Uno.

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- ¡Triana! Llamó el fotógrafo del almacén cercano a la tapicería, dice que si quieres los Photoshoots para la otra semana tienes que ir en dos horas.
El problema no era que no tuviera tiempo para ir a sacar las fotos; el problema es que el maldito cuarentón que se dice llamar fotógrafo por el simple hecho de poner una cámara a tres metros de mí y decirme que sonría es un maldito morboso y, siempre que me pregunta que viñeta voy a escoger pasa sus grandes y asquerosas manos por mi espalda dándome inmensas ganas de vomitarme sobre su computador.
- Diana, qué te parece si mejor te tomas las fotos tú y luego le agregamos mi cara; de verdad que lo que menos quiero hacer es ir a esa sesión. -Le suplico a mi hermana con un puchero.
Llevo unos meses creyendo que este va entre los grandes esfuerzos que tengo que hacer por convertime en una modelo profesional, pero estos últimos días ya estoy por rendirme e irme de prostituta para al menos tener dónde vivir.
- No, y avísame de una vez si vas a ir o no; tengo que llamar al fotógrafo, parece que otra chica va para ese turno a tomarse nudes.
Me pongo a analizar todo rápidamente. Si no me tomo esas fotos, lo poco que llevo en el modelaje se iría a la borda porque, en esta ciudad él es el único que posee una cámara profesional de alta calidad y no me cobra tanto dinero teniendo en cuenta que estoy en la inmunda. Por otro lado, si vuelvo allá estaría denigrándome como mujer y en un futuro no quiero estar en la portada de Vogue diciendo se todo se lo debo al cerdo de mi fotógrafo porque le di un buen polvo.
- Estoy más que segura que no voy, que mi carrera se vaya a la mierda; voy a mandar un par de selfies al concurso.

- Está bien, no me llames cuando tengas hambre y necesites del dinero de mi esposo para sobrevivir.

Pongo los ojos en blanco mientras ella se dispone a salir de mi apartamento.
***
Después de la pequeña charla con mi hermana decido dar una vuelta por el parque y mirar si por alguna razón la vida me ama y en algún lugar están buscando trabajo; tal vez lo de ser modelo no sea lo mío, pero eso no quiere decir que me vaya a quedar esperando que alguien toque a mi puerta con un fabuloso vestido diciéndome que seré la próxima modelo de Victoria Secret.

Entro a una pequeña cafetería, me siento al lado de la gran ventana que da hacia la calle, pido una tarta de chocolate y me quedo observando a las personas que entran y salen del local, justo cuando estoy concentrada en la conversación que sostiene la señora de la mesa de al lado con su hija, siento la cegadora luz que reconocería en cualquier lugar: un flash. Volteo a ver rápidamente y me encuentro con un chico sosteniendo una cámara profesional a la altura de sus ojos, es alto, lleva un saco y un beanie, ambos de color gris, pantalones negros y botas cafés.

 Rápidamente toma otra foto y se da la vuelta sin siquiera mover la cámara de su cara. Todo sucedió tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de voltear mi cara ni nada por el estilo, mi subconciente no para de decir que quedé mal en la foto pero qué más da; a lo mejor el chico solo buscaba tomar una foto de la pequeña cafetería.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2016 ⏰

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Memories for ourselves||h.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora