Como todos los lunes desde hace dos años y medio, suena el despertador a las 6:30 de la madrugada, ¿por qué? porque tengo que ir a un sitio llamado instituto a ''aprender'' cosas que podría deducir yo solito, y no lo digo porque al ser un elfo tengo un coeficiente más alto, que también, pero es que lo veo inservible, porque la gente va a allí a oír personas, a las que suelen llamar profesores, y hacer unas pruebas escritas que los humanos estudian unos días antes, para vomitar la información en el folio y ser olvidan a los dos días, y que según ellos ''evalúan tu rendimiento'', pero a mí me sigue pareciendo inservible. Y aún teniendo 112 años tengo que asistir a éste, porque para la sociedad humana tengo 17 años, y en serio, la gente te trata como un niño, te menosprecia o ni te tiene en cuenta, y esTO ES ALGO QUE ME SACA DE QUICIO, ¡¡PODRÍA SER SU TATARA ABUELO!! Pero ya tengo más que entendido que enfadarse por este tema no te sirve de nada.
Tal vez os preguntéis por qué un elfo va a un instituto humano, pues bueno, simplemente no quería saber nada más de mis padres, no me parece el momento idoneo para hablar del tema, pero los elfos cuando llegan a los 100 años tienen una prueba de madurez, como una mayoría de edad, y desde ahí se pueden independizar, y bueno, aquí estoy. Vivo en una ciudad, y me lo paga el estado elfo, ¿por qué? porque tratan de ayudar a los elfos que quieren un cambio y no tienen por donde empezar, además, no se puede decir que muchos elfos quieran dejar el bosque, yo soy un renegado, supongo que tengo mis motivos, pero tengo que admitir que muchas veces hecho de menos el bosque, y que las casas me agobian mucho, siento que las cuatro paredes se me caen encima, y entonces huyo, y me voy un día a dormir al campo.
A lo que voy, el principio de todos mis problemas. Se puede decir que la culpa es de ella, Thais, que es el nombre Griego de una diosa, que su significado es un rayo de luz, y que también se le adhiere la flor más bella y preciada y... y mejor paro. Lo que decía, la culpa es de ella. Todo empezó cuando estaba en el asiento del autobús, iba de camino a una clase de pintura, y en una parada me di cuenta de que se subió una persona con una muleta y un pie vendado, eso me acordó a lo frágiles que son los humanos. Todo el autobús estaba ocupado así que simplemente miré para ella con el objetivo de llamarla y ofrecerle mi sitio, porque supongo que soy un caballero, (como todas las personas deberían ser, a pesar de que a mucha gente se le olvidan los modales), y aquella fue mi perdición absoluta. Cuando nuestras miradas chocaron, parecía que alguien me estaba sacando poco a poco la respiración a consciencia, y que mi intento de llamarla se quedó en intento, pero aún así lo entendió y se acercó y le cedí mi asiento. Se que podía haberme movido, pero no quería, se que en ese momento podía haberla olvidado, pero en serio, ¡no!, me quedé a su lado, porque de alguna manera, había algo en ella que me atraía, que me atraía mucho. Y como todos los trayectos tienen su fin, el de ella no iba a ser menos, la lástima es que fue antes que el mío, y, de verdad que lo pasé mal, ella se levantó (no muy rápido, porque bueno, no podía) y yo no sabía si debía dejarla ir y volverme a sentar, ella se acercaba a la puerta, cada vez más, y yo no podía hacer nada y cuando ya estaba casi saliendo por ésta decidí que lo mejor era mandar a la puñeta las clases de pintura, así que cojo la carpeta y salgo corriendo del autobús. La veo de espaldas. Me armo de valor y le grito:
-¡Espera!

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Skyes
FantasyQuieras o no, supongo que a todos nos llega la hora de enamorarnos, y digo supongo porque estoy seguro de que habrá mucha gente que haya cumplido su cometido de no hacerlo, y aunque por mucha rabia que me de admitirlo, yo no estoy entre ellos. Nunca...