-¿Qué fue eso?
Mierda.
Mierda, mierda y más mierda.
¿Qué pasaba conmigo? Era tan estúpidamente indiscreta para estas cosas.
Gatee lo más rápido posible hacia el cuarto donde me habían dejado inconscientemente cuando unos zapatos masculinos me detuvieron al instante, era de suponer que me habían pillado.
-¿Cuándo vas a terminar de cagarla?- Sentía que mi sangre bajaba al instante cuando escuché esa voz ronca que tantos problemas me daba.
Me paree en la velocidad del diablo, mis piernas temblaban. Como no iban a hacerlo si ese mismo tipo quería matarme.
-¿Qué hago aquí?- Sin mirarlo a los ojos fue lo único que pude pronunciar, no podía ser, todo mi sistema nervioso me estaba fallando, estaba delante del tipo que iba a asesinarme como seguramente ha hecho con otras personas.
El se inmuto a no responderme y eso hacía que mi enojo creciera más.
-Dime, ¿qué hago aquí pedazo de mierda?- Fui osada al responderle así, pero yo no estoy acostumbrada a ser secuestrada, casi violada y golpeada todas las noches. Me enojaba mucho el estar aquí y que el no tuviera respuestas para mi.
En un santiamén de tiempo se encontraban mis brazos ahogados por la fuerza de Blood reteniéndome en una pared pegados casi con solo 3 centímetros de distancia.
-¿Pedazo de mierda?-Hablo con tanta fuerza y odio que hizo que mi cuerpo temblara mucho más. En esos momentos yo no podía mirarlo a los ojos, tenía tanto miedo que ni eso podía hacer, mis ojos y mi cabeza se encontraban mirando hacia otra dirección con los labios sellados y con las lágrimas apunto de rodar.-¿Quién fue la idiota que se embaucó de ese pobre imbécil? ¿Quién fue? ¿Ah? Mírame- Busco mis ojos con la mirada y yo solamente no podía terminar de llorar en silencio.- ¡Mírame!- No tuve más remedio que voltearlo a ver, sus ojos estaban tornados de un azul oscuro, se veía la maldad en su mirada tan profunda. Sus palabras me dolían más que los moretones que el pronto me iba a causar en las muñecas y brazos.- Antes de hablar, pequeña perra, piensa quien es el pedazo de mierda. Deberías de agradecerme el estar ahora parada frente a mí, si no fuera por mi ya estarías seguramente muerta.
Era la primera y única persona que había conocido en mi vida que tuviera ese odio, se notaba en su rostro, en sus ojos y hasta en su forma de hablar.
Cuando me soltó caí rápidamente por la falta de fuerza en mis piernas.
Estaba ahí sola, enojada conmigo misma, lastimada tanto físicamente como psicológicamente. ¿Cómo fue posible que me vine a meter en esto?
Me pare y corrí lo más rápido posible al baño que tenía esa habitación. Me senté en el suelo a un lado de la bañera, no podía hacer más que echarme a llorar en silencio, o tal vez casi en silencio. Me sentía tan estúpida y débil, no podía dejar que me vieran llorar, por una extraña razón les hacía enojar.
Así pase un tiempo llorando hasta que decidí dejar mis ridiculeces y entrar en acción, me puse de pie con gran velocidad y corrí hacia el espejo.
Era todo un desastre, mi maquillaje era un asco definitivo, mi cabello envuelto en nudos, lo único que pude hacer fue quitármelo y atar en mi pelo una coleta. Por una rara explicación, ya no me encontraba en ropa interior, si no con unos jeans ajustados rotos de las rodillas que perfectamente eran mi talla, una camiseta en ''V'' blanca que me quedaba larga, así que la amarre en un moño hacia el frente y ya no llevaba mis botines favoritos, si no, unas zapatillas deportivas y que no se de donde ni de cómo sacaron tanta ropa de mujer. ¿Es que acaso tendrán más mujeres secuestradas aquí? No me dieron ganas de pensar en eso así que con gran cuidado abrí la manija de la puerta del baño y me puse en cuclillas haciendo el menor sonido posible.
Mire hacia los lados antes de salir y gracias a Dios no había nadie a la vista. Busque una salida, pero no había escaleras que solo me llevarán hacía abajo junto a los matones que sería la peor de mis decisiones si bajara. No había salida.
Como no lo había pensado bien, la ventana, la ventana era mi última esperanza. Avancé lentamente sin hacer que la madera del suelo crujiera por mis pasos y quite la cortina blanca y abrí la mampara haciendo que un hermoso balcón estuviera a la vista. Caminé hacia el balcón cerrando la ventana muy bien, y di un vistazo hacia el suelo.
Mierda, saldría de esta con una pierna rota.
Salte hacia una barda colocando bien mi pie y en ese momento sentía que me resbalaba.
Solté un grito chillón y rápidamente me puse la mano en la boca, rogué a Dios por que nadie me escuchará. No se como pero en cinco segundos estuve en el suelo, sentía mucho miedo de que alguien me descubriera, pero tenia que intentarlo.
Corrí rápidamente hacia un árbol que había en la esquina de la casa, y en ese entonces el ruido del motor de un carro me asusto. Cerré los ojos con tanta fuerza, me habían descubierto.
Espere unos cuantos segundos para que corrieran hacia mi y me capturaran pero no lo hicieron, confundida voltee y el carro se iba alejando sin haberme siquiera visto.
Estaba sola en una carretera, no conocía el rumbo de este lugar, sólo sabia que quería irme lo más pronto posible de aquí.
Camine entre los arboles treinta minutos y yo ya no podía seguir más, cuando Dios escucho mis oraciones paso un carro y lo pare, esta vez no era un señor treintañero, ni mucho menos, era una mujer, era mi ángel o algo así.
-Querida, ¿estás bien? Sube.- Yo solo la mire cansada y no pude responder nada a falta de aire.
Contuve la respiración un poco para poder hablar.
-En serio, muchas gracias, he sido secuestrada por una banda, no sabe como se lo agradezco.- Esta vez la mire con tanto agradecimiento.
-Sube, yo te llevo no te preocupes.- Asentí y rodee el carro llegando a la puerta, la abrí y sentí tanto alivio al descansar en ese ensueño de asiento, que para mi lo era.
Me miro con gran preocupación y me recordó a mi mamá, como la extrañaba. Murió cuando tenía cuatro años y ahora vivía sola con mi padre, mi adoración.
-Ahora si querida, cuéntame todo. ¿Cómo fue?- Avanzo el auto y con atención escucho todo lo que le conté.
Así pasaron treinta minutos y el camino se me hizo tan largo que caí en un profundo sueño.
-Skyler, cariño, despierta, llegamos a donde me dijiste Thrig Way #430- Escuché la voz de la Señora Smith, ya nos habíamos tomado tanta confianza que las dos nos dimos nuestros nombres y apellidos, había hecho una amiga.
Talle mis ojos y bostece, habíamos llegado a la casa de Lynn sanas y salvas, gracias a mi ángel.
-Oh señora Smith, muchísimas gracias, en serio no se como pagarle, y también muchas gracias por escucharme y apoyarme en esto- Baje la mirada y sentía ganas de echarme a llorar.
-Pues no te preocupes son 100 dólares- Voltee a verla y abrí los ojos como platos asustada y ella tenia la mirada seria.- Es una broma querida, hubieras visto tu cara.- Rodee los ojos y las dos nos empezamos a carcajear.- Fue un gusto apoyarte si quieres denunciarlos aquí estoy para ti, como quiera tienes mi número por si necesitas apoyo- Sonrío de una manera tan familiar, sentía como si tuviera una protectora, como si fuera mi mamá me agrado ese sentimiento.
-Muchas gracias en serio.- La abrace y me baje del auto, cuando se fue le hice un ademán con la mano.
Supe que Lynn estaría como loca si me ve en la puerta de su casa, suspire y me di media vuelta, camine unos cuantos pasos hacia la escalera que adornaba su casa, subí unas cuantas escalones cuando escuché una voz que ya había escuchado antes y la voz de Lynn platicando tranquilamente, retrocedí unos cuantos pasos hacía atrás y choque con un pecho formidable demasiado familiar, puse mis ojos en blanco.
-Hola nena.- Cerré los ojos con fuerza y una vez desee estar muerta que estar con el.
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Blood.
RomanceCuando piensas que todo tu alrededor se derrumba. Cuando vees a personas caer por tu culpa. Cuando piensas que nunca saldrás de tus problemas. Llega una persona a cambiarlo ¿para bien? ¿Que harias para proteger lo que te importa? ¿Qué cambiarias pa...