Día 108

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Unos golpes en la puerta me despiertan de un susto.

-¡Quiero ayudar!- grita alguien al otro lado de la puerta mientras la sigue golpeando cada vez más fuerte.

-¡Largo de mi casa!- le grito mientras me acerco a la puerta.

-¡Quiero ayudar!- repite haciendo caso omiso a mi petición.

-¿No me escuchó?- digo mientras me asomo por la mirilla de la puerta por la que puedo observar a un hombre con la cara demacrada.

-Bueno aunque no me deje ayudarla lo haré de todos modos- dice mientras una lágrima se escapa de su ojo izquierdo, busca algo en su bolsillo trasero sacando un revolver el cual coloca en su cabeza y sin ninguna duda jala el gatillo esparciendo una mancha roja en la puerta.
No puedo evitar que un grito se me escape, nunca lograre sacar esa imagen de mi cabeza. Un hombre se acaba de suicidar enfrente de mi diciendo que me quería ayudar pero ¿Con que me ayuda suicidándose? Tal vez a dejar sangre en la puerta.
Sangre...
No puedo creer que esté pensando esto pero la sangre es un líquido que podría prolongar un poco más mi existencia en este planeta, además la carne puede alimentarme.
Abro la puerta encontrando al otro lado el cadáver desplomado en el suelo, lo tomo de sus brazos y lo arrastro hasta la sala cerrando la puerta detrás de mí.
Tomo un cuchillo de la cocina y me dirijo hacia el cadáver apunto de hacer una incisión en su abdomen.

-Voy a cometer canibalismo.
-Sí, pero esto puede prolongar mi vida.

Bajo el cuchillo haciendo un corte largo por el abdomen, meto mis manos abriendo más la incisión, la sangre brota a montones lo cual me permite llenar un vaso.
Le doy un trago y aun que tiene ese sabor metálico de la sangre y me produce mucho asco pero sacia mi sed.

Hasta la última gotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora