El Lobo y El Niño

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Era de noche, no podía aguantar el frio, su cuerpo temblaba de pies a cabeza, estar en esa casa solo no era un buen complemento, debía admitirlo, tenía miedo, sus tíos se habían ido de vacaciones dejándolo solo en casa, no querían estar con él al saber de qué lo perseguían para matarlo, lo único que lo consolaba era saber que algún miembro de la orden estaría cerca de su casa vigilando.

Se dirigió al primer piso a buscar un vaso con agua, encendió la luz de la cocina y cuando había encontrado el vaso en una de las múltiples repisas que habían, el timbre de la casa sonó estridentemente, dio un respingo y el vaso resbalo por sus manos haciéndose añicos en el piso, tomo su varita rápidamente aunque supiera que no podía hacer magia, se dirigió hacia la puerta y miro por la rendija, soltó todo el aire que estuvo conteniendo, era Remus Lupin, el mejor maestro que haya tenido en su vida.

-hola Harry, ¿te encuentras bien?- pregunto el licántropo con la respiración entre cortada, se notaba que había corrido al ver la luz- es muy tarde, ¿Por qué te levantaste?

-profesor lupin, sí, me encuentro bien, solo me levante por un vaso de agua, lo siento por asustarlo, no era mi intención- respondió el ojiverde un poco avergonzado.

-no pasa nada, no te preocupes, además estoy aquí para cuidarte- sonrió Remus desordenándole el cabello al azabache.

-¿oye... no prefieres estar aquí adentro?, afuera hace mucho frio, puedes descansar en la pieza de mis tíos, bueno si quieres- pregunto dubitativo el azabache, hace un tiempo que se sentía atraído hacia el profesor, era un hombre muy humilde e inteligente, Harry lo admiraba mucho, sentía un gran aprecio por él.

-bueno no estaría mal, hace un frio horrible, ¿por casualidad tienes chocolate caliente?, si es que no es mucha molestia- sonrió tiernamente el licántropo poniendo cara de chico bueno, "lo que era capaz de hacer este hombre por chocolate". Pensó Harry.

Volvieron hacia la cocina y Remus reparo el vaso que se había roto mientras Harry preparaba dos tazas de chocolate caliente, no podía evitar sonreír por pensar en tener cerca al hombre lobo, llevaba mucho tiempo deseándolo, solo quería estar con él y por fin estaban solos.

Ambos subieron a la habitación de Harry y se sentaron en el borde de la cama, Remus parecía muy feliz con su chocolate, mientras Harry se las ingeniaba para saber cuál sería su primer paso para poder acercarse al castaño.

-¿y qué haces para no aburrirte?- le pregunto Remus un poco incómodo al notar el comportamiento extraño del ojiverde

- bueno, hago las tareas que dejaron en la escuela, ordeno la casa y veo la televisión- respondió un poco nervioso el azabache acercándose un poco más al castaño

-¿televisión?- no había entendido, debía ser algún objeto muggle

-es una caja en donde se puede ver todo tipo de cosas y que se mueven, es como un pensador pero con más color y cuenta historias de un futuro, pasado o presente-respondió Harry gesticulando con las manos.

Remus asintió dejando su taza en la cómoda del moreno, se estaba arreglando para levantarse cuando siente unos labios chocar contra los suyos, se quedó tieso de la sorpresa, abrió enormemente los ojos tratando de entender lo que ocurría, pero solo vio al niño que vivió alejarse lentamente de el con los ojos cerrados, una sonrisa en sus labios y sus mejillas sonrojadas, no sabía que decir, como se suponía que debía actuar ahora, que se suponía que haría, el hijo de su amigo lo había besado y lo peor de todo es que le había gustado, no podía dejar que ocurriera otra vez.

Una Noche con el LicántropoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora