Enero
A una semana de haber terminado las vacaciones de invierno parecía que los alumnos Fountain Valley High School apenas estaban acoplándose de nuevo a la rutina de volver a las clases, los pasillos se abarrotaban de gente cada que el timbre tocaba anunciando un cambio de hora, pero el bullicio de personas hablando de diferentes temas era tolerable comparado al que se percibe cuando se está a mitad del segundo periodo del año escolar, cuando las platicas que se convierten en sólo ruido y se es imposible poder entablar una conversación con otra persona a menos que se estén gritando la una a la otra. A mi me gustaba ese proceso en el cual los alumnos vuelven a la escuela después de un receso de clases, era como acabarse de levantar luego de dormir más de doce horas... Abres los ojos y la luz los lastima, mueves tus extremidades y los músculos están tan entumecidos, tanto que duelen. Así era el regreso, todos están como adormilados, al caminar por el pasillo nadie choca contra ti y si lo hacen lo se disculpan, nadie interrumpe las clases con bromas idiotas o lanzando cosas para molestar a otros, eso era lo que me gustaba de ese lapso. La escuela era un lugar de paz.
Ese miércoles por la mañana, todo parecía indicar que sería un día como el anterior, tranquilo y sin sorpresas. Llegué a la escuela a las siete en punto, justo treinta minutos de que empezará mi primera clase; los privilegios de llegar temprano son variados, por ejemplo, los pasillos no están infestados de personas tratando de obtener sus libros de los casilleros, luego está el beneficio de que el salón de clases estará sólo y puedes elegir tu asiento. Me dirigí hacia el aula marcada con un "411" en la puerta y divisé algunas personas dentro ocupadas en sus asuntos y a nadie pareció interesarle cuando crucé la habitación a paso lento para llegar al espacio entre la primera y segunda hilera de pupitres. Justo en ese pequeño pasillo un chico había llegado, supuse, unos minutos antes que yo, se disponía a quitar las correas de su mochila para tomar su asiento, caminé e hice espacio para poder pasar hacia uno de los asientos traseros, había calculado que el espacio sería suficiente para poder pasar y no invadir su espacio personal así que me moví lentamente, pero el chico se enderezó de repente y de un movimiento involuntario él chocó su hombro contra mi ante abrazo dándome un empujón, el cual por suerte no fue tan fuerte y sólo me desubicó un poco de mi camino.
—Lo siento —susurró con sorpresa y real vergüenza. Su mano sostenía una cable perteneciente a unos auriculares y había quitado el gorro de su sudadera, evidentemente no me había visto u oído al momento de pasar tras de él.
—No hay problema. —dediqué una leve sonrisa y seguí mi camino hacia el final de la fila para separa un asiento.
Saqué la correa de mi mochila por encima de mi cabeza y luego me acomodé en el pupitre esperando no haber lucido como una total desesperada por tomar aquel pupitre, tal vez debía sentirme avergonzada por mi comportamiento, luego recordé que era mi clase de Cálculo y que había una razón totalmente razonable por querer estar sentada hasta atrás de la fila, y esa razón no era que yo fuera una total inadaptada o que fuera a pasarme el resto de la clase perdiendo el tiempo porque no me gustaba esa materia, en la cual a decir verdad era muy buena, la razón era Mr. Sutton, mi maestro.
Mr. Sutton es un señor maduro, no como para ser mi abuelo, tal vez para ser como mi padre; alto y delgado, usa ese bigote marrón el cual es su característica más notoria de su rostro y su cabello, que debió ser del mismo color que su bigote algunos (muchos) años antes, ha comenzado a caerse dejando ver una calva sobre su cabeza dejando solamente una parte que va de oreja a oreja, como si fuera una corona de olivo en la antigua Grecia; usa anteojos con armadura negra y cristales muy cuadrados que hacen que sus ojos crezcan a través de ellos y algo que no puede faltar en su estilo es una corbata tipo moño sobre su camisa de vestir. Se podría decir que es tanto física como mentalmente él es la imagen perfecta de cómo te imaginas que sería un nerd; es agradable y simpático, sin embargo, no de esos nerds que creen saberlo todo y te humillan por no dar una respuesta correcta, y su clase es una de las más interesantes, hace que de una forma u otra ames las matemáticas. El problema radicaba en que como todo nerd, Mr. Sutton tiene alergias, demasiadas... Y dado que aún estábamos en temporada invernal, incluso estando en Orange Country, California, sus alergias se alocaban, pero él es tan responsable que no existe manera alguna, hasta ahora, de dejar a sus alumnos sin su preciada clase de matemáticas, por lo que tampoco era sorpresa en esa estación del año que su clase fueran más estornudos que problemas o explicaciones de ecuaciones y estar sentada en los primeros pupitres de cada una de las filas era pase directo a recibir las bacterias de Mr. Sutton y yo prefería pasar a eso.
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Take Over
Teen FictionExisten muchos tipos de cicatrices. Las peores son las que no son visibles, las que te marcan el alma y se abren una y otra vez con sólo el hecho de recordar la situación que ha sido responsable de ellas. Mallory Bryce con tan sólo diecisiete años...