El autobus de las seis A.M

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Esta historia esta basado en la canción "Jueves" de La Oreja de Van Gogh. Escuchadla mientras leéis esto.

Muchas gracias a Milarqui por su esfuerzo en arreglar los cuatro detalles que necesitaban ser arreglados.

El autobús de las seis am

Se despierta a las cinco de la madrugada. Ella es una chica de casa, siempre silenciosa y pensativa. Se viste con bostezos y hace el desayuno, a las cinco y media todo esta listo, y aunque sabe que esta dormida, aun así se desliza a la habitación de su abuela y le da un beso en la frente antes de salir.

Su abuela sonríe y despierta, le da la bendición como todos los días, le desea mucha suerte para el día, y aunque le duele el brazo no duda en levantarse para, desde la puerta, despedirse de su nieta que va a la universidad.

Ella se da la vuelta, y con todas sus fuerzas agita su brazo con entusiasmo desde la carretera, sabiendo que la mañana siguiente la rutina seguirá igual.

A las seis en punto se sienta sola en el asiento trasero del autobús que va a Boston, y aunque sabe que hacer esto es difícil, desde que "él" comenzó a tomarlo con ella, la hora entera que dura el viaje desde su casa en Roseville a la universidad ya no parece tan larga.

Casi siempre está medio dormida. Después de todo, la mayoría de las noches trasnocha estudiando. En ocasiones, cabecea y cierra los ojos, recostando la cabeza en el cristal de la ventana, esperando que el sacrificio valga la pena. Cuando siente el frío de la madrugada, encoge los pies atrayéndolos hacia ella, sabiendo que a Gus, el conductor del autobús, no le va a importar.

Siempre viste de rojo. Es su color favorito. A veces lleva un sombrero o aretes de pluma, pero siempre va de rojo. Ella no es como las demás, y no sabe que el hombre que se sienta todas las mañanas al otro lado del pasillo del autobús, el que le sonríe a veces y aparece en sus sueños, con ojos brillantes y dientes perfectos... se da cuenta de eso.

Él es de los que se sube en la parada después de la suya. Siempre saluda a Gus todas las mañanas, usa una bata de Doctor que dice Victor R en el bolsillo y se sienta todas las mañanas en el asiento cruzando el pasillo, justo en frente de ella, la chica de la mirada somnolienta y sonrisa perspicaz. Ella nunca lo ha visto vestido con ropa casual. Sabe que su nombre es Victor y que le gusta leer el periódico por las mañanas, que a veces suena su móvil pero él lo apaga, que no esta casado porque su dedo anular izquierdo está libre de anillo y marca, y que es doctor. Considerando lo mucho que lo ha visto mirar a su reloj, también sabe que es un poco impaciente. A veces trae libros de medicina consigo para leer durante el trayecto, y a ella le resulta curioso el hecho de que todos sean sobre ayudar a revivir a pacientes que se dan por perdidos y sobre medicina regenerativa.

Ella no se cree nada interesante. No con su cabello marrón y mechones rojos decolorados. Ella no cree ser tan intrépida como Hanna (la deportista de espíritu libre que tiene una nueva profesión todos los dias), inteligente como Annabelle (su amiga bibliotecaria y profesora de medio tiempo), o tan valiente como Marina (La abogada criminal que se fugo con un vaquero a un rancho en Montana). Tal vez, si fuera fuerte como ellas, tendría el valor de abrir la boca y preguntarle una de las millones de cosas que pasan por su cabeza a Victor cada vez que le ve, ese hombre a quien no conoce pero que se sube al autobús todas las mañanas exactamente a las seis y cuarto.

Él es interesante, un poco misterioso, y en sus ojos, parece que hay millones de tristezas que su sonrisa mujeriega no puede esconder. ¿Quien es ella? Una simple camarera que hace el viaje de Roseville a Boston todos los días solo porque no tiene el corazón de decirle a su abuela que no quiere estudiar Administración de Hoteles.

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