•Prólogo•

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{Gilbert POV}

Abrí mis ojos al notar el olor del café, ¿de dónde venía ese olor?
Estaba en un pueblecillo de Castilla y León (España), casi todos mis rivales y amigos se habían olvidado de mí (y yo en parte de ellos...), el gran país que había llegado a ser: El Reino de Prusia... Ha desaparecido del mapa oficialmente en el 1947.

Notaba que cada día me costaba más sonreír, el color de mis ojos también estaba cambiando, estaban perdiendo su brillo.
Pero, un día... una sonrisa cambió mi vida, sé que parece absurdo.

Al salir del pequeño hotel, fui a la terraza y al sentarme con la cabeza baja, una brillante sonrisa llamó mi atención.

-¡Buenos días! -dijo sonriendo el camarero mientras sostenía una bandeja con café humeante- ¿Te apetece un café para empezar con fuerzas el día?

-Sírveme uno, a ver si es verdad que me da energía... -dije con una sonrisa de lado.

-Marchando~ -al ver que se giraba miré de reojo su chapa para saber su nombre: Antonio.

Después de un par de minutos, me sirvió el café y se sentó en frente mío.

-Eres nuevo, no te he visto antes por aquí... -comenté mientras miraba el humo del café.

-He venido hace un par de días, quería estar en una zona nublada y fría...

-Por aquí no hay mucha gente de tu edad, yo tengo casi 30 años, pero tú aparentas unos 20.

Ante mi comentario, Antonio empezó a reír.

-¡Yo también tengo tu edad! ¡¿Cómo puedes ponerme menos?! -gritó sonrojado- ¡He trabajado durante muchos años...!

-Lo siento, Antonio. Es que hace tiempo que no hablo con nadie y menos de mi edad. Mi nombre es Gilbert y nací en el... este de Alemania.

-No pasa nada, de todas formas para mi ya eres un amigo. ¿¡Y a que esperas para tomar el café!? ¡Se va a enfríar! ¡Bebételo! -golpeó la mesa emocionado y al hacer eso, de repente empezó a llover.

-...Me voy. -cogí la raza de café antes de retirarme, mientras Antonio gritaba mi nombre frustrado y la lluvia, se convirtió en tormenta.

Al volver a mi habitación, seguía lloviendo y me metí en la ducha para despejarme, después de coger una toalla me tumbé en la cama.

Antes de dormir, me acordé del café. Me incorporé para coger la taza y me lo bebí, estaba frío, pero me gustaba, era fuerte y algo más. ¿Qué era lo que había de especial en ese café?

A la mañana siguiente, al salir de mi habitación, me encontré una taza de café recién hecho con la bandera española y una nota pegada en la taza, en la que estaba escrito:

"A las 14:00h, en la Calle Nubes, núm 7."

Al leerlo, una pequeña risa se escapó de mis labios y acto seguido, disfruté del café caliente.

Hoy iba a ser un día asombroso.

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⏰ Última actualización: Apr 27, 2016 ⏰

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Café y Plata (PruSpa/APH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora