Capítulo 1: Feliz cumpleaños - Primera parte.

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El pequeño rastro de luz que pasaba por la ventana fue necesario para abrir lentamente los párpados de la rubia.

Era inevitable, a decir verdad. El gruñir, el levantarse a las ocho de la mañana por la fastidiosa alarma; a pesar de ser invierno y no tener clases ese día, Hailey ponía alarma, porque si no fuera así terminaría despertando a la una de la tarde. El observar el estampado de flores de su habitación por casi media hora sin moverse por el cansancio. El acercarse lenta e instintivamente a su escritorio, y tomar su lápiz número dos. Nada se acercará jamás a los recuerdos que le traían los lápices número dos.

Recordando aquel primer dibujo en su cuaderno de Matemáticas, respirando el olor a flores falsas que dejaba el desodorante de la habitación, y temblando levemente bajo la descarga de inspiración repentina, Hailey, sonriendo levemente, tomó la silla y se sentó en el escritorio.

Mientras Hailey se sentaba en el escritorio, Melón, su gato, se subió a su regazo.

Agarró su cuaderno de dibujo y en eso comenzó a sonar el teléfono de casa. Hailey no pensó ni un segundo en si debía contestar o dejar el buzón de voz: eligió la segunda opción. Estaba demasiado inspirada como para responder en ese momento.

Al terminar el dibujo (una clase de elefante con distintos paternos de relleno) , Hailey guardo su cuaderno entre los libros de la escuela. Tomó el teléfono, con Melón a su lado, y vio que era su Madre. Había dejado un mensaje de voz:

"-Hola hija, solo llamaba para desearte un feliz cumpleaños... YA VOY AMOR YA VOY... y que te la pases muy bien con tus amigos, cari- ¡YA, DETENTE, JAJA!... te amo, adiós."

Hailey arrugó la nariz al terminar de escuchar aquel mensaje de voz. Era molesto que ni siquiera podía verla en persona para felicitarla, y en cambio había decidido estar con su novio.

No le sorprendió que hiciera tal cosa, era algo común de su Mamá. Estaba completamente loca, tal vez por eso nunca iba a visitarla de vez en cuando; eso, y por su novio, que era igual que ella. Viajes, alcohol, clubs, eran el tipo de cosas que tenían siempre que aparecer en el perfil de las redes sociales de su madre. Una actitud tan descuidada que, si bien los desconocidos ya lo creían, daba la imagen que nunca había sido verdaderamente una madre.

Suspiró, y junto con el aire que soltó de su boca, se fue ese pensamiento.

Justo antes de querer siquiera dirigirse a la cocina, el inconfundible sonido del tocino cocinandose sobre aceite (una especie de repetitivo 'crack') llegó primero a su oído, y seguido fue el obvio olor.

«Feliz cumpleaños a mi»

Se dirigió con infantiles saltitos sonriente a la cocina. Dentro, un hombre robusto, con enormes lentes verdes, de barba descuidada y cabello canoso cuidaba con la mitad de la boca hecha agua el dorado tocino, mientras escuchaba a su hija pasar, y sin siquiera voltear a verla darle un "Buenos días".

Hailey espero varios minutos para ver si agregaba lo obvio a su saludo, pero jamás llego. Hasta que apago la estufa, y se volteo para encararla, serio. Vestía solo una bata naranja y calcetines. Literalmente, solo eso.

-¿Quién te dijo que podías crecer sin mi autorización? No estoy listo aún para verte salir por esa puerta.

Hailey sonrió y se acercó al hombre frente a ella, lista para aspirar el ya tan conocido olor a tinta y café de medianoche que siempre lo marcaba.

El nombre de su padre era Frederick Robinson. Un ingeniero en computación y además, escritor. Escritor fracasado, pero después de todo, escritor. Pesaba lo que su altura, y eso era tal vez porque le gustaban cosas como el tocino más que nada.

Pero amaba a Hailey, y ella lo amaba a él.

-Te escuche despertar hace unos minutos, ¿porqué no bajaste?

Pero todo amor llega a conocer las excepciones.

-Uh... bueno.-murmuró, alejándose un poco de su padre y tomando asiento en la mesa del comedor, que estaba unido a la cocina.-Solo recogí un poco, ya sabes.

-¿Hailey Robinson? ¿Recoger? -Pregunto entre risas.

«Rayos. Es verdad»

Su padre volteo a mirarla con sospecha desde su lugar en la estufa, entrecerrando lentamente los ojos. Hailey sonrió, sentada hacia enfrente, intentando ignorarlo.

-¿Qué? ¿Una señorita no puede recoger de vez en cuando?- murmuró, rodando los ojos y soltando una risa. Casi suelta un suspiro de alivio cuando esta salió menos temblorosa de lo que había pensado. Su padre la observó un momento mas, palmeó sus manos y asintió, comiendose la mentira con un pedazo de la comida.

-Muy bien, llama a Enoch para que baje. Y lávate las manos.

Hailey asintió, y con rapidez, y abandonó la habitación con una sonrisa, que se desvaneció en cuanto observó los restos de lápiz en las palmas de sus manos.

La habían descubierto.

N/AS: Como son vacaciones y no ando con Yoshi (Joshua:v), les escribiré lo que hablamos por Whats:

Yoshi: LO VAS A SUBIR YA???

Yo: Sí, ¿algo que quieras decirles antes de que lo suba? (Sé que te lo pregunte.. pero tienes que hacerlo. Es obligatorio:v)

Yoshi: "mando un cálido ':v' a todos ♡".

Hailey's destiny. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora