Paseando por las calles observo a las personas. Son todas grises, ríen, balbucean, pero nada de lo que dicen tiene significado.
Yo lo entiendo.
Son sólo pasajeros en este mundo, y yo hago sus viajes más cortos.
En aquella primera tarde, ella caminaba adentrándose en el bosque, con pasos ligeros al igual que su cuerpo.
El cielo estaba cubierto de nubes, y las sombras se iban volviendo más oscuras.El tono de su piel se acercaba al de su vestido blanco.
La seguí. Sabía que era ella. Con el murmullo de los árboles, pisaba sobre sus huellas.
Se sentó al pie de un árbol y cerró los ojos. Siempre lo hacía.
Parecía saber qué sería.
Silenciosamente me coloqué frente a ella y luego de contemplarla unos segundos, en un soplo aseguré su torso contra el árbol y dibuje una línea en el cuello.
Fue hermoso. El rojo brotó y brotó sin descanso cayendo en hilos gruesos hasta ser absorbidos por la tela y la tierra, sus ojos quedaron negros y sus músculos se relajaron. Fue después de unos momentos, sólo naturaleza.
No había nadie. Ella fue liberada.
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El Diario De Sangre
HorrorHe aquí mis palabras, las malformaciones de mi mente en papel, tinta, y un poco de sangre.