Nota de autor:
Los personajes y escenarios de esta obra son de mi COMPLETA autoridad. Los derechos de autor están reservados.
Realmente, he empezado esta historia sin saber siquiera como va a ir evolucionando. Se puede ver que quiero hacer algo así como una historia acerca de los derechos de las mujeres, haciendo a entender que todos somos iguales y de vital importancia.
Por cierto, pensé en utilizar el título de la canción de Los Módulos, Todo tiene su fin para esta obra. Tiene un sentido para este escrito
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Introducción:
Los malditos rayos de sol se dislumbraban hacía ya una hora desde la ventana de la habitación de Marcos, la cual estaba desordenada, con los cajones, los armarios y el suelo destrozados. La razón era porque ayer, en la casa de este, hizo una gran fiesta dentro en honor a que su hermana se había casado con un hombre de un gran estamento, rico y aunque no tenía ningún estidio ni carrera ni ilusión, todas las fortunas de sus padres pronto las heredaría ya que ellos dos estaban al borde de la muerte.
Fue al principio alocada y descontrolada por parte de los amigos de la joven y de el marido. Iban de un lado para otro, campando a sus anchas y gritando de una manera que no era normal: ¡por los novios! Realmente, a su hermana le parecía extraño que su bien adinerado esposo tuviese amistades tan poco comunes en el mundo de los ricos, muy diferente al de los pobres...
El matrimonio no había sido con el permiso de la hija, quien odiaba con locura a ese hombre. No daba un palo al agua y era además, más machista que cualquiera pero eso sí, era un Don Juan, gracias a su nivel económico. Era (se puede decir) un seductor nato, con grandes habilidades y que destacaba ante el resto de hombres por ir simpre bien vestido pero también por ser más bobo que todos los conocidos de la muchacha.
-Cuando nos casemos -comentó un día en el que sin previo aviso había venido a su casa, el muy maleducado-, no te preocuparás más por el dinero, que para eso estoy yo y tus padres vivirán como dos dioses. Y tú convivirás hasta que la muerte nos separe, conmigo. ¿No es así?
Trataba con dulzura a su marido, a pesar de verlo como un completo idiota. Se la veía triste, meláncolica. Siempre pensando en que habría ocurrido si ella hubiera tenido algo de libertad para pensar en otro futuro. La vida era terrible en muchas ocasiones y ella era como una especie de puta que hacía el amor con su esposo porque no le quedaba otra que al menos, ayudarle a tener buena descendencia.
"Preferentemente, un chico" dijo un día.
Había veces en las que el simple hecho de pensar en estar bajo el dictaminio de las ordenes de una persona obsesiva por toda clase de chicas, al que no puedes retener porque con facilidad se zafa de ti diciendo hago con mi vida lo que quiero, cosa que algunos no pueden decir y además, fingir amarle, le provocaba una ansieda tremenda por pedirle el divorcio y gritar. A veces intentaba emitir un sonido de desesperación y llanto pero siempre le salía un ruido metálico, mudo. No tenía el valor de enfrentarse al mundo, de que se diera cuenta la gente que por ser mujer, te han de tratar con respeto e igualdad y que merecen ser respetadas por todo ser viviente. ¿Y que comentarían de ella su familia? ¿La criticarían? ¿La insultarían hasta que perdiesen los estribos? Definitivamente, la vida con aquel señor era mucho más sencilla que acarrear toda su vida con una dura misión a desempeñar: que se les diera a las mujeres derechos.
No había nada que hacer; se casaría con él como mandaba la tradicción de su familia -¡y de muchas más, esta no es la única!- y buscaría en él belleza y bondad para que no le torturase tanto la idea de vivir con él ¡e incluso se enamorase!