TRES

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Nena, nadie me ha hecho sentir de esta manera, estoy acostumbrado a que las zorras se arrastren por mí. – The weeknd.

Shawn

Sentí como empezó a lamer mi cuello, sus labios recorrían dulcemente mi piel. Trate te tomarla por los pechos, pero enlazo nuestras manos antes de que siquiera las rozara. Mierda. Sentí su tacto en mi pene, y por mas jodido que suene, no estaba excitado, ni siquiera un poco.

Su boca hizo contacto con la mía, y poco a poco metí mi lengua para acariciar la suya. La tome del cuello y la bese ferozmente, ese estúpido sabor a cherry no se quitaba jamás de su boca. Gruñí al ver que ella trataba de apartarse. Necesitaba sentir por lo menos un poco de eso, así que apreté mi agarre en su cuello.

¿Porque chingados no me excitaba que mi novia me tocara? Metí mi mano a mi pantalón, y la puse sobre su mano para ayudarle a tocarme mejor. Nada servía. Trate de todo, pero no funcionaba. Cerré mis ojos, y de repente la chica de frente ya no era mi novia, no, era Calissa. Y como por arte de magia, mi amigo se puso muy, muy contento.

Calissa

Estaba en el centro comercial, buscando todo lo que el señor Michigan nos encargó para ese tonto viaje. Dios, como lo odiaba. Estaba viendo las casas de campaña, quería una grande así las niñas podían dormir conmigo, sería como nuestro primer verano juntas.

$193.86 Dls. Se oía muy bien, estaba distraída leyendo la tarjeta cuando mi teléfono sonó, provocando que me asustase. Mi padre. Lo deje sonar, las cuatro veces que marco dejo buzón.

Seguí mi recolección de cosas del señor Michigan, tratando dejar de pensar en las llamadas de mi padre, a veces desearía ser mayor de edad para poder dejarlos. Llevarme a franco conmigo, y dejarlos en su basura de vida. No merecen la vida que llevan, que llevamos. Respire profundo, no puedo dejar que eso afecte todo en mi vida.

Bip, bip!! Mi celular volvió a vibrar en mi bolsillo, y atendí al instante al leer loser en la pantalla.

- ¿Qué pasa, tú? – Conteste como suelo contestarle a ese niño.

- ¿¡Donde coño estas, hija de perra!? – Se me heló la sangre al oír su voz en el teléfono de mi angelito.

- ¡Cali, lo siento! ¡Lo siento, Cali! - La voz de Franco sonaba realmente débil, tan frágil como lo es. Sentí como la bilis subía desde la boca de mi estómago hasta atorarse en mi garganta, prohibiendo el paso de palabras.

- ¡Cállate! ¡Cierra la puta boca, maricón de mierda! – Escuche como le gritaba a Franco, seguido de un sonoro golpe, que probablemente fue una cachetada. Si es que tuvo suerte.

- ¡Franco! ¿Franco? – Mi vista se volvió borrosa, mi labio inferior temblaba y algo de saliva había deslizado fuera de mi boca. Me sentía impotente, la única responsabilidad que tenía era evitar que el lastimara a Franco. Y fallé. - ¡Por favor, te lo ruego, a él no! – Le llore al teléfono, tratando de bajar la voz, aún seguía en el centro comercial. – Yo pagare su castigo, pero por favor... - Mi voz se quebró. – No le hagas nada. – Un escalofrió recorrió mi espalda, cuando me di cuenta que estaba en total silencio, solo oía su respiración, que parecía traspasar el teléfono y ahogarme.

- ¿Tú crees, niñata de mierda, que voy a seguir tus órdenes? ¿Por qué debo yo, ceder a tus deseos de niña mimada, cuando te largaste de esta puta casa a no se chingados dónde?... Seguro, fuiste a ser una puta como tu madre.

Sentí como la sangre me hervía, me sentía tan indefensa, tan impotente... tan inútil. No sabía que decir, no sabía cómo convencerlo de dejar la única luz en mi vida prendida. Estaba a punto de decirle lo que trate de evitar, cuando una mano toco mi hombro quitándome el teléfono, para ponerlo en su oído.

- ¿Hola, es usted el padre de la señorita Hollan? – Dijo carraspeando un poco la garganta. – Habla el señor Watson, de algebra. – Mire sin creer lo sereno que le contestaba, y la facilidad con la que él le mentía. – Si, yo entiendo. Los adolescentes pueden ser tan olvidadizos. – Escuche como fingía una risa realmente horrible. – Claro, descuide, su hija está en buenas manos en mi curso. ¿Qué si puede hablar con ella? – Me miro y vi como el pánico entraba en él, asentí rápidamente arrepintiéndome de aceptar esto. – Oh, lo siento, Michael. Pero estamos en auditorias en estos momentos y si me ven dándole el teléfono a una estudiante... - Soltó una risa nerviosa - ¡Oh, me alegro de que comprenda! – Dijo mirándome. – C-claro yo le digo. – Me entregó mi celular, y mi mirada nerviosa lo dijo todo.

Me dio un asentimiento mientras soltaba el aire, y yo trague duro al regresarle el asentimiento por igual. Lo vi avanzar lentamente a la salida, y las palabras se deslizaron solas.

- Hey, gracias. – Dije en un susurro, como si yo fuera la típica niña mojigata del instituto. Él sonrió amablemente, antes de hablar.

- ¿Quieres ir por un café? – Hizo un ademan con la cabeza, y espero a que lo alcanzara. A pesar de todo, no era tan malo como parecía.

Shawn

Tome mis llaves y le di el último trago a la botella de cerveza que Brandon me había ofrecido, y me levante del viejo sofá de la sala.

- Ya me voy – Le lancé un cojín a la cara, haciendo que se golpeara con la orilla de la botella.

- Agh, hijo de puta. – Dijo revisando que no le sangrara la encía. – Si, entiendo que estes molesto porque tu novia no quiere cogerte y nomas te prende. – Se burló de lo que me paso con ella hace unas horas. – Come mierda, B. – Dije riéndome de mi tragedia y saliendo de su departamento.

Salí de la ducha, revise mi teléfono, dos mensajes de mi novia. Uno era un texto y el otro una foto provocativa. Ver eso solo me daba coraje, no de que ella solo quisiera fajes, si no de que ya ni siquiera me excitaba ella como antes.

Cuando estuve listo, salí al centro comercial a buscar lo de este verano. Este largo e infernal verano.


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⏰ Última actualización: Jan 24, 2017 ⏰

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