos queremos como nadie. Muchas veces me quedo pensando en cómo empezó todo, aunque estuviésemos en el mismo grupo de amigos nunca habíamos hablado mucho, era simplemente uno más y de la noche a la mañana entró arrasando en mi mapa mental, haciéndose un hueco cada día un poco más grande, con cada conversación, cada consejo, siempre que se preocupaba por mí. Me quedo pensando en esto y se me hace tan irreal, es como si hubiese estado a mi lado desde siempre y no concibiese ningún recuerdo sin él o como era mi vida antes de su amistad.
Entonces levanta la vista y me ve. - ¡Clara! Dios que morena estas, que bien te ha sentado Estados Unidos. A ver da una vuelta que te vea - Me dice con una enorme sonrisa en la cara mientras me coge una mano para que gire sobre mi misma y me levanta del suelo con uno de sus abrazos de oso. Ahora sí que he vuelto a casa. Empieza a darme vueltas y me mareo, entre risas consigo decirle que me baje al suelo.
Sentados en nuestro banco de siempre, ese que está entre dos árboles en un rinconcito del parque, por donde no pasa mucha gente, disfrutamos del sol del verano mientras miramos a los patos del estanque y hablamos, hablamos de todo, de nuestros veranos, de lo que nos hemos echado de menos, de cotilleos varios. Le doy su regalo, dos camisetas muy bonitas que encontré en una tienda de Florida, esperando que le gusten, con la más inocente de mis sonrisas saco el paquete del bolso y se lo paso.
- Clara son preciosas muchísimas gracias.
- ¿De verdad te gustan David? - no me fío de que no me esté diciendo la verdad con tal de quedar bien.
- Si, de verdad, me encantan, muchas gracias.
Pasamos así la tarde, entre risas y bromas, contándonos en persona todo lo que ya nos habíamos contado por teléfono, como si fuese la primera vez que lo escuchábamos, probablemente respondiendo y reaccionando de la misma manera, pero somos felices. La poca gente que pasa a nuestro lado se queda mirándonos, siempre con la misma cara, primero de asombro y extrañeza ante la visión de dos adolescentes riéndose y montando alboroto, después nos miran con una especie de cariño, especialmente los señores mayores, creyendo que somos una pareja. Al principio nos molestaba, después nos lo tomábamos con humor, ahora ya simplemente lo ignoramos, pero sigue molestándome que se vea tan raro que un chico y una chica sean simplemente amigos. Teniendo que estar escuchando frases como, ¿Pero vosotros habéis tenido algo no?, ¿No te gusta ni un poquito? Y decenas de frases así, a veces llega a cansarnos mucho.
Cuando el sol empieza a caer decidimos que va siendo hora de movernos y de ir a cenar, no hace falta ni preguntar que vamos a cenar, nos conocemos demasiado, hamburguesa y helado.
Como hace buena noche decidimos tomarnos el helado dando un paseo, vamos caminando al lado de la ría charlando animadamente e intentando mancharnos con nuestros helados, cookies y caramelo para mí, chocolate y menta para él. Pasando por delante de un puente se ve una pareja cruzándolo, siempre he sido muy observadora y me gusta fijarme en todos los detalles, a ella no consigo verla muy bien, solo veo su pelo largo y oscuro, pero él, iluminado con la luz de la farola, logro verle algo más, alto, pelo moreno y musculoso, no puedo apreciar mucho pues están algo lejos. Mientras yo observo a la pareja alejarse oigo a mi lado un grito.- ¡Mateo!- grita David.
-¿David a quien gritas?
- A ese chico, es un buen amigo, estudiamos juntos los dos últimos años de colegio. - En ese momento el tal Mateo se da la vuelta y con una de las sonrisas más bonitas que he visto nunca nos saluda, le dice algo a la chica que va con él, vuelve a saludarnos, se dan la vuelta y se van.
- ¿David, esa era su novia? - De repente he sentido algo en mi interior, una necesidad de saber de él.
- Si Clara es su novia, aunque ella no es de aquí y no creo que duren más allá del verano. - Escuchar eso me alegra de alguna manera, no sabría llegar a explicar por qué.
Pidiéndole que me cuente más seguimos paseando tranquilamente sin rumbo fijo.---------
Primer capítulo, espero que os haya gustado, dejad comentarios contándome que os a parecido y cómo mejorar, esto de estar empezando no es fácil. Graciiias 🙈
En la foto, Clara y David juntos.
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No me llames amor
RomanceCuando ella menos esperaba él apareció, puso su mundo patas arriba y a ella con él. Cuando ella menos esperaba le encontró, aquella sonrisa, aquellos ojos, aquel hombre, sin embargo... ¿Sería capaz de volver a confiar en algún hombre de nuevo?