'¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?" Dijo el hombre: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí." Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer: "¿Por qué lo has hecho?" Contestó la mujer: "La serpiente me sedujo, y comí".'
Génesis 3, 11-12-13
Una pequeña serpiente del desierto cruzó velozmente la carretera. Lucía un sol abrasante, que se reflejaba sobre el asfalto. Hacía ya un rato que Michael no había visto ningún coche cruzarse en su camino. Había dejado ya la carretera número 10, que cruzaba el estado de Arizona desde Los Ángeles hasta más allá de Nuevo Méjico. Desde que se había incorporado a la US-70 apenas se habría cruzado con cuatro vehículos. Iba camino de Duncan.
Para Michael, que vivía en Phoenix, Duncan era un pequeño cacho de desierto más que habían intentado urbanizar. Si no fuera porque, salvo esos viajes, nunca salía de Phoenix, se hubiera vuelto loco en aquel estado. Michael odiaba el desierto.
Cuando conducía por aquellas carreteras alejadas de la mano de Dios, que cruzaban Arizona por paisajes desérticos tan típicos del estado, siempre acababa recordando esas excursiones de cuando era niño con su padre al Gran Cañón.
Su padre era indio. Se había casado con una investigadora norteamericana que conoció durante una excavación arqueológica. Siempre habían sido una familia muy tradicional y respetuosa con la cultura paterna y Michael siempre se había avergonzado de ello hasta el punto de dejar de hablarse con nadie de aquella parte de la familia. Únicamente viajaba una vez al año a Duncan, en verano, para ver a su sobrina.
Su hermano Bill había muerto muy joven, dejando solas a su mujer y su hija y, aunque ambas eran claramente de raza india, Michael se había hecho cargo de parte de los gastos de la educación de su sobrina. La madre de Michael siempre decía que él se sentía culpable por no haber acudido junto a su hermano cuando agonizaba.
A lo lejos Michael vio un camión acercarse en la otra dirección e hizo una mueca de alivio. Hacía tanto tiempo que no veía otro automóvil por aquella carretera que había comenzado a preguntarse si no conducía por la luna. "Seguro que ahí arriba hay más movimiento que en este maldito desierto", pensó.
Entonces, cuando ya se acercaba el camión, un gran perro negro se detuvo en la carretera frente al coche de Michael. Éste dio un volantazo para esquivarlo ante la atenta mirada del perro, que ni se inmutó.
El golpe fue brutal. El descapotable rojo de Michael fue literalmente escachado contra la cabina del camión, que no tuvo tiempo ni de frenar.
Tras unos largos minutos, Michael levantó la cabeza despacio. Una gran humareda salía del morro aplastado de su automóvil. Los cristales se habían hecho añicos y él mismo empezó a sentir claustrofobia en el interior del vehículo. Abrió la puerta del coche y salió lentamente, al tiempo que el camionero buscaba su teléfono móvil gritando "Dios mío".
-Estoy bien, amigo. – dijo Michael, andando hacia el camión. – Es increíble, pero no tengo ni un solo rasguño. – añadió observándose los brazos con asombro. Ni tan siquiera tenía un corte y eso que la luna del coche se había hecho pedazos y muchos cristales habían caído al interior. Pero el camionero no parecía prestarle atención. – Ha sido ese maldito chucho.
Michael se dio la vuelta buscando al animal. El perro seguía en el mismo sitio. No se había movido un milímetro. Ni siquiera había cambiado de posición, pero lo miraba fijamente.
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DESTINOS I: El Pecado Original
RomanceEl Ángel Negro es una criatura sobrenatural muy poderosa. su misión es transportar las almas de los difuntos hasta la Planicie del Juicio, donde Uriel y Mefistófeles se disputan su entrada en el Cielo o el Infierno respectivamente. Es bueno en su tr...