La Pureza del Cristal

Capítulo 2

Todos los rechazados somos una familia, nos mantenemos unidos y nos apoyamos, pero no todos son buenos, hay algunos que no se han resignado a ser despreciados por Cristal, ante la ciudad son simple rechazados, pero para nosotros son traidores, desleales que les importa más suplicar cariño de los dominantes a unirse a sus hermanos, junto con los dankros son las clases más cutres que existen.

Esos horribles ojos negros me mira con furia y una sonrisa de suficiencia, un desleal, Patrick el chico de estatura media con cabello rizado grasoso junto con su nariz en punta y labios resecos, con el que siempre me he enfrentado desde mi llegada a la isla de los unos por la forma en que trata a los otros rechazados creyendolos inferiores.

- ¡Que sorpresa!, la princesita de los rechazados, ¿¡Te has perdido pequeña Luna!? – dice con burla

Me agarra los brazos fuertemente mientras forcejeo para salir de su agarre, pero es inútil, sujeta mis manos a mi espalda y me comienza arrastrar por el camino de tierra.

- Ferrer, se podrán eufórico, no ha tenido ninguna víctima estas semanas, está inquieto por jugar –susurra cerca de mi oído, su aliento me repugna, está muy cerca de mí

- Eres un traidor lo sabes, ¿Cierto? –escupó aquellas palabras con asco- No importa lo que hagas siempre serás un mendigo para ellos –afirmo con odio- Cuando te abandonen no tendrás nada, nuestra isla te odia y los demás igual –quiero provocarlo para dar mi siguiente paso.

Me voltea con furia y me abofetea, estoy indignada, nunca, ni siquiera un dominante me ha golpeado, cansada de esto me urjo a darle un puñetazo en su feo rostro, al ver mis intenciones me voltea rápidamente y me obliga seguir caminando.

- No eres nadie para hablarme mundana –me advierte- camina deprisa quiero disfrutar de tu inminente desgracia.

Cansada de esto doy una patada hacia atrás logrando impactar con su pierna, cayendo del dolor aprovecho mi oportunidad e inicio mi carrera hasta la plataforma, y tomar el tren que está próximo a llegar, pero regreso mi mirada hacia el mirador tratando de levantarse, apresuradamente vuelvo donde él, dirigiendo mi puño contra su rostro golpeándolo con una velocidad y fuerza sorprendente haciendo girar el rostro de Patrick.

Con una sonrisa maniaca reinicio mi carrera acariciando mi puño un poco hinchado y muy rojo por el esfuerzo. Lo escucho persiguiéndome y gritándome.

- ¡Maldita sea!, ¡Regresa aquí! –gritaba como lunático, mientras golpeaba sus pesadas botas contra el suelo. Si sigue así los demás miradores acudirán a su ayuda y estaré perdida, acelerando el paso, vislumbro a unos diez metro las escaleras enrolladas a un enorme y verde árbol que llevan hasta la plataforma.

Alcanzo el primer escalón cuando veo a Patrick salir de un pasadizo muy cerca de mí, acelero a más no poder, por fin diviso la plataforma pero el tren aún no ha llegado, tensándome cuando escucho los pesados pasos cerca.

Examino mis opciones, lanzarme al vacío o bajar a la isla escalando el árbol, los pasos aumentan de intensidad al igual que mi miedo.

- Te tengo, no tienes nada más que hacer, ríndete y talvez interceda por ti ante Ferrer –dice mofándose

Viéndole la cara a la muerte, comienzo a bajar por el frente de la plataforma, agarrándome de las vigas hasta llegar al tronco, refugiándome en las ramas apoyo mi tobillo adolorido y emprendo mi bajada muy despacio y silenciosa.

Distingo unas botas marrones en los últimos escalones, temerosa de que voltee su atención hacia el árbol me escondo entre unas hojas; percibo su caminar recorriendo la corta plataforma.

- Decidiste lanzarte al vacío a enfrentarte a tu castigo, y yo que te creía una cobarde – dijo con una sonrisa mirando a la nada.

Atenta a cada paso, le escucho descender las escaleras, me mantengo en mi lugar hasta que el sonido desaparece. Comienzo nuevamente a escalar para llegar a la plataforma, sosteniéndome de las bisagras logro alcanzar la parte delantera de esta, quedando aferrada solo con las manos, impulsándome boto mi cuerpo hacia adelante para rodar, cuando mi tobillo falla haciéndome chillar del intenso dolor me fuerza a volver a mi posición inicial, aguantando mi peso solo con mis brazos