-Responderé tus preguntas.- Le dije mirándolo.
-¿Cuantos caminantes has matado?.- Preguntó mientras guardaba comída.
-¿Caminantes? ¿Así los llaman? Son Zombies, son muertos que se comen a los vivos.- Dije obvia.
-Limitate a responder.- Dijo Carl quién no dejaba de mirarme. Rode los ojos y comencé a guardar comida en bolsas de plástico.
-Han sido muchos, nunca los cuento.- Respondí al fin.
-¿A cuantas personas?.- Me quedé en shock, ¿personas?
-A ninguna.- Respondí fría y seguí guardando comida.
-Bien, terminemos con esto.- Anunció Rick.
-Espera.- Todos me miraron.- Dijiste que eran 3 preguntas y sólo hiciste 2.
-La tercera ya no hace falta.- me dedicó una sonrisa y comenzó a caminar hacia la salida.
NARRA CARL:
Una chica amenazaba a mi padre, así que tuve que intervenir sí no iba a matarlo.
Le apunte con mí pistola, estaba dispuesto a dispararle sí intentaba algo.
La chica se giro y cuándo la pude ver algo se disparó en mí interior.
Era blanca cómo la nieve, con ojos grandes y verdes, cabello castaño y ondulado, largo y un poco enmarañado, labios carnosos y rosas, no tenía un cuerpo de diosa, pero era muy linda.
Después de que mí padre le dijera que teniamos un grupo que aceptará ir dentro de mí comenzó a dar brincos, pero por fuera tenía que parecer desinteresado para que no sospechara que me enamoré de ella con sólo mirarla.
Durante el camino en el auto iba callada viendo las casas que estaban rodeadas por árboles. Pude notar cómo una lágrima caía por su mejilla. En ese momento quise abrazarla y decirle que no estaría sola porque había encontrado una familia.
El auto se detuvo frente a una casa muy grande, mí padre apagó el motor y se quitó el cinturón de seguridad.
-Daryl y yo revisaremos el lugar, ustedes quédense aquí vigilando.- Ordenó mí papa y asentimos.
No dejaba de verla.
Comenzó a abrir su maleta y no debía confiarme por mas guapa que se vea.
Saqué mí arma preparando la.
-Tranquiló vaquero, sólo sacaré un poco de dulce que tome de la tienda.- Anunció riendo.
-¿Tomaste dulces?.- Pregunté bajando el arma.
-Sí, hace mucho no los pruebo, y tan siquiera merezco el lujo.- Sacó un bote de Nutella que ya estaba abierto.
-¿Nutella?.- Sonreí.
-La nutella es vida.- Sacó dos cucharas de plástico y me dió 1.
Abrió el frasco dejando salir el aroma de el chocolate que era cómo una droga.
Mí nariz danzaba de felicidad y mis papilas gustativas nadaban en la saliva que se había acomulado en mí boca por el antojo que se me había provocado.
Tome un poco y podría jurar que Michelle se burlaba de mí cara de placer al tener está delicia de chocolate en mí boca.
Sonreí al darme éste pequeño placer, mire al parabrisas y ví un auto estacionar frente a nosotros y vi bajar a 3 hombres. Me agaché haciendo que el respaldo de el asiento de pilotó me cubriera, Michelle me miro extrañó.
