Desde cero

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Poco después que el chico rubio saliera, también tuvieron que irse el resto de sus amigos. Era ya bastante tarde y la resplandeciente figura de la luna ya había hecho acto de presencia en el cielo; la joven había pasado un buen rato con sus amigos, había gritado a más no poder cuando se enteró que su amiga había empezado a salir con Nino y muchas cosas más.

Aunque, por alguna razón no se sentía completa. Ahora que estaba sola no podía dejar de pensar en ese chico rubio al que había tratado de una forma tan grosera ¿Qué rayos se le había pasado por su cabeza para decirle algo así? Definitivamente tenía que disculparse con él, eso claro si es que volvía a aparecer. También estaban... sus memorias. El médico había dicho que había posibilidades de que volviesen en unos cuantos días, que tal vez era solo por el shock inicial.

—Y si ¿Nunca vuelven? — Había preguntado, el medico solo agitó su cabeza lentamente.

—Bueno, en ese caso no creo que te vaya a afectar demasiado el olvidar ese terrible accidente.

—Sí, claro... — Lo que no le había comentado al médico y en realidad a nadie más, era que no solo eran las memorias del accidente, había espacios en blanco en su memoria; no eran momentos realmente importantes o al menos eso quería creer. No pudo dormir gran parte de la noche, su mente se esforzaba en recordar de quien eran esos bellos ojos verdes que con tanta insistencia aparecían en su memoria.

Una semana después por fin le dieron de alta, no estaba completamente recuperada pero no podía seguir perdiendo clases; no le parecía mala idea seguir descansando mas tiempo en la camilla del hospital, pero tenía que establecer prioridades y aunque duela admitirlo, la escuela era una de ellas. Su cabeza le dolía al imaginar cuanto esfuerzo debería poner para salvar todos los cursos, estuvo ausente poco más de dos meses ¡Cuanta tarea habrán dejado!

Iniciaba una nueva semana, aquel lunes tenía que reintegrarse a la escuela, Marinette temblaba cual animalito asustado, no sabía si estaba ansiosa por volver o si tenía miedo, lo averiguaría al entrar al aula y volver a ver a sus compañeros. Aquel día seria recordado por un largo tiempo, ya que la azabache llego mágicamente temprano, incluso llego antes que Alya.

Al sentarse en su sitio habitual, se estremeció un poco cuando vio al chico de la anterior vez, no podía creer que asistía a su misma escuela; más aun, a su misma clase. Pero creía que podría ser obra del destino, aún tenía que disculparse por haber sido tan grosera la vez que la visito en el hospital. Estuvo pensándolo con cuidado y lo más lógico era que hayan sido buenos amigos antes de todo el caos que desato el accidente.

Al entrar él estaba perdido en la inmensidad, parecía tener el alma en cualquier lugar menos en su cuerpo, completamente distraído casi se estrella contra su pupitre; se disponía a sentarse y antes de que le diera la espalda, ella pudo visualizar unas ojeras bajos sus ojos, se notaba que no estaba durmiendo adecuadamente.

—Di-disculpa — toco su hombro con suavidad y el volteo desganado, pero sus ojos se abrieron como dos platos cuando la vio directamente.

—Marinette, tu....volviste

—Mm...Hola- Él la observó con sus brillantes ojos verdes llenos de ilusión. Esos ojos eran tan hermosos que casi pudo entender por qué se había obsesionado tanto con él. Casi ... porque aún seguía sin entender cómo es que había llegado a un nivel tal de enamoramiento como para forrar su habitación con fotos suyas y tener hasta el horario de actividades del rubio, incluso hubiera creído que era una broma pesada de parte de Alya, pero las pruebas decían que era verdad. El chico frente a ella en realidad era guapo, pero no parecía valer todo eso.

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2016 ⏰

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