Prólogo. [Editado]

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Definitivamente si hallase algún individuo viviente que tenga una suerte peor que la mía -si no ha muerto ya-, le tendría mucha compasión. Demasiada. Aunque dudo que haya alguien que pueda superar mi torpeza, mis errores o mi inexperiencia en la mayoría de los campos. A lo mejor debería reclamar al Guinness World Records por no haberme dado ya un espacio en su libro al humano más desafortunado del universo. O quizá deberían de hacer un Guinness Universe Records solo para mí y mis anécdotas para nada bonitas de recordar. Mucho menos agradables. Como aquella vez en el autobús del instituto, media hora antes había llenado mi tripa de comida basura hasta tal punto que pensaba que me iba a explotar, pero, ¿cómo iba a desperdiciar el buffet libre que habían puesto en la cafetería del centro por el final de clases? Hacerlo sería pecado. De vuelta a casa no se me ocurrió mejor opción que ponerme a bailar con mis compañeros de clase al final del vehículo. El final de la historia creo que fue peor para la chica del asiento de adelante que recibió el vómito que para mí. Hasta día de hoy me odia. No la culpo, yo también lo haría.

Básicamente estaba acostumbrado, más o menos, a mi mala suerte, pero lo del día de hoy había sobrepasado lo natural. Por la mañana, antes de ir a la escuela, mi madre me había encargado recoger un pedido en correos. Ella trabajaba la mayor parte del día en una residencia y no se podía permitir hacer muchas cosas que no tuvieran que ver con su oficio, y mucho menos hobbies. De vez en cuando salíamos a comer o al cine, pero eso era solo en casos especiales como cumpleaños. 

Después de desayunar con ella en la pequeña isla de la cocina me encaminé al centro. Todo iba bien, hasta que me acordé de que había olvidado el bono de transporte en la mesilla de mi habitación. Ahí el primer golpe en la frente. Debido a mi despiste, tuve que ir andando. Evité meterme por las callejuelas. Ayer había llovido y seguro que estaban plagadas de charcos, así que me libraría de malos encuentros en los que mi uniforme acababa mojado y yo de mal humor. O eso pensé, ingenuo de mí. Mientras caminaba por la calle principal, empecé a desenredar los cascos que guardaba en mi bolsillo trasero. Iba tan absorto en ellos, pensando en cómo mierda habían podido formar una figura tan laberíntica, que me sobresalté cuando la melodía de mi teléfono resonó en la mochila. Lo saqué sin dificultad sujetando con mi mano libre los auriculares, cuando de pronto lo que creo que era una bicicleta pasó a toda velocidad por mi lado y me hizo perder el equilibrio. Y cómo no, JeongGuk, el adolescente más gafe del jodido planeta, cayó de bruces al suelo, tirando metros por delante el móvil y los cascos, dando a parar a un enorme charco. Segundo golpe en toda la cara. Cogí con mis manos sucias ambas cosas y di por hecho que el aparato móvil había muerto cuando empezaron a aparecer miles de barritas de colores en la pantalla. 

Después de maldecir unas cuantas veces al ciclista, de que varias personas se me quedaran mirando asustados y de plantearme seriamente el volver a casa y no salir nunca más, llegué al dichoso instituto. Allí no pasó nada que no fuera común en mi día a día, como que me tropezara subiendo las escaleras o que la comida estuviese insípida. Diré, a mi favor, que eso último no era culpa mía. Al terminar de almorzar le comenté a mi mejor amigo el panorama y le avisé de que estaría un tiempo sin móvil. No es que no tuviera dinero para uno, pero había cosas más básicas que había que cubrir antes que eso. Él me ofreció su antiguo teléfono ya que se había cambiado a uno más nuevo hacía escasamente unos días, así que nos acercamos un momento a su casa y me lo dio. Eso fue lo mejor del día. Al acabar las clases me acordé de pedirle el número de teléfono y me lo apuntó en la mano rápidamente. Me despedí de él diciéndole que le hablaría más tarde. 

Cuando llegué a casa me calenté la comida en el microondas y me cambié de ropa para ir a por el paquete a correos. A las 17:00 tenía que recoger a mi hermano del colegio y después estudiar toda la tarde, por lo que si no iba después de comer no me iba a dar tiempo. Salí a paso rápido en dirección contraria a la del instituto y llegué en unos veinte minutos a mi destino. Recogí el pedido sin ningún percance y volví a mi hogar sano y salvo, sin nada roto. Pocos minutos después de llegar y dejar el envoltorio en la mesa de la sala de estar, fui a por mi hermano. A la salida de su colegio unos niños jugaban a pasarse un balón de fútbol con los pies. Mientras esperaba a JungHyun, uno de los críos debió de hacer un mal pase, y la pelota, llena de barro, cayó en mi cabeza, manchándome todo el cabello y parte del rostro. Me puse furioso, más de lo que debería pues había sido sin querer o eso quería pensar para calmarme, pero ya era demasiado para siquiera haber acabado el día. Cuando llegué de nuevo a mi domicilio me duché y me lavé la cabeza, queriendo solo tumbarme en la cama y dormir hasta que tuviese cuarenta años y fuese millonario. Pero por desgracia aún tenía que estudiarme una presentación para clase de biología y configurar el móvil. 

Y hasta ahora no ha terminado este asqueroso día, ni yo mi cometido.

Ya he acabado de memorizar toda la teoría, aunque me haya llevado más de lo que tenía pensado. Y ahora, me encuentro encendiendo el aparato que tengo entre las manos. Me fijo en mi palma izquierda y veo lo que me había escrito TaeHyung. Está un poco borroso, pero creo que aún se pueden distinguir los números. Cuando consigo tener mis aplicaciones descargadas y todo lo que necesito, agrego el contacto de mi amigo, dudando en tres dígitos aleatorios. Parecen un tres, un nueve y un ocho, pero creo que es un uno y dos treses. Aunque sinceramente ni siquiera estoy seguro de si es algo de lo que he dicho. Apunto lo que más se parece a lo que tengo anotado en bolígrafo negro sin darle mucha importancia y me voy al baño a lavarme las manos. Seguidamente abro KakaoTalk para hablar a TaeHyung. 

I'm back bitch.

I'm back bitch

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11:07

Suelto una risilla por la foto que le he enviado, imaginándome la respuesta; otra foto igual o peor. Dejo el móvil a un lado mientras cierro el Power Point de la exposición de mañana que tengo en el ordenador y me tumbo en la cama. Un mensaje entrante me aparece en la pantalla de bloqueo. 

¿?

11:15

Frunzo los labios y chasqueo la lengua. Este chico no tiene un tope para sus bromas. O para sus ''intentos de bromas''.  Decido seguirle el rollo.

¡!

11:16

¿Quién se supone que eres?

11:19

Tu abuela montando en tiovivo. 

¿Tú qué crees?

11:19

Oh, espera, ¿esto es algún tipo de cámara oculta?  

¿Dónde están las cámaras?

11:20

Bueno, venga tío, se acabó la broma TaeHyung. 

11:21 

Creo que te has equivocado de número. 

11:21

Dejo caer el móvil en el colchón dramáticamente y suspiro con fuerza, entre molesto y cansado. Definitivamente deberían de hacer un Guinness Universe Records solo para mí. 


***

Hola amores, he decidido escribir la historia de nuevo, algunas cosas coincidirán con las de los otros capítulos que había, pero muchas otras no, el prólogo como podéis ver es una de ellas. Espero que os guste, gracias por leer <3

Wrong digit. » Park JiMin ; Jeon JeongGuk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora