Historia

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Josh se giró para poder analizar a aquel hombre que tanto lo había sorprendido.

El hombre era alto, pelo negro y unas arrugas se asomaban por su rostro. No podía tener menos de 56 años.

-Solo pasaba por aquí. Quería estar en un lugar tranquilo.-respondió Josh tratando de ocultar su obvio nerviosismo.

El hombre lo miró con extrañeza. Hace tiempo que no veía a alguien por ahí. Y él siempre vigilaba que nadie pasara.

-Esta parte del parque está prohibida, chico- dijo con un tono firme- asi que será mejor que te vayas.

-¿Por qué está prohibida? ¿Hay algo? ¿Qué hacen estos relojes aquí?

El hombre, evidentemente incómodo ante la situación, no hizo mas que ignorar las preguntas del curioso chico.

-Chico, traigo conmigo dos perros. Te advierto que si no te vas ahora, tendré que soltarlos.

-Bien, bien. Me voy.- dicho esto, Josh se fue a su casa. Aunque demasiado intranquilo.

El camino a su casa fue largo, ya que quería pensar en lo sucedido últimamente. Sin mencionar que la idea de llegar a su casa y ver a sus padres no le entusiasmaba para nada.

Asi que, al llegar su madre le dijo que esa noche ella y su esposo saldrían a un viaje y volverían en la mañana. Era una reunión especial.

El chico, nada sorprendido. Ya que esos viajes eran cinco veces a la semana. Se fue a su habitación y comenzó por poner música muy fuerte. Como lo hacía en los exámenes. También era la razón de sus castigos habituales en la secundaria.

Se pasó horas con los audífonos puestos tratando de pensar por qué estaba prohibida esa parte del parque. Al final se dijo:

"Mañana averiguaré por qué esos relojes están ahi"

Dicho esto, se durmió.

Al día siguiente, despertó muy tarde como para ir a clases. Asi que no fue...

Su día fue pizza, música y películas. Al final de la tarde, decidió ir a aquel parque. Todo el camino se lo pasó ideando una forma de pasar sin que el hombre lo viera.
Se adentró en el parque, hasta que llegó al lugar escondido donde se encontraban los relojes. Recorrió con la mirada todo el lugar asegurándose de que el hombre no estuviera para echarle los perros encima.

Pero vió que el hombre venía asi que no cometiendo el mismo error del día anterior, esta vez se escondió. Sin hacer ruido, vió como el hombre se acercaba.

-Hey, chico. Que te he visto hace rato. Vamos, sal de ahí.-

Josh al darse cuenta de su intento fallido, no tuvo mas opción que salir desde donde estaba.

-¡Uff! ¿Por qué te interesa tanto este lugar? Es aburrido para adolescentes como tú.-

-Me llamó mucho la atención. Sobre todo aquellos relojes de por allá. ¿Por qué están aquí?-

-Maldita sea. Bueno, creo que eres un chico inteligente y perseverante como para venir dos veces sin importarte que te eche mis perros encima. Asi que te contaré la historia. Siéntate, por favor.

Los dos se sentaron en unos troncos que habían cerca. El hombre comenzó:

-Bueno. Me llamo John. Y pues, fui guardia de este parque hace 20 años atrás. Todo comenzó por el hecho de que tenía que conseguir empleo y esto era lo más fácil que se me venía en mente. Mis noches como guardia comenzaron normal. Pero siempre se han especulado rumores... Dicen que hace 80 años atrás se pusieron estos relojes aquí. Ya que la ciudad valoraba mucho el tiempo. Y quizo rendir un homenaje a ello.

Al principio pareció estúpido. Pero, luego de 10 años, un hombre quizo venir por la misma razón que tú. Para estar solo. Y descubrió estos relojes que aún funcionaban. Todos tenían la misma hora.

Al hombre le llamó la atención el último reloj. Y vió la palabra que está escrita en él. Se dice que si miras el punto clave del reloj sucederán cosas. Cosas peculiares de las cuales no te quieres enterar.

Ah, y no tengo perros como para tirártelos encima...asi que no te preocupes.-

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