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Quiero recalcar que esta historia no es mía, únicamente he querido adaptarla -con el mayor cuidado posible de cambiar cada palabra- para el disfrute de todos vosotros.

Espero que os guste♥

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El termómetro marcaba treinta y seis grados en Seúl, pero ante la frialdad de la mirada de su ex amante Wu YiFan habría jurado que la temperatura había bajado.

Huang ZiTao entró en el bar del hotel Mondego como una ráfaga procedente del ártico. Llevaba su sedoso pelo peinado al más estilo propio que tanto le caracterizaba y su leve esculpido cuerpo encorsetado en un traje azul pálido que envolvía su culo bien marcado y se ceñía a su su torso. Los zapatos de Gucci de color carne daban la sensación de que iba descalzo, y un fino collar de aguamarinas le colgaba del cuello cual cubitos de hielo.

YiFan agarró con más fuerza la botella de cerveza y notó que la polla se le ponía dura bajo los vaqueros.

Cómo habían terminado juntos en la camas seguía siendo un misterio para él. En cierto momento montaron en el mismo ascensor y un momento después, él lo montaba al moreno. Había sido una atracción tan feroz e inmediata que ni siquiera recordaba cómo habían llegado a su habitación ni cuándo se habían quitado la ropa.

Tomó un trago largo de cerveza, su mirada siguió el avance de Tao mientras cruzaba el bar. Lo vio acercarse a una mesa, donde un hombre vestido contraje se levantó para saludarlo. El hombre le dio dos besos y luego se sentaron. Por aquel saludo tan cercano parecía extranjero.

YiFan sabía que no podía estar en la misma sala que él y no poseerlo, así que le hizo una seña al camarero y pidió que sirvieran a Tao un dirty martini bien cargado.

-Sus cervezas gustan mucho -le dijo una de las camareras mientras recogía la botella vacía y la colocaba en la bandeja. Su sonrisa era una invitación. Su manera de mirarlo, una forma de asegurarse de que captaba el mensaje.

-Me alegra oír eso -respondió él, interrumpiendo el contacto visual para dejar clara su falta de interés.

Convencer al Mondego para que sirviese sus cervezas había sido su puerta de entrada en Seúl. El contrato con el complejo hotelero financiaba sus viajes quincenales para lanzar su producto en otros establecimientos de la zona, lo que a su vez había facilitado los encuentros con Tao durante un año. Los fines de semana con él habían sido los momentos más valiosos y apreciados de su vida. Hasta hacia cuatro meses, cuando lo había estropeado todo y lo había perdido.

Dejando unos billetes sobre la barra, Yifan se levantó del taburete y salió con la cerveza hacia los ascensores. Había dejado flores para Tao en la recepción, junto con su número de habitación en una nota. Sabía que él debía de haber llegado el día anterior, pero no se había puesto en contacto con él.

Había intentado convencerse así mismo de que estaba ocupado preparándose para la feria de joyería que se inauguraba ese día en el hotel, pero la mirada con la que acababa de fulminarlo lo sacó de su engaño. Su único consuelo era que Tao no se comportaba con indiferencia. Sólo podía esperar que eso significase que no lo había borrado del todo. En esos momentos YiFan habría soportado lo que fuera, una bronca, una bofetada, cualquier cosa. Siempre y cuando eso le diera la oportunidad de decir le lo que tenía que decir.

Estaba entrando en el ascensor cuando percibió su olor. Inhalando profundamente, Yifan se llenó los pulmones con la fragancia de vainilla y el perfume floral. La cercanía de su presencia le provocó un hormigueo en la espalda y una contracción en la entrepierna; su deseo sexual despertaba después de meses sin Tao.

Lo que pasó en Seúl. ❥Taoris - Kristao. ❥ONE SHOT. EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora