Epílogo

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La arena se cuela entre mis dedos, la brisa despeina mi cabello, el amanecer golpea el horizonte y hay demasiadas cosas a las cuales podría prestarle atención, pero mis ojos nunca se apartan de ella.

Después de seis años nada ha cambiado, ella sigue corriendo por la orilla de la playa, el agua alcanza sus pies mientras ella corre y ríe. Mis ojos se llenan de calidez, esa que solo su figura de aquella manera despreocupada y llena de vida, puede conseguir. Ella sigue pareciéndome la persona con más vida que he conocido, y sigo amando quedarme solo observándola, llenándome de ella, llenándome de vida.

—Lolo, ven aquí—grita ella. Sonrió y niego.

—Sí, Lolo ven aquí—no puedo evitar reírme, el impulso me gana y ya estoy de pie. No puedo negarle algo.

— ¿Lolo? ¿Qué ha sido eso eh?—pregunto mientras me acerco a ella, a ellas. Camila sostiene su mano mientras ríen en lo que parece ser su broma privada.

El agua alcanza finalmente mis pies y los moja, mis dedos se empiezan a enterrar en la arena mojada

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El agua alcanza finalmente mis pies y los moja, mis dedos se empiezan a enterrar en la arena mojada. Es muy diferente correr a su lado a solo estarla mirando, la sensación de estar a su lado es diez veces mejor, diez veces más calidez, diez veces más todo.

—Hola, pequeña diva—digo al llegar junto a ellas y besar su mejilla. —Y tú... mini Camz ¿Cómo me has llamado?—antes de que ella responda la tomo en mis brazos y escucho todos los sonidos maravillosos que han llegado a mi vida. El mar, las olas, la risa de Camila y la risa de la pequeña niña que ahora está en mis brazos, que esconde la cabeza en mi cuello mientras sigue riendo de su broma.

—Pensé que te gustaba solo observar, Lern—dijo Camila sujetando una de mis manos.

—Alguna vez te dije que me gustaba observar la vida en ti—dije. —Pero ya he observado suficiente, ahora quiero compartirla contigo—sus ojos seguían mirándome con aquel brillo maravilloso. Su sonrisa se desplegó. Y todo era lo mismo y nada era igual.

—Eres mi Lolo—susurró la pequeña a mi oído. Camila la escuchó y empezó a reír mientras seguíamos caminando por el borde de la playa, era algo que hacíamos casi a diario, si no en la mañana entonces al atardecer, desde que habíamos decidido vivir juntas y vivir juntas se convirtió en una casa en la playa.

— ¿Soy tu Lolo?—pregunto haciendo cosquillas en su pequeña pancita. Se despegó de mi cuello y con su manita llamó a Camila para que fuese a su lado, rodeando su cuello con su brazo.

—Mami dice que eres su Lern, entonces eres mi Lolo—yo quería reír, pero difícilmente podía cambiar mi expresión de pasmo, sorpresa y crédulo amor mientras las observaba a ambas reír. La nariz de ambas se arrugaba, sus ojos se cerraban y ambas reían como si ese momento fuese lo más importante del mundo, y a decir verdad, momentos como ese, eran los más importantes del mundo.

—Y tú eres mi mini Camz—dije besando la mejilla regordeta y sonrojada por la brisa cálida de la mañana.

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Pequeña divaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora