En la ventana no había nada más que nubes grisáceas y gotas que aparecían en mi ventana, llovía lentamente y era una lluvia tranquila. Bajé la mirada a mi portátil. Estaba escribiendo un artículo sobre un desastre natural que ocurrió hace poco a la frontera ruso-mongola a unos kilómetros del lago Baikal. Llevaba unas 2 horas de vuelo de Barcelona. Apagué el portátil y recosté el cuello a la silla, cerrando los ojos intenté pensar otra cosa que no fuera la pesadilla terrible que tuve hace unos días.
A pesar de haber vivido en España toda mi vida, ahora trabajando como periodista, no podía ignorar lo que pasa en mi tierra natal. Además, era uno de los motivos por el que decidí hacer este viaje. Políticos corruptos, gente loca y una calidad de vida que no se merecían.
Llamé a la azafata para pedir un vaso de agua fría, esperé unos segundos y apareció de nuevo la azafata con el vaso. A medida que tragaba el agua, sentía como pasaba a través de mi cuerpo y me hizo sentir bien. Cansada di un respiro profundo, puse música en el ipod e intenté dormir.
-Estas loca.
Oí como su voz sorprendida entraba en mis pensamientos. Moví mi silla y vi como se deslizaba en la silla frente al escritorio. Sus ojos sorprendidos me analizaban de arriba abajo.
-Dime que no es verdad.
Tenía unos ojos marrones claros que encajaban muy bien con sus rasgos que acompañaban un pelo castaño lleno de mechas rubias naturales. Es una mujer alta, inteligente y media loca. Pero era lo mejor que me había pasado. Pasé mi mirada por la oficina, que estaba iluminada tan intensamente que daba dolor de cabeza. Era triste la oficina, solo con el escritorio y un armario y no tenía ni ventanas, solo una puerta por donde salir. A veces me agobiaba en estas cuatro paredes.
-Eooo... Estoy hablando contigo. Es como si estuviera hablando con una pared. No me ignores.
-¿Qué es lo que pasó esta vez?
-Vas a decirme ahora mismo porque no me has dicho que te vas a pirar.
-Te lo iba a deci...
-¿Cómo?... ¿Cómo que me lo ibas a decir? debería ser la primera. -Tenía una muy mala costumbre de interrumpir una oración.
-Ana, sí, ya lo sé, pero fue tan de repente que hasta yo me sorprendí.
-No es una escusa. No puedes ir en medio de la temporada del trabajo porque sí.
-Ya lo sé pero...
-Además, no me puedes dejar con ese jefe con un trastorno mental. Ya sabes que tiene una cara de violador. Es que no es justo. -Dijo con un tono dramático.
-Pero mujer, es tu imaginación -Dije rodando los ojos -El pobre hombre ya está casado.
Apoyó las manos en el escritorio y se acercó hasta que su cara estuvo a unos pocos centímetros de la mía.
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Reflejo Maduro
RandomTodo cambió. Caí de las nubes al humo de cenizas, en solo un parpadeo del ojo. No sabía que iba a vivir unos momentos tan desagradables, horribles, miserables y al mismo tiempo, los momentos más bellos y soñadoras. Que aprendería cosas que hasta el...