No bajo nuestro techo.

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Diana se pasó todo el camino de vuelta pensando en David acompañada por la canción de Obstacles de Syd Matters; también le daba vueltas a como podría decir a sus padres su nueva afición, sabía perfectamente que de primeras se negarían rotundamente, pero a lo mejor si les insiste un poco recordándoles sus recientes buenas notas y excelente comportamiento puede que su rígido pensamiento se ablande un poco, después de sacar esa conclusión se despreocupó por completo del tema volviendo al pensamiento de su Danny Zuko.
Al llegar a casa, dejó las llaves en la cómoda del recibidor, colgó su chaqueta en el perchero y apoyó la mochila en el suelo, seguidamente, se dirigió hacia el salón, donde se encontraba su madre: se sentó en el sofá junto a ella y empezó a hablar: -Oye... Mama... ¿Recuerdas de lo que hablamos esta mañana en el desayuno?
-¿Lo de la actividad extra escolar que necesitas por tu excesivo aburrimiento?
-Exacto, pue...- Su madre la interrumpió antes de que pudiese terminar la frase.
-Puedes estar tranquila, ya te he encontrado una, ballet ¿A que te encanta? Ves, ya sabía yo...
-Mama...
-Ya verás, se te va a dar genial.
-Mama.
-Serás la envidia de la clase.
-¡Mama! Lo que te intentaba decir antes de que me interrumpieses, era que hoy he visto algo me me haría muchísima ilusión hacer.
-¿El qué?¿Dibujo?¿Diseño?¿Clase avanzada de matemáticas?
-Skate, quiero aprender a montar en skate.
En ese momento su madre empezó a reír:
-¿Montar en skate? Jajaja, ¿y qué más? ¿Montar en moto?
-Mama, va en serio.
-... Ni hablar.
- ¿Pero por qué?
-Porque no es para gente... Pija, como tu.
-Ya estamos, que a mi no me va este mundillo, no quiero tomar té levantando el meñique, no quiero vestir todo el santo tiempo como una de las Meninas, y a parte, montar en skate no tiene nada de malo.
-¿Te lo tengo que repetir?¡Tu no vas a hacer cosas de chusma! No vas a montar en skate, ¿no te cansas de ser la oveja negra de la familia?
-¡Otra vez con el tema de la oveja negra?! Pues mira, la verdad es que le estoy pillando el gustillo y tal.
-¡Mientras vivas bajo nuestro techo no harás semejantes actividades!
-Bien observado.
Diana se dirigió inmediatamente a su habitación con aires enfurecidos, sacó una maleta negra que tenía guardada encima de su armario, en ella guardó unas camisetas, pantalones, dos sudaderas, un cojín y un par de zapatos más; en una bandolera que colgaba de la esquina de la estantería metió unas mantas, un cargador del movil, varios libros, un cepillo, un cuaderno de dibujo y cosas para dibujar y algo para picar; y, en otro bolsito algo más pequeño guardó su monedero, sus tarjetas y el movil. Lo dejó todo escondido en una esquina para escaparse de noche.
A las 3 de la mañana sonó su despertador, cogió todo el equipaje y, echando una última ojeada a su casa, se despidió y cruzó la puerta, por suerte, sin despertar a nadie.
Ya en la calle se propuso la gran pregunta: ¿Y ahora a donde voy?
Estuvo pensando unos minutos hasta que decidió ir a un parque que conocía, poco transitado y con fuente para beber; ya ahí se asentó: sacó una de las mantas, la puso en el castillo de los niños pequeños, donde se suben para tirarse por el tobogán, puso el cojín en uno de los dos lados y, tumbándose, se tapó con la otra manta que había cogido.
Le costó un montón dormirse; pensando en la locura que acababa de cometer, en las consecuencias, en si su madre denunciaría su desaparición... La cabeza de Diana estaba siendo abordada por millones de preguntas, pero si algo tenía claro, era que lo que había hecho, ya no se podía remediar, así que, a lo hecho, pecho.

La oveja negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora