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Hailey suspiró una vez más, y empezó a bajar por las escaleras lentamente, simplemente mirando sus zapatos.

—Se nos hace tarde, Hails—levantó la mirada al ver a Grayson, sorprendentemente sereno y como si nada hubiera pasado; hecho que agradecía.

Ella asintió y terminó de bajar las escaleras.

«Gracias Dios»

Ya de por sí, la muchacha llevaba las mejillas teñidas de un rojo muy encendido.

—¿Qué necesitamos comprar?—preguntó cuando ambos estaban caminado hasta la salida de la preparatoria.
Algo lejos.

—Nash me dio la lista—sacó un papel del bolsillo y se lo entregó.

-24 rollos de papel higiénico
-Jabones
-Shampoo sin sal para Charlie

-Queso mozzarella
-Hot-dogs precocidos
-Nutella
-Pop Corn para horno microondas
-Leche
-Jugo de naranja
-Paquetes de agua mineral
-Toallas higiénicas para Amanda

Hailey se extrañó por el último elemento de la lista, pero supuso que ya era costumbre suya.

Caminaron en silencio hasta las rejas que separaban las preparatoria y fraternidades; del mundo exterior. O sea, la calle.

Los vigilantes les pidieron sus datos y les preguntaron para que salían.
Era por seguridad.

Habían un Walmart algo cerca, por lo que podían ir caminando sin problemas.

—Bien, haremos algo—comenzó él—. Yo iré por cosas de la dispensa, tú encárgate del papel y lo demás.

Ella asintió.

—Nos encontramos en la caja 7—la señaló—, cuando terminemos.

Ella volvió a asentir.
Grayson partió a la mitad la hoja de los pedidos, dejando a Hailey con solo lo que él le había pedido que buscara.

—A ver...

"24 rollos de PH"

Hailey observó a lo lejos a un chico que llevaba la camiseta de trabajador.
Ella se acercó y le tocó el hombro, ya que estaba de espaldas.

—Hey, quería saber si...

El chico volteo y...

«Santas cachuchas»

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«Santas cachuchas»

—¿Puedo ayudarte en algo?—preguntó el chico sonriente.

«Eso no es un chico, es un ángel»

—Ah, s-sí; y-yo...

—¿Estás bien?—el ceño del ángel, digo chico, se frunció en preocupación.

«Valor, Hailey, valor"

—Só-solo buscaba los papeles higiénicos—respondió tontamente.

Él entrecerró los ojos y empezó a buscar la sección con la mirada.

—Por ahí—señaló—, vas de frente y encontrarás lo que buscas—oh dios, su sonrisa.

—Gr-gracias—Hails estaba dispuesta a caminar, cuando la agarró del brazo y la hizo voltear.

—¿Te he visto en alguna parte?—preguntó.

—No lo creo—respondió rápidamente la castaña.

—¡Espera! ¡Tú eres la nueva de Black Zigma!

«¿Qué carajos?»

—¿Cómo lo sabes?

—Estudio en Steinfield. Soy de la fraternidad Kappa West—ya deja de sonreír, puto.

—Oh...

—Sí...Soy Justin, por cierto—ella leyó la placa para confirmarlo, y sí, se llamaba Justin.

—Hailey.

—Bueno, Hailey...¿Quisieras salir alguna vez? Ya sabes, me han contado por ahí que eres interesante. Pero sin compromisos, claro.

«No es cierto, oh Dios, no es cierto»

—claro, Justin—sonrió lo más tierna que pudo.

—Nos vemos en la escuela, entonces.

—Igual—y se fue, camino a los rollos de papel; pero no sin antes gritar internamente como fangirl.

***
—¡Una vez más!—gritó Nash, antes de aplaudir dos veces animando a Hailey—¡Uno, dos...tres!

Salió corriendo lo más rápido que pudo, siguiendo las líneas blancas de la cancha de atletismo. Sentía que la vergüenza la carcomía, varios estudiantes se le quedaban mirando.
No sabía si era porque se veía como una idiota corriendo alrededor de la cancha, o porque era demasiado lenta y aunque sólo había corrido por cinco minutos, ya se sentía desfallecer.

Corrió por cinco minutos más -los diez minutos más largos y exhaustos de su vida-.

—Muy bien, Hails—aplaudió su amigo de ojos azules—. Si sigues así vamos a ganarles a los idiotas de Red Flag en un dos por tres.

—¿Por qué me haces correr si yo no participaré en atletismo?—preguntó con voz entrecortada, cuando paró de correr y dejó caer su trasero una de las bancas.

Nash le pasó una botella de agua y una toalla pequeña, a la vez que se sentaba a su lado.

—Te necesitamos en forma para las olimpiadas, Hails—ella lo miró con ambas cejas enarcadas—. No es que no estés en forma, eh.

Ella rió, y el chico se contagió. Ambos miraron al frente.

—No soy atlética—rectificó—, ni un poco. Siento que por mi culpa puedan perder algo.

Nash bufó.

—Nuestro anterior compañero de fraternidad, no era muy atlético. Pero sí muy inteligente. Tal vez tú seas igual.

Hailey se encogió de hombros.

—Sé que lo eres. Ya te dije que sé todo y de todos los de la fraternidad.

La chica rodó los ojos.
Aún seguía respirando con dificultad.

—¿En serio crees que podamos ganarles?—preguntó después de un rato de silencio.

Él la miró fijamente.

—¿Te soy sincero? No lo sé...Hubieron muchos problemas entre nosotros antes de que vinieras; eso perjudicó nuestros acuer...

—¿Problemas?—preguntó incrédula—Pero si se tratan como unos ángeles entre ustedes.

Él rió.

—Eso es como tú lo ves. Supongo que ya te han dicho: las apariencias engañan.

Atrapada en una fraternidad® #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora