Entrar en depresión no es para nada como se lo describe en una cantidad incontable de imágenes en tumblr u otras redes sociales.
Es más bien sentir como te vas desmoronando.
Como cada cosa que antes parecía ayudar, ya no lo hace.
Es sentir como tu capacidad de amar algo se vuelve prácticamente nula por una tristeza cegadora.
Las cosas no dejan de tener sentido, a ti dejan de importarte.
Es ver como cada cosa alrededor se rompe contigo, es sentirse débil todo el tiempo.
Quizá, si por un lado pudieses dejar todo de lado lo harías.
No se puede.
Nada es tan fácil.
No es como si te dolerá fingir estar contento, aunque si lo hace, no es lo peor.
Lo peor es verte al espejo y notar cada cicatriz.
Lo que realmente duele es saber que te estas consumiendo en esto.
Que nunca vas a ser mejor.
Nada va a cambiar por que tu así lo quieras.
Te duele aceptar que tu final, no será el final de la vida como la conocemos.
Quieres acabar con todo.
Quieres sentir como todo finalmente desaparece.
Se desvanece junto contigo.
Te vuelves conformista.
Aprendes a vivir con todo lo que alguna vez te molestó de sobremanera.
Sientes como lo que queda vivo dentro de ti, se rehúsa a rendirse, como todo lo demás ya ha hecho.
Esa pequeña parte viva te mata.
Te destruye.
Esa pequeña fracción de tu ser que esta aferrada a la vida, es la más grande razón de tristezas.
Podrás sonreír de vez en cuando.
Podrás hacerte daño.
Podrás reír algunas veces.
Nada de eso va a hacer que el vacío enorme que hay en tu mente y pecho desaparezcan.
Nunca se van a ir.
Tus demonios claman por salir.
Y lo harán por años, hasta que los liberes.
O los mates.
