Parte de historia sin título

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Empezó el día en que una de sus calificaciones se redujo unos pocos puntos. Mikaela cargaba con el peso de ser un buen estudiante, ese que dicta la sociedad japonesa.

Sus padres se lo recordaban constantemente, que sería un fracaso si permitía que sucediera lo mismo con las siguientes materias, que trabajaría en un local mediocre y moriría siendo nadie en la vida.

Lo cierto es que sus padres eran muy duros con él, e ignoraban sus sentimientos.
No eran malos padres, sin ellos no tendría un techo, ni comida, ropa, necesidades básicas que como padres cumplían excelentemente.

Pero eran muy toscos en cuanto a demostrar afecto se tratara.

Esa tarde lloró, lloró mucho.

Una desilusión para sus trabajadores padres. Y se prometió no cometer el mismo error dos veces.

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En el Instituto carecía de amigos por su posición de buen estudiante. Por supuesto, no faltaba el que pedía sus apuntes unas horas antes, y como siempre él aceptaba dárselo.

Dejó de comer en los recesos desde que un grupo de matones le quitaban el dinero del almuerzo, y de acusarlos con los profesores acabaría lastimado.

La escuela poco a poco pasó a ser un infierno en la tierra.

Se burlaban.

Si no era por su cabello, tenía que ser el blanco de bromas crueles por sus compañeros de curso.

Recordaba a la perfección una ocasión en que colocaron en su silla un montón de chicles masticados. Duraron semanas para olvidarse de los pantalones manchados y la dificultad que tuvo para pararse.

Cada día sin excepción acababa llorando en su habitación, como una nueva costumbre adquirida.

El bullying no se quedaba en el plantel estudiantil, porque además tenía que soportar los cientos de mensajes ofensivos que recibía desde que salía el sol, hasta que anochecía.

Y así, acabó repudiando asistir a clases.

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Terminó los siguientes cursos con notas regulares, promedio.

Un asco.

Se decidió por irse a mudar a un apartamento lejos de su padres, pensar lo que le deparará el futuro.

¿Pero qué futuro quería tener?

Su mudanza fue pacífica, y creyó que ya lejos de sus problemas podría por fin estar en paz.

Pero solo era el comienzo.

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Cada uno de esos síntomas lo llevaron a la exclusión social.

Salir era una tortura, ir de compras y tener que saludar a la cajera, ver la felicidad de las personas pasar por su lado.

Había empezado a ingerir pocos alimentos.

Una manzana, té verde en cantidades industriales y pastillas.

Tomaba pastillas aunque no las necesitara, porque se sentía perfectamente bien tragándolas a la espera de un efecto que no aparecería.

Comprendió que no le encontraba sentido a su vida, cayendo en la misma depresión de las veces pasadas.

Sin padres, sin amigos.

Revisaba sus redes sociales sin éxito, y el reflejo en la pantalla le produjo tanta repulsión que se obligó a vomitar, a expulsar la única comida decente en ese mes.

Su cabello estaba opaco, y ese hermoso rubio natural ahora eran los restos de la belleza que se esfumaba junto con sus deseos de morir.

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Probó el cutter una mañana antes de su primer día de Universidad.

Un corte.

La cuchilla filosa traspasó la fina piel pálida de su muñeca que sangro en segundos.

El escozor se transformó en calma.

Y la herida dejó de dolerle al cicatrizar a duras penas, convirtiéndose en una cicatriz indefinida.

Lo hizo una y otra y otra vez, los días se volvieron semanas, las semanas meses y los meses años.

Dos años, exactamente.

El tiempo pasaba velozmente, estancado en un fondo del cual no lograba salir.
Y sus incansables deseos de morir aumentaban.

Ni siquiera porque había iniciado una relación con un chico de bonitos ojos verdes.

Lo amaba, en verdad lo amaba.

Pero pensaba que estaría con él para molestarlo, engañarlo y hacerlo quedar en ridículo como todos.

Del mismo modo en que empezó todo, un día acabó sobrepasándose con la cuchilla, hundiéndola hasta llegar a una vena.

No llamó a emergencias.

No pidió ayuda.

De todos modos, si se iba rápido, si no formalizaban nada, no le dolería tanto aceptar su partida.

Porque no tenía más que una vacía vida con complementos que ya no podían hacer nada por él.

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Vengo con una historia cortita uvu)/
Porque necesitaba desahogar una canción que tanto me gustaba, ¿y cómo no? Mikaela es mi blanco el día de hoy (?)

Pronto actualizaré, eso seguro <3

- Alphiara.

AutodestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora