La joven princesa del Imperio Kou se encontraba sentada en un banco de piedra de su enorme jardín arrancando pétalos de una flor amarilla pequeña. Cuando desnudó la flor, dejó un largo suspiro amargo y se agachó para coger otra y hacer lo mismo, esta vez, una blanca. Movía los labios, como si hablara pero no emitía sonido alguno, solo para sí misma. Rápidamente terminó de sacar todos los pétalos y sonrió emocionada. Siguió y siguió intentándolo una y otra vez, alegrándose o deprimiéndose de manera continua.
Judal, el oráculo del Imperio, caminaba por el tejado, justo encima de la habitación de Kougyoku. Tenía las manos apoyadas en su cabeza y masticaba una espiga de trigo. Últimamente no tenía nada de trabajo ni nadie reclamaba sus servicios, igual que Hakuryuu estaba desaparecido para hacer quién-sabe-qué-cosas y le pidió al magi que no interfiriera en sus asuntos privados. Esos días para él eran todos iguales: aburridos y largos. Solo se sentaba en el césped a contemplar el inmenso cielo o se dedicaba a molestar a los sirvientes del palacio, aunque Judal se cansaba enseguida.
El magi visualizó a la princesa haciendo muecas mientras sostenía una flor. Se rio de ella y se sentó en la cubierta con las piernas cruzadas y escupió lo que llevaba en la boca. La observó por minutos teniendo una enorme sonrisa siempre dibujada en los labios y de vez en cuando soltaba alguna risa, hasta que Kougyoku cogió un brote y le salió una abeja. Ella salió corriendo y gritando como una niña pequeña y eso provocó una gran carcajada a Judal. La pelirrosa escuchó eso y se giró hacia dónde provenía ese sonido y vio a su "amigo" arriba en el techo riendo sin parar. Ella hinchó los mofletes y se cruzó de brazos algo indignada mientras gritaba que bajase. Él le hizo caso al momento y cuando se paró enfrente de ella se limpió algunas lágrimas que le había producido la risa y apoyó su mano derecha en la cabeza de la contraria.
- Vieja, eres muy graciosa.
Kougyoku apartó la mano de Judal con brusquedad y le dio la espalda empezando a caminar.
- ¡Deja de reírte de mí! ¡Y no soy vieja! – refunfuñó.
Judal volvió a sonreír y con magia de levitación se colocó delante de ella en menos que dura un pestañeo. La princesa se sorprendió al verlo con esa sonrisa traviesa y le asustó un poco.
- Ven conmigo – tomó su mano antes de escuchar su respuesta.
Empezó a volar y para que ella no estuviese incómoda pasó su mano por la cintura, juntándola más hacia él. Kougyoku se extrañó ante su gesto, puesto que no era muy propio de él intentar protegerla, siempre la molestaba. Ella le miró frunciendo el ceño y él soltó una carcajada.
- ¿Por qué pones esa cara? ¿Acaso quieres que te deje caer? – aflojó su agarre para gastarle una broma y Kougyoku se aferró a su cuello, haciendo reír de nuevo al moreno - ¿Ves? ¡Tú no puedes volar! Además, tengo que protegerte o tus hermanos son capaces de matarme – contestó divertido.
La princesa rodó son los ojos. Era el mismo Judal de siempre, egoísta y egocéntrico. Tras pocos minutos de vuelo, llegaron a una alta montaña sin apenas vegetación. Una espesa niebla rodeaba el lugar, haciéndolo aún más siniestro de lo que era. Kougyoku empezó a tener miedo y cogió el brazo de él. Éste intentó apartarse, pero ella lo tenía bien cogido, así que tan solo suspiró. No es que le molestara el agarre, simplemente le ponía nervioso.
- ¿Por qué me has traído aquí, Judal-chan? ¡No me gusta este sitio!
- Para hacerte una prueba de valor – dijo sin más.
A la pelirrosa le dio un escalofrío. Nada bueno podía salir de aquello.
- ¿P-por qué...?
- Quiero ver si realmente eres merecedora de tu djinn o no – era mentira. Solo quería verla temblando de miedo y luego pedir ser rescatada para después burlarse de ella. Así era él.
Tragó saliva y aceptó tras pensárselo muchas veces. "Me está probando... voy a demostrarle que soy digna de Vinea", pensaba para darse ánimos.
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Kougyoku se encontraba sola en una cueva que Judal le dijo. Lo único que tenía que hacer era llegar a la cima de la montaña. ¿Por qué había aceptado la tonta propuesta de Judal? Simple, no quería que la viera como una cobarde. Realmente ella no le temía a la oscuridad de esa cueva ni a posibles enemigos. Su mayor miedo era quedarse sola para siempre, pero sabía perfectamente que luego de esa prueba volvería sana y salva a su casa con sus hermanos y, con suerte, podría ver su amigo Alibaba.
Judal, por otra parte, solo estaba flotando y observando esa montaña. Había ido miles de veces, así que se la conocía a la perfección; era imposible que se perdiera. La había inspeccionado de arriba abajo, todas las cuevas y túneles posibles desde que llegó al Imperio Kou. Nunca había llevado a nadie a ese monte porque era su preciado secreto. Allí podía sentirse libre porque se identificaba con la naturaleza que habitaba en ella: no había nada vivo, solo cosas siniestras y aterradoras, como él se sentía. Estaba impaciente para que Kougyoku saliera de la cueva y llegara al Bosque Blanco, como él lo había llamado. De hecho, ni se podía considerar un bosque, era todo rocas puntiagudas y largas que simulaban árboles mientras una pesada niebla impedía la visión. Si entrabas allí, tenías que vigilar todo; el campo de visión era tan malo que solo podías ver dos pasos por delante de ti y, sin darte cuenta, podía haber una roca capaz de apuñalarte en el corazón.
Realmente el magi era un ser cruel y despreciable, pero confiaba muchísimo en Kougyoku y sabía que ella sabría pasar sin problemas ese bosque. Pero pasaron un par de horas y la princesa seguía sin salir de la cueva. Eso le provocó un sentimiento de decepción. ¿La princesa del Imperio Kou, quien poseía un djinn, le había sucedido algo? Judal rio amargamente.
- Los humanos son débiles...
Cuando decidió acercarse al principio de la cueva para entrar en ella, escuchó unas voces no conocidas.
Este fanfic solo tendrá dos partes, es muy corto, pero tampoco quería hacerlo un oneshoot :') Espero que os guste la primera parte, en unos días subiré la otra^^
Rach.
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Luz en su oscuridad [JuKou]
Fanfiction"Judal se da cuenta de que Kougyoku es mucho más importante para él que todo el resto del mundo cuando ella se ve envuelta en un peligro. El magi temió perder a la chica, a su luz, se desesperó por intentar rescatarla, aun si mataba a miles de hombr...