Día uno, todo nace, todo es paz en éste espacio vacío de frases, la música no me conoce y dejaré que pase, que suene entre mis altavoces pero no me cace, y sé que si amanece no habrá enlace, ni esa musa que amanece con el roce de esa voz que me complace, que me hizo cómplice del baile entre mi trazo y su belleza y la destreza que adquirió por encontrarle.
Y como dos enamorados, abrazados al pecado, ella me gritaba: ¡vamos! hazme el amor con el piano, mientras jugamos con cuidado, y sin mejor regalo que soñar despierto disfrutando de lo que amo, y dime entonces que ha pasado, no buscaba nada de esto, no queda nadie a mi lado sólo montones de textos, vivo en mi cuarto encerrado, paso el tiempo con mis versos, enganchado por completo a dialogar con el cuaderno, y tengo miedo a verme solo, a que éste dolor que yo me ocasiono, me acabe matando si ni lo controlo, nado entre éste lodo y ya probé mil modos de salir de aquí y me vi por fin jurar que si, que lo iba dejar del todo.
Pero siempre llega a tiempo y me sujeta y dice: ¡venga! no te rindas nunca Juanan, sabes bien cual es tu meta, coge el boli y la libreta, plasma realidad en letras, deja lo demás atrás y verás que cantar te completa.
Y si me llaman loco de atar mejor que me aten que voy a seguir escupiendo verdad hasta que ésta me mate que así delate que me late que voy a ganar mi combate sin música de escaparate, logré dar el cien y en la sien de quien dijo "a tu rap que le den" ¿y ahora qué? mirame bien yo sé bien que lo que escribiré acabará por ser...
ETERNO.