SOULMATES

373 43 11
                                    

La ciudad le parecía encantadora, tenía años soñando con conocerla y su oportunidad apareció al salir una beca de ballet de un año en la extravagante isla. Todo era perfecto. Por parte de la Universidad le habían conseguido un modesto y cómodo apartamento en un barrio tranquilo, a unos cuantos minutos del campus, además de que años atrás había tomado cursos de japonés y lo practicaba cuando cantaba openings de sus animes favoritos. Al tener todo listo para el viaje, se despidió de todos sus amigos en Corea y prometió tomar fotos de todo lo que encontrara en el vecino país.

Un día, al caminar por la ciudad –en busca de algún lugar para comer- notó que estaba rodeado de muchachitas con vestidos grandes y muchos accesorios. La mayoría lucían bastante lindas, no particularmente del gusto de Jongin, pero debía reconocer que el maquillaje bien colocado y los tonos pasteles hacían un papel impresionante en las mujeres.

Había de todo tipo: desde niñas con poco maquillaje y vestidos sencillos hasta el más elaborado y fino en confección que Jongin hubiera visto, faldas cortísimas o pantalones estrafalarios también aparecían por montones. También las chicas que ahí estaban no hacían diferencia de formas, tamaños o edades, se notaba la convivencia entre ellas y lo mucho que disfrutaban el poder vestirse a su gusto.

Al notar que no llegaría a ningún lado a tiempo para comer, decidió apresurar el paso, claro, sin dejar pasar a las muchachas que le guiñaban el ojo a cada instante, regresándoles una sonrisa amplia y caballerosa por si no volvía ahí, al menos debía dejar un buen recuerdo.

Al casi llegar a una esquina, una persona en especial capturó su atención. Era una niña bastante alta, casi tanto como él, le daba la espalda al principio, pero giró y se sentó en una banca mientras platicaba con un chico -notoriamente más grande que ella- y daba un trago a la bebida que su acompañante le había ofrecido.

Al girarse y poderla ver mejor, todo cambió. Sus facciones no eran tan delicadas como las de otras niñas, pero se seguía viendo increíblemente bien. Llevaba un vestido rosa pálido con bonitos encajes en las mangas, un collar a juego con un cascabel dorado en el centro y medias blancas -que resaltaban sus hermosas y largas piernas-. Jongin creyó que por sus estatura no necesitaría tacones y estaba en lo cierto, llevaba unos zapatos de piso con un moño beige enfrente, encantadores, concluyó. Su cabello (obviamente una peluca) era rubia, con unos cuantos risos y le llegaba poco más debajo del hombro, si bien, lucía maravillosa con la ropa, aún el pequeño y discreto maquillaje que llevaba le hacía hermosa, única y sobresaliente a todas las demás.

Pero claro, estaba ese gran problema al lado de ella, era un hombre alto y demasiado guapo, casi dándole celos a Jongin. A juzgar a simple vista, ambos se parecían, pero pudo ser esa solo la imaginación de Jongin. Después de contemplarla unos instantes más, decidió que con quedarse con esa imagen de ella le bastaba y siguió con su camino.

Días pasaron y al parecer, Jongin trataba de no recordar a la misteriosa chica pero fallaba totalmente. Las clases ya habían comenzado y ponía muy poca atención. Su mente comenzaba a imaginar qué tipo de vestido usaría ese día aquella muchacha y en eso se le pasaba la tarde.
Tiempo después, un jueves que las clases terminaban antes del medio día, se dirigió a esa concurrida calle de nuevo, con la esperanza de poderla ver una vez más.

Y ahí estaba. Con el cabello y maquillaje igual de exquisitos que la primera vez pero con un vestido lila con mangas largas en blanco y un pequeño sombrero. Todavía la acompañaba el mismo chico, pero la miraba desde un árbol cercano mientras fumaba un cigarrillo, atendía una llamada en su móvil y daba algunas vueltas. Sin querer perder más tiempo, se aproximó a ella, con mucha valentía y con la determinación de por lo menos conseguir su nombre.

[SEKAI] SOULMATESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora