Amy Winehouse es mi gran compañía. No es aquel chico que me dijo que me quería o mis amigos. Es ella. Su música. No soy su fan, no se equivoquen. Ella logra tranquilizarme. Su música simplemente... me saca la bronca.
¿Ese tarado por el que me ponía mal? Puede clavarme el visto cuanto quiera, yo estoy sobre eso ya. ¿El pelotudo que dijo que me quería y después se fue con otra? Está mamado diciéndome que se muere por verme, pero me quedo en mi cama escuchándola. ¿El Don Juan de quien me enamoré por primera vez? Volvió pero ya no me puede.
¿El amor? ¿A esta edad? No sirve. Aceptémoslo: los adolescentes queremos joda. Los chicos quieren presumir que estuvieron con diez minas en una sola noche, y las chicas disfrutan calentando las pijas de desconocidos en un boliche.
Canta y baila. Divertirte. No hay nada de malo en eso. No escuches a los demás, ponte los auriculares. Sube la música al máximo. Olvídate del mundo, siente la melodía. Todos necesitamos paz, todos necesitamos liberarnos.
Grita, baila, canta o escribí. Descárgate a tu manera, pero que haya peso. Recuerda eso. Los compromisos los tienes con tus amigos, no con el idiota por el que andas con el corazón roto. Tus preocupaciones deben ser si vas a comprar vodka o tequila. No si te está metiendo los cuernos o si siquiera se acuerda de que existís. Ya está. Sin vueltas.
Un par tragos, amigos y fiesta. Música a todo volumen, hasta que los vecinos se quejen. Es mejor estar sola y feliz, que acompañada y con el corazón roto. Pero no preocupes, si no lo entiendes ahora, lo entenderás después. Cuando tus amigos, esos que siempre están, lleguen a tu casa con una mochila con un tequila y helado y te digan "no vale la pena que llores, no se lo merece".
Disfruté, que esto termina en un abrir y cerrar de ojos. No vaya a ser que viva la mejor etapa de su vida angustiada por alguien que no lo quiere y de golpe se encuentre con ojeras y con un marido desgraciado.
Pero sobre todas las cosas, siempre recuerda: todo llega a su tiempo, no es necesario apurarlo.
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