Rose llevaba toda la noche en el hospital. Se durmió antes de que la pudieran informar de nada y no quisieron despertarla, estaban esperando a que lo hiciera ella por sí sola.
El reloj estaba presenciándolo todo con su incesante "Tic. Tac. Tic. Tac. Tic. Tac."
El joven del otro día entró en la sala acompañado de un hombre y una mujer que venían dados de la mano. Acababan de bajar del avión, venían de grabar para una película en algún lugar de Sudamérica que Rose nunca vería de ninguna otra forma que no fueran fotografías.
Estaban nerviosos, sí.
Pero felices.
Porque por teléfono ya les habían dicho que su hija estaba en perfecto estado, que sólo tenía la muñeca rota y un esguince leve en el tobillo. "Muchísima suerte", afirmó la persona que habló con ellos.
La secretaria, que les reconoció al instante, sonrió encantada, y se levantó levemente de la silla mientras se alisaba con las manos las arrugas de la barata falda marrón de mercadillo que llevaba.
-¿Señores Lancaster? -Preguntó con una sonrisa radiante, achinando los ojos, pensando, en vano, que la recordarían por ser la "agradable secretaria", y tal vez, y solo tal vez, la ayudaran un poco monetariamente. Desgraciadamente, eso solo pasa en películas, y aunque los señores Lancaster hacían muchas, no eran que se dijera mundialmente famosos por su caridad.
-Obviamente, ¿quienes si no? -Preguntó la señora Lancaster con un aire irritante mientras se ahuecaba el teñido pelo rubio con una mano llena de pulseras de oro. Las cuales, tintinearon con dicha acción.
La secretaria sonrió. De nuevo.
-Déjenme ver si su hija está lista para recibir visitas.
Se volvió a sentar en su silla de ruedas y comenzó a marcar rápidamente el número de la habitación de Luce (que ya se había mirado y aprendido previamente, sabiendo de la llegada de los señores Lancaster, para impresionarles con su efectividad) mientras estiraba hacia abajo su arrugada blusa rosa, también, de mercadillo.
Tras una corta charla de la cual solo se podían oír "ahá", "sí" y "entiendo" en la sala, la secretaria colgó, y algo apenada, anunció a los señores Lancaster que Luce quería que, de momento, sólo pasara a verla su hermano.
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Tic Tac
Short StoryMuchas personas pasan por este hospital. Sus historias serán narradas por alguien que lo ve y escucha todo en cualquier momento. ¿Saldrán las personas heridas que entran a esta sala de urgencias al exterior para poder volver a ver el sol, o lo único...