Burning Love

209 21 12
                                    

por K.C.L

"...Debido a ti, me he arruinado
Quiero parar, no te quiero más
No puedo hacerlo, esta mierda
Por favor no me des ninguna excusa..."

"...Tu frío rostro me dice todo sin palabras
Puedo ver que una ruptura se viene hacia mí como una alta marea
Sé que pronto será lo último, pero no puedo dejarte ir..."

Habían permanecido juntos por un largo período de tiempo. Eran el uno para el otro. Sus sonrisas irradiaban en cada lugar por el que se paseaban. Tenían química. Se amaban. Ambos eran muy similares pero al mismo tiempo distintos. Podían vivir sin el otro no obstante, muy en el fondo, sabían que realmente no podían, mas querían pensar que era posible y que mientras estuviesen juntos disfrutarían; aun a pesar de saber el temerario, oscuro pero inminente final de su historia.

Él era famoso, estaba bajo el ojo público constantemente. Ella era extranjera, trabajaba cerca de él más no con él. Sus trabajos no eran iguales mas eran importantes para el otro. Se conocieron en una práctica. Ella estaba ahí esperando por órdenes de su jefe y él, quien la atrapó en la distancia con su mirada, no pudo dejar de verla ni por un instante. Él era tímido, silencioso y profundo. Su actitud cerca de las mujeres lo ponían incomodo y lo hacían parecer torpe, mas cuando se armó de valor y se acercó a la chica e intento cautivar su atención. De pronto se sentía cómodo y podía notar como sin ninguna razón aparente era feliz, completamente feliz. Él no tenia clara la razón que lo impulsó a aproximarse, mas sentía que muy probablemente aquella decisión definiría el resto de su vida, y no se equivocaba.

Ella se había enganchado a primera vista. Nunca antes pensó eso fuese posible, pero él irradiaba carisma, comodidad, calor sincero y pasión, pasión en todos los sentidos. La atracción hacia él era inmediata, iba más allá de los químicos de su cuerpo que gritaban por su cercanía, iba más allá de las hormonas que la impulsaban a desear tan solo tocar su mano. No, era algo más, como una fuerza cautivadora inexplicable que la arrastraba de forma mágica hacia él. Como si el destino finalmente se hubiese encargado de unirla a su otra mitad. Y estaba segura, segura desde la primera sonrisa, que aquella fuerza que no la dejaba despegar su mirada del chico, cambiaría su futuro para siempre, y tampoco se equivocaba.

Fue cuestión de días para que se volvieran cercanos y comenzaran a buscar la cercanía del otro. Intentaban frecuentarse el uno al otro. Disfrutaban de hablar durante horas por el teléfono. Se escapaban entre descansos de sus obligaciones y se sentaban en la azotea de un edificio a platicar, presenciando cálidos y naranjas atardeceres y más de una vez, fríos y azules amaneceres. Con el poco tiempo el cariño aumentó, más ya era demasiado tarde para ambos, no había vuelta atrás. Las miradas y sonrisas que intercambiaban frecuentemente se obviaron entre la gente. Su coqueteo iluso y la preocupación constante y sincera por el otro de pronto comenzó a hacerse notar y por supuesto, sus mismos sentimientos comenzaron a aclararse en sus mentes, haciéndolos caer en cuenta de la realidad a la que se enfrentaban. Ambos se amaban con locura, mas sus ocupaciones, sus vidas profesionales se interponían la una con la otra.
Había demasiado en riesgo y no era justo para ninguno de los dos tener que llevar una vida de secretos y mentiras para herirse el uno al otro. Las personas cercanas a ambos les recomendaban ser sinceros con el otro, confesar, pero ambos tenían presente que sus vidas jamás podrían juntarse sin perjudicar al otro de alguna u otra forma. Sabían que era un laberinto sin salida. No había escapatoria.

Uno de tantos días ambos se encontraban solos a altas horas de la noche en el edificio donde ambos trabajaban. Él estaba solo en un salón de prácticas. Ella estaba por terminar su turno e irse a su casa. Ella se paseó cerca del salón y ahí estaba él, sentado en el suelo, recostado a un gran espejo, mirando su reflejo en el espejo contrario. Tenía un encendedor en la mano el cual encendía y apagaba al igual que una luz. La llama, apareciendo y desvaneciéndose al contar 1, 2 ,3... al igual que el compas de una canción.

Burning LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora