Crepúsculo (Mi versión)

Prefacio

 Ahí estaba la causa de mi prematura muerte... al otro lado de la habitación, observándome con sus insensibles y desvergonzados ojos oscuros. Me veía obligada a disimular mi angustia, y apaciguar mi respiración; y sin embargo, aún estando en esa situación, no me arrepentía ni un segundo de todo lo vivido. Sabía bien que, de no haber ido a Forks, probablemente no me hubiera enfrentado a todo esto... De todos modos, considerando que mis expectativas habían sido más que superadas, lo valía... sobretodo porque sentía la valentía y la nobleza de estar protegiendo a quien amaba.

 Con aire despreocupado, el cazador avanzó hacia mí...

Primer encuentro

 Hacían unos cálidos 24 grados en la ciudad norteamericana de Phoenix... El cielo estaba impecablemente despejado, ofreciendo un azul vivaz e intenso. íbamos con mamá en su coche; las ventanillas estaban bajas y yo miraba cada tramo del recorrido como si le estuviese tomando fotos con la vista, grabando cada detalle en mi memoria. Mi vestimenta era liviana, y llevaba puesta mi blusa favorita, cargando una chaqueta tipo anorak como equipaje de mano.

 Si se piensa en una ciudad totalmente antagónica a Phoenix, esa ha de ser la ciudad de Forks... más que ciudad, es un pueblucho ubicado en la península de Olympic (al noroeste del Estado de Washington). En esta casi insignificante localidad suele llover prácticamente el año entero. Fue de ese infierno gris que se escapó mi madre cargándome cuando tenía yo apenas unos pocos meses de edad. Sin embargo, mi pesadilla volvía cada verano ya que me debía regresar... Pero cuando tenía 14 años logré rebelarme; y en vez de ser yo la que pisara el agónico suelo de Forks, era Charlie, mi padre, quien debía viajar a California. Irónicamente esta vez tenía el propósito de vivir en Forks...

 Aún así continuaba amando la vitalidad de Phoenix, y me aterraba abandonar mi ciudad; pero si algo tenía en claro, era que debía exiliarme en otro lado. -Bella no tienes que hacerlo si no quieres-, me dijo mamá en un intento desesperado por recuperarme... como tratando de dar un manotazo de ahogado. No voy a negarlo, verla triste y nostálgica me conmovió entera, y tuve que recordar forzosamente los motivos por los cuales debía marcharme; así que tomé aire y una vez más, como venía haciéndolo los últimos meses, mentí: -Es que quiero hacerlo, mamá-. Si en algo pueden llegar a coincidir todos mis conocidos, es en que soy una persona muy mala para mentir... pero esta vez no me había salido tan mal; asegurar que quería estar en Forks se me había vuelto un argumento casi convincente ante el resto. Mamá me abrazó una vez más como si fuera una despedida definitiva y por un momento me refugié entre sus brazos. Salvo por las arruguitas de risa, físicamente me le parecía bastante. -Por favor cuídate; y ante cualquier cosa que necesites, sabes que puedes contar conmigo, hija...-, me dijo con una actitud corporal que denotaba que aún buscaba retenerme. -Prometo escribirte seguido... te quiero-, terminé por decir para finalmente abordar el avión. Miré por la ventanilla y la vi junto a Phil... al menos tenía a alguien que mantuviera el refri lleno, cargara gasolina regularmente y pagara sus cuentas a tiempo, pensé para tratar una vez más de convencerme inútilmente de que todo estaría bien y así poder irme en paz.

 Viajé cuatro horas de Phoenix a Seattle y de ahí tuve una hora mas a Port Ángeles. Cuando llegué Charlie me recibió tratando de actuar lo más cordial posible... no era un hombre de mostrar sus sentimientos, ni yo se lo reclamaba, así que en ese aspecto nos llevábamos bien... además ni él ni yo éramos personas de contar ni de preguntar demasiado, por lo que podría decir que eso me hacía sentir un poco más cómoda. Sin embargo me esperaba una hora en su coche hasta Forks; y no tenía la menor idea de cómo iba a sobrevivir tanto tiempo de viaje a centímetros de mi padre en algo tan pequeño y asfixiante como un auto.