El Miedo.

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Lo único que tenía en mente era beber. ¿Y qué mejor lugar que el único bar de su barrio abierto a las cuatro de la mañana? Seguramente llegaría tarde al trabajo, pero le importaba una mierda. Solo quería beber y dejar de pensar en ella, la chica que le vuelve loco.

Entro en el bar tambaleándose. Cuando el camarero posó su mirada en el sabia que iba a ser una larga noche. Tayler se sentó en el taburete más alejado de la puerta, no quería verse obligado a abandonar aquel local por el sentimiento de arrepentimiento.

Levantó una mano, haciéndole saber al camarero que quería una copa. No iba a ser la primera ni la ultima de esa noche.

Tayler giro la cabeza hacia un lado y después hacia el otro, comprobando que se encontraba solo en aquel antro. Claro, ¿quien iba a venir a beber un martes a las cuatro y doce de la mañana? Solo el.

El sonido del cristal chocando con la fina capa de Barniz que cubría aquella barra de madera falsa hizo que Tayler dejara de pensar en si hacia bien al quedarse hasta tan tarde bebiendo.

Sin pensarlo agarró bien fuerte la copa con las dos manos, le dio una vuelta contemplando aquel liquido ligeramente rosa y cerrando los ojos vertió todo el liquido en su garganta. Volvió a mirar al camarero y asintió para que le trajera otra.

Volvió su mirada hacia la izquierda, y se dio cuenta de algo que no había visto antes. Era ella, Cami, en la puerta de aquel asqueroso bar. Ella buscaba un lugar libre para sentarse, aunque el bar estuviera vacío ella buscaba el sitio perfecto. Cuando Cami iba a mirar al lugar donde estaba Tayler, el giro rápidamente la cabeza mirando fijamente hacia la madera de imitación, contando las rayas que los cristales rotos habían creado. Pero antes de que se diera cuenta la tenía al lado, sin creerlo tenía al lado a la chica mas maravillosa que había conocido en años. A la chica de la que llevaba enamorado desde que eran pequeños hasta ahora. Sin girar la cabeza la miro, ella solo contemplaba los tatuajes del chico que tenía al lado. Repasaba con la mirada cada una de las líneas tatuadas en el brazo musculado de aquel chico, sin saber que el no hacia nada mas que fantasear con ese momento. El momento en el que ella se pare a ver todos y cada uno de sus tatuajes, y los repase delicadamente con sus finos dedos. Pero el sabia que eso no iba a suceder. Maldita sea, ella no tiene ni idea de lo que siente, si lo supiera... Si de verdad lo supiera todo no estaría sentada a su lado, huiría de el. Si supiera todo lo que hace en su tiempo libre no estaría tan tranquila por estar sentada a su lado. Si supiera odas las bocas que ha partido, las narices y huesos que ha roto...

El camarero volvió a ponerse enfrente de ellos, pero no para servirles otra cosa, sino para indicarles que era hora de que se fueran a casa.

Cami se levantó haciendo que el pequeño bolso volviera a colgar de su delicado hombro. Tayler hizo lo mismo, pero lentamente, analizando cada movimiento que hacia la chica que tenia delante. Observaba como sus brazos se movían a la par con sus perfiladas piernas. Ya se le comenzaba a notar todas esas horas que echaba en el gimnasio, y todas aquellas tardes que Tayler faltaba a los ensayos para verla a ella.

Cami abrió la puerta y el frio viento les golpeó en la cara. Aunque estuvieran en Abril hacia el frio suficiente como para llevar el abrigo. Ella se dirigió hacia su coche, aparcado al lado de una farola, mientras el se alejaba pegado a la pared, para evitar caerse.

"Tayler" al principio creyó que todo era fruto de la borrachera y que ella no le había llamada por su nombre, pero volvió a hacerlo, le llamo. Cami de verdad se sabia su nombre y eso en parte, le hizo el chico mas feliz en aquel momento.

Se giró como pudo y se quedo mirándola. Ella con un simple gesto de cabeza le indico que se subiera al coche. ¿Iba a llevarlo hasta su casa? Tayler no se lo pensó un segundo, no quería pasar frio. Poco a poco y con cuidado abrió la puerta del acompañante y se subió.

¿Y que si la conocía poco? Puede que no pasará con ella todos los días, ni siquiera un día a la semana. Pero sabia todo lo que la podía hacer feliz y aquellas pequeñas cosas que le hacen rabiar. No soporta el café por las mañanas, y ama esos días de invierno, sobre todo cuando llueve, y se tapa con la manta acompañada de un buen libro.

Cami introdujo lentamente la llave para que el coche funcionara, y enseguida apago la radio. Lo ultimo que quería era escuchar canciones sobre lo maravillosa que es la vida. Condujo por el asfalto casi congelado. Tayler no decía nada, simplemente disfrutaba el momento, se fijaba en cualquier detalle que el coche pudiera tener. Incluso aquel diminuto peluche en la parte trasera, también observaba por la ventana cada árbol, cada copo de nieve que se quedaba enganchado al cristal y poco a poco se iba deshaciendo. Simplemente quería recordar ese instante toda su vida, deseaba que la carretera se hiciera eterna para poder estar siempre a su lado.

Se giro para mirarla un instante, pero fue mas tiempo de lo que quería. Sin darse cuenta no podía apartar la mirada de su rostro, no podía dejar de seguir con los ojos la línea de sus labios, ni dejar de mirar sus largas pestañas impregnadas de mascara negra. Simplemente no podía. Se sorprendió al ver que los labios de Cami se curvaban hacia arriba. Ella lo sabia, sabia que el la miraba y eso le gustaba. Mas que gustarle, le ponía nerviosa.

El se dio cuenta y, muy a su pesar, dejo de mirarla. Prometiéndose a si mismo que no seria la ultima vez que lo haría, aun sabiendo que posiblemente rompa su propia promesa. ¿Por qué no podía decirle todo lo que sentía? Así, sin mas, decírselo todo de golpe. No lo sabia, pero no podía. El miedo a ser rechazado, el miedo a como pueda reaccionar. El miedo a que cuando se lo diga, ella cambie su manera de mirarle cuando se cruzan en la calle, o en el bar. Miedo a que no quiera sentarse nunca mas a su lado, y lo que es mucho peor, a que nunca mas le vuelva a ofrecer llevarle en coche a casa cuando su estado no sea el mas idóneo.

Pero como bien sabe mucha gente, quien no arriesga no gana. Esa frase se repetía una y otra vez en su cabeza, no dejaba de darle vueltas, no sabia que hacer. Podía arriesgarse y fracasar, lo que significaría perder a la mujer que siempre había amado. Pero también podía arriesgarse y ganar, algo que siempre a querido y que es su mayor sueño.

Pero, ¿Cómo iba a decírselo? Si solo con mirarlo su voz temblaba. Ni siquiera podría acabar de decir una oración completa sin tartamudear, y eso le haría quedar peor aun.

Ella, concentrada en el asfalto, paró enfrente de un edificio viejo y poco iluminado. Puso el freno de mano y dirigió su mirada hacia el, el chico borracho, pero que seguía siendo perfecto para ella. No sabia si decirle que no había entrado a ese bar por casualidad, no sabia si decirle que había esperado este momento muchos años y que detestaba que estuviera acabando. Pero ella también tenia miedo, miedo a que el pudiera reírse de sus palabras, miedo a que no la tomara enserio. Sus amigas no paraban de decirle que no era un buen chico, que no debía juntarse con el. Pero ella sabia, y estaba segura de ello, que detrás de todo ese papel de chico malo, escondía un gran corazón y ella estaba dispuesta a lo que fuera por verlo. Pero no sabia que el miedo pudiera pararla.

El la miró una vez mas, sabiendo que posiblemente esta seria la primera y ultima vez que la vería tan cerca, aunque se intentaba auto convencer de lo contrario. Sabiendo que cuando subiera a su asqueroso piso, se derrumbaría al conocer la cruel verdad. Volvió a dirigir su mirada al suelo, sin saber que decir o hacer.

Pero al fin se decidió. Puede que no fuera la mejor opción, pero fue la que el creyó que era mejor para ella. Simplemente se limito a abrir la puerta del coche y subir a su piso. Ni siquiera le dio las gracias por llevarle, el sabia que en un futuro se lo agradecería. Se quedo esperando en la puerta esperando a que el ascensor llegara para subirse a el, pensando si ha hecho bien. Pero el sabia que una chica como ella no puede acabar con un chico como el. Una chica que es estudiosa, responsable, buena chica, no hace estupideces, una chica perfecta, no puede acabar con un chico que no tiene ni la primaria, que se mete en todos las peleas que hay, puede que no las empiece pero si las acaba, un chico que no hace nada mas que beber, un chico perfectamente imperfecto. No podía hacerle eso a ella, la amaba tanto que quería alejarla de todo lo malo, quería alejarla de el y lo estaba consiguiendo.

En cambio, ella se quedo en el coche, no se movió ni un milímetro después de que Tayler saliera de su coche. Puede que todas sus amigas tengan razón y que el no sea el mejor chico del mundo, pero ella sabia que algún motivo tenia que tener para que se comportara así. Pero había una cosa que evitaba que ella se acercara mas, el miedo.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2016 ⏰

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