El fruto de un árbol

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El polvo que dejaba tras de si el animal cubierto de un bonito pelaje claro, convertía aquella imagen de huida en algo totalmente borroso, como un simple recuerdo... Se notaba que el caballo comenzaba a cansarse, la persona que lo llevaba lo sabía perfectamente, pero debía exigirle más movimientos rápidos sino quería ser devorado por aquella criatura gigante que dejaba tras su paso más de un área del denso bosque en llamas, de tal manera que en pocos segundos el bosque se incendió. Aquello complicó más las posibilidades del aventurero para poder escapar, muchos árboles incendiados caían en frente del caballo que asustado por el fuego, saltaba aterrorizado con muchas dificultades casi cayendo al suelo, de tal manera que su dueño rozaba su capa sedosa granate contra el suelo. En una de esas caídas aquel hombre perdió la capa, mostrando su verdadera imagen. Una bella mujer de largos mechones rubios rizados con un hermoso vestido blanco, mostraba su rostro pálido con unas mejillas rosadas explicando su estado de preocupación. La posición de sus brazos hacía pensar que llevaba algo consigo, y evidentemente, así era. Un niño envuelto en ricas telas de color blanco puro dormía como si nada estuviese ocurriendo en ese mismo instante.
Cuando la mujer giró su cabeza para averiguar la posición de la criatura, el caballo tropezó con la raíz de un viejo árbol que sobresalía al exterior de la tierra, provocando una caída total del caballo y una voltereta en la mujer que inmediatamente y sin soltar al niño echó a correr en el mismo sentido en el que el caballo lo intentó. Al mismo tiempo buscaba un escondite donde esconderse del gran monstruo que les perseguía.
Cuando al fin lo encontró, la escamosa criatura supo que sus presas se habían detenido en alguna parte, por lo que inmediatamente descendió para buscarlos. Como no los encontraba extendió sus alas y lanzó un rugido que abrasó todos los árboles que se presentaban frente a él.
La hermosa mujer sabía que en algún momento les encontraría, asi que decidió dejar al niño escondido en un matorral y dejando caer una lágrima sobre la tela del niño, se lanzó a por el dragón desenvainando una daga que llevaba consigo. Le clavó la daga en la espalda, rompiéndole a su vez un ala, a lo que el monstruo respondió con una grave llamarada que impactó de lleno en ella, que cayó al suelo, cerca de un riachuelo un segundo antes de que la criatura desapareciera en polvos mágicos amarillos. Inmediatamente se empezaron a oir llantos de un bebé que no recibía respuesta. Tras un día completo el paso de un ejército y el ruido que hacían con sus escudos aumentó el grado de llantos en el bebé.

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⏰ Última actualización: Mar 20, 2016 ⏰

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