Todo empezó un día lluvioso. Como siempre me encontraba sólo, oyendo las risas de los vecinos, el agua cayendo del cielo y los arboles meciéndose fuertemente. Era una tarde tranquila, era un día más y todo era aburrido. Normalmente mi rutina se basaba en despertarme, buscar mis pantuflas con los pies, y el bastón con el cual me guiaría hasta el baño. Posteriormente una ducha para iniciar mi día y con algo de suerte encontrar ropa para colocarme. Cuando llegaba a la cocina el desayuno ya estaba listo, Tadashi, un viejo amigo siempre se tomaba la molestia de visitarme y realizarme el desayuno. A pesar de mi mal carácter y mi falta de conversación él siempre se dispone a ayudarme. Sin embargo, sólo vive a dos casas de la mía.
Al acabar mi desayuno siempre debía encender el televisor, para oír las constantes noticias del mundo y lo que me rodeaba, me gustaba mantenerme informado y actualizado. Podía estar ciego pero no podía ser idiota cuando se trataba de conocer lo que me rodeaba. Cuando mis 5 sentidos estaban completamente bien me podía considerar un leal lector del periódico, en las mañanas cuando se trataba del desayuno en vez de prender el maldito televisor me ponía a leer el periódico, sin esos molestos comerciales, con las partes que más me interesaban y entretenían. Ahora, debo de no desesperarme por los comerciales que salen a cada 10 minutos, y sin contar las molestosas publicidades con músicas pegajosas.
Y cuando las noticias terminan, nuevamente me quedo solo.
Unas de las peores partes del día es quedarme sólo, sin compañía alguna. Con el control del televisor cerca de mí sí me aburro, con libros que sé de memoria donde buscarlos y también las historias, con el sonido de los pajaritos cantar y el horrible recuerdo que debía de esperar hasta el almuerzo, donde Tadashi se presentaría para comer conmigo y nuevamente esperar hasta la cena para poder tener su compañía.
Cuando la noche cae, luego de haber ayudado a mi amigo a limpiar los platos y haber tomado una taza de té, subo hasta mi cuarto. La fría cama me espera, con su solitaria forma de ser recordándome día a día lo sólo que estoy, haciendo que me dé vueltas y vueltas en ella hasta caer en los brazos de Morfeo, abrazándome con su solitaria calidez dándome a entender de que mañana sería otro aburrido día en el cual Tadashi estaría o quizás no.
A veces salía a dar paseos, otros iba al centro comercial, o iba al parque que se encontraba enfrente de mi casa. Escuchando risas de niños que quizás se encontraban corriendo como si eso dependiese su vida, mujeres contando chismes o situaciones de su familia, el hojeo de algún chico o chica que este leyendo algún libro y unas parejas dándose besos o diciéndose cosas empalagosas.
Me gustaba imaginar lo que sucedía a mí alrededor aunque otras me gustaría realmente ver lo que sucede.
No podía negarlo, las ganas de poder ver eran inmensas, esas ganas de poder ver nuevamente el cielo azul, el verde de los árboles y las flores cuando florecían en primavera. Ver aquellos paisajes que impactan a la vista, ir al cine y disfrutar cómodamente una película con subtítulos, poder ver las reacciones de las personas con quienes conversas, conocer nuevos colores, y ver las nuevas innovaciones que se van creando; disfrutar del arte, ver el color negro de un café y la blanca nieve en invierno.
Había tantas cosas que echaba de menos, había tantas cosas que desearía volver a ver pero simplemente no podía. No podía volver a atrás.
Y el no poder volver a ver realmente me dolía.
Un día corriente, un día aburrido. Un día de lluvia. Tadashi llega apresurado por lo que oigo en su corta conversación que tiene al abrir la puerta de mi casa, yo, aún ajeno a lo que sucedía no me movía de mi lugar, en el sofá, donde leía libros nuevos que Tadashi me había conseguido. Los pasos aumentaron, no era la llegada de solo uno, sino de dos personas. Seguí con mi lectura, sin levantar la mirada aunque de todas formas no vería de quien se trataba.
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Blind 《Kagehina》oneshot-AU
FanfictionTodo empezó un día lluvioso. Como siempre me encontraba sólo, oyendo las risas de los vecinos, el agua cayendo del cielo y los arboles meciéndose fuertemente. Era una tarde tranquila, era un día más, un día más de mi miserable día. Hasta que de repe...