uno.

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07:30 p.m. 

Solo dos horas más, y podría irse tranquilo a su casa a dormir, ver televisión, o cualquier otra cosa que no implicara demasiado esfuerzo. Louis estaba totalmente agotado, y aunque ya comenzaba a acostumbrarse a sus largas horas de trabajo, no conseguía mantenerse todo un día con ánimos. Su día era lo más monótono que podía ser: se levantaba, iba a su trabajo, llegaba a su casa y dormía.

¿Acaso existía una vida más aburrida que esa? Posiblemente no.

Aunque las horas que le tocaba trabajar fueran muchas, aquello le favorecía. Veía a demasiada gente, cada día más que el anterior, y aunque le costara admitirlo, uno que otro hombre le provocaba deseos que hace mucho nadie lograba despertar en él, y es que la homosexualidad no era algo que se notará a simple vista en un hombre como Louis, él era la masculinidad en su máximo esplendor. Nadie nunca podría sospechar que él se sentía atraído por personas de su mismo sexo. No a menos que lo demostrara.

Esa era la justa razón de por qué no tenía una relación hace mucho tiempo.

—Te llevaré con el guardia pequeño, él te ayudará a encontrar a tu mami.

Una alta mujer de facciones asombrosas y linda sonrisa se acercaba con paso lento hacia Louis, mientras traía de la mano a un pequeño e indefenso niño, con hermosa cabellera de rulos, y enormes ojos esmeralda, que se posaron en Louis con curiosidad en el instante en que llegaban frente a él.

—Disculpe guardia, este pequeño ha perdido a su madre, supongo usted podría ayudarlo a buscarla, ¿verdad?

Louis le mostró una sonrisa fingida a la mujer frente a él, consciente de que tendría que hacerse cargo de un pequeño mocoso despistado que tenía como madre a una irresponsable persona.

—Claro que sí, señorita.

—Gracias guardia, aquí le dejo a él niño —dijo ella, mientras el niño admiraba con atención el hermoso rostro de aquel hombre frente a él. Y es que jamás había visto a una persona tan hermosa en sus cortos 8 años.

¿Qué le pasaba? No podían gustarle los chicos... ¿verdad?

La pequeña mano del niño que antes se encontraba apretando la de la mujer, ahora se encontraba tomando con seguridad la enorme mano de Louis.

— ¿Cómo estás pequeño? ¿Cuál es tu nombre?

—Ha... Ha... Harry.

—¿Qué pasa pequeño? No tienes por qué tener miedo, encontraremos a tu mami, ¿está bien?

El niño se limitó a asentir frente al guardia, mientras mordía inconscientemente su labio inferior. Louis lo tomó en sus brazos, mientras el infante enrollaba sus piernas en el cuerpo del guardia, acomodándose. Pero no esperaba encontrarse con que el movimiento que hacía Louis al caminar provocaba un pequeño roce en su entrepierna, que lo hizo enrojecer de vergüenza... y excitación.

De pronto, un leve jadeo se escapó de los diminutos labios del pequeño, alertando a Louis de que algo extraño le pasaba.

—¿Qué te sucede pequeño? ¿Estás bien?

El sonrojo aumentó a un color mucho más fuerte en la cara de Harry, al no encontrar una respuesta adecuada que darle al guardia.

—Y-yo...

—¿Qué sucede, eh?

Harry arrastró con rapidez sus manos sobre su ropita limpia, quitando el sudor que en ellas se encontraba.

—Harry, ¿qué te pasa?

—Es... Es que... es que tengo calor, guardia.

Louis sonrió con tranquilidad ante la respuesta del pequeño niño, y es que aquel extraño jadeo le había preocupado, había jurado que aquel respiro agitado no se debía a simple calor.

Al menos no calor por la temperatura que había en el centro comercial.

—Esta bien pequeño, ven conmigo.

El guardia intentó tomar en brazos a Harry, mas el chico se negó. No quería sentirse incómodo nuevamente.

—¿No quieres venir conmigo pequeño?

Harry asintió frenéticamente, más responder no pudo; simplemente tomo la mano de Louis, y lo siguió.

Guardia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora