PRÓLOGO

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— Dinos Zhang Li, ¿Qué piensas del amor? — Una pregunta seca. Mi jefe que estaba en su papel de presentador, simplemente me sonreía con picardía esperando una respuesta vacía, como las que daba siempre, apegada al guion, a lo que deseaban oír las fans.

Soy un cantante, uno bueno, pertenezco a una banda de chicos muy famosa en Asia y algunos países de ultramar, pero ese día, por razones que yo mismo desconocía, estaba cubriendo un desfile de disfraces para un programa de variedad. La empresa para la que trabajo explota todo mi potencial y utiliza todas mis habilidades, es por eso, que no me limitaba solo a bailar y cantar, también soy locutor de radio, actor en novelas, presentador y MC en varios programas y a raíz de esto, un treinta y uno de octubre, me encontraba a mitad de Insadong-gil, hablando con las personas a cerca de sus disfraces, el proceso de elección, el valor estimado, que los había inspirado y cosas que a nadie le interesan, pero que de igual forma tenían una audiencia bastante alta debido a que nosotros aparecíamos en pantalla. Mi jefe y por jefe me refiero al dueño de la empresa. Era un hombre muy afortunado, se había ganado la lotería genética y heredado la empresa desde muy joven, desde ese entonces la había hecho crecer tanto como podía. Era muy alto al igual que yo, en su cuerpo estaban marcadas las duras horas trabajando en el gimnasio y su cara era tan fina como su reloj. Como era un hombre afortunado confiaba mucho en su suerte y le encantaban las apuestas, apostaba de todo, desde dinero hasta penitencias, penitencias reales, y aunque casi nunca perdía, se le conocía por varios videos en los que pasa corriendo completamente desnudo por la plaza Seúl o por robarle besos a extrañas.

Su madre había apostado tres años atrás a que su hijo no era capaz de echar de la empresa a todo aquel que no aceptara sus apuestas y Yuang, así se llama mi jefe, aceptó gustoso. Hasta ahora solo trescientos novatos habían sido despedidos y 6 cantantes, todo esto, debido a que el premio de la apuesta con su madre son las ganancias de la empresa por un año.

Y básicamente esa era la razón de que él estuviera presentando la sección conmigo; hacía una semana me había retado a subir las escaleras eléctricas que bajan por cuatro horas y si yo no lo lograba él estaría junto a mí en un show de variedad. Luché con todo lo que tenía, pero al final solo duré dos horas, y es que si quien acepta sus apuestas no lucha por ganar no merece trabajar en la empresa.

Ser quien soy me ha costado, y no pienso perder eso por nada en el mundo, tal vez por estas decisiones es que soy un desgraciado...

PERSPECTIVA DE UN DESGRACIADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora