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Capitulo I: "Yo te voy a cuidar" 

Era una calurosa tarde de marzo, donde la luz del sol irradiaba sobre la casa de las hermanas Dietz, tiñendo las paredes en tonalidades doradas. Victoria, la hija mayor, una joven de mirada aguerrida y cabello castaño, estudiante de Derecho en una de las mejores universidades de Chile, sugerìa una idea que cambiarìa sus vidas para siempre. 

La matriarca de la familia, Ernestina, una mujer dulce y apacible, asentía con cariño a la propuesta de Victoria. La más pequeña de la familia, Amalia, con sus ojos llenos de brillo y entusiasmo, se sumaba a la sugerencia con alegría llevando una sonrisa cautivadora. 

"¿Y si damos una vuelta en el auto? Yo ya sé manejar y puedo llevarlas", proponía Victoria con entusiasmo, su voz resonando en la acogedora sala de estar. La idea tuvo una buena recepción por parte de su madre. Ernestina le pasó las llaves del automóvil a su hija mayor,  prometiendo así una tarde llena de risas y complicidad, las tres mujeres se encaminaron hacia el vehìculo que se convertirìa en el testigo silencioso de su destino.  Ernestina observaba a sus dos hijas con mucho orgullo, especialmente a la mayor, quien ya sabía manejar y estaba ad portas de convertirse en una mujer profesional. 

VICTORIA

(Bromeando)

Prepárense para la mejor conductora del mundo.

Ernestina y Amalia ríen, disfrutando del paseo improvisado. El sol ilumina sus rostros, y la brisa juega con sus cabellos mientras recorren caminos familiares.

ERNESTINA

(Feliz)

Esto es maravilloso, chicas. No hay nada como pasar tiempo juntas.

El momento se convierte en un recuerdo precioso, capturado en la instantánea de una familia unida.

Ext. Carretera - Atardecer

La carretera se extendía ante ellas, un camino que, hasta ese momento, solo conocían como sinónimo de alegría y paseos familiares. Pero en ese atardecer, la realidad daría un giro inesperado, desgarrando el tejido de la felicidad.

Un estruendo, un choque repentino, y la risa se silenció. El automóvil, ahora inmóvil en el camino, se convirtió en el epicentro de la tragedia. En el crepúsculo que marcó el fin de la felicidad, Ernestina y sus hijas, atrapadas en la oscuridad de la desesperación, enfrentaban la realidad desgarradora.

"Mamá", murmurò Victoria asustada. Mientras Amalia, la pequeña, buscaba respuestas en los ojos de su madre. Mamita, no me dejes sola. Por favor, decía Victoria.  Amalia no entendía mucho. Estaba aterrorizada. solo miraba a su madre rogando que por favor no cerrara los ojos. 

Ernestina luchaba por mantener la compostura, pero la tragedia ya se había apoderado de ese rincón familiar. "Victoria, Amalia", susurró con la voz amordazada por el dolor. Victoria atinò a llamar a una ambulancia. Los paramedicos llegaron, esperando que no fuese demasiado tarde. 


Int. Clínica Central de Santiago 

Los pasillos resonaban con un silencio inquietante, solo interrumpido por el suave murmullo de las máquinas y el débil susurro de voces apagadas. Victoria se encontraba al lado de la cama de su madre, Ernestina, cuyos ojos reflejaban la lucha contra el dolor y la resignación.

VICTORIA:(Con voz entrecortada)

 Mamá, por favor, aguanta. Todo estará bien, lo prometo.

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⏰ Last updated: Jan 21 ⏰

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Fragmentos de silencio | ¿Qué hubiese pasado si...?Where stories live. Discover now