Prólogo

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El cuarto creciente en el cielo se alzaba, una ciudad destrozada, junto con moribundos cuerpos que entre los escombros de una metrópoli se arrastran.
Él observa en silencio desde las sombras, sus profundos ojos azules miran con indiferencia el desolado escenario,  que una vez estuvo lleno de progreso y vida, su blanco cabello es delicadamente movido por el viento, que a su paso lo acaricia con su frío beso. Los latidos de los pocos supervivientes que aún se aferran a esta vida le molestan, haciendo que sus labios hagan un firme gesto de disgusto. Los lamentos y auxilios que aún se escuchan entre los restos de concreto le enferman, pues él sólo quiere disfrutar de la noche que aún no se tiñe por completo con la sangre de Andegar. Sus fosas nasales son estimuladas por un sulfuroso hedor, que vicia el ambiente causando en el un fruncido ceño y un naciente enfado.

-¿Qué es lo que quieres?

- El infierno cada vez se llena más, mientras  que en la Tierra la extinción esta más que destinada-Señaló el demonio Belial - Dime Azrael, acaso no te frustra que un mocoso terraneo haga mejor tu trabajo, ha llenado los infiernos de almas humanas más rápido de lo que tú  y  sin contar la sangre derramada en todos los patéticos intentos por detenerle -Agrego con burla y diabólica sonrisa.

- No lo sé, tal vez siento lo mismo que tú debiste sentir el día que la armada del Nazareno derrotó a tus ejércitos jajaja o no es así Belial...

- Probablemente...  aunque a mi me derrotó la armada de una deidad y a tí...

- ¡A mi nadie me ha derrotado! - Contestó con irá mientras sus azules ojos se encendian en un fuego infernal en rojo- Y mucho menos un mortal...

- ¿Así?Reto el demonio.

- Podría traerte su cabeza si así lo quisiera...  pero ¿Qué obtendría a cambio?

- Mi inmensa gratitud - Carraspeo- Y una oportunidad de trabajar para mí...

- Para ser un demonio "poderoso" entre comillas ofreces muy poco, y  a decir verdad tu gratitud no me interesa en lo absoluto

- ¿Qué deseas? -preguntó con énfasis en su lobrega voz.

- Conocimiento... - Belial arqueo una ceja al escuchar su petición -El conocimiento es poder ¿o no?

- Te daré lo que desees a cambio del hombre que se hace llamar emperador ¿Es un trato... Azrael? -Cuestionó estirandole su brazo.

- No confundas Belial, haré el trato; pero no te tocare, me das asco... conformate con tener mi palabra

- Jaja - río la bestia - Tu palabra dejó de tener valor desde hace siglos; pero en este caso la aceptaré

- Bien, ¿Cuál es la razón por la que le quieres muerto?

- Como dijiste, el conocimiento es poder y dado que esa fue tu petición, no te lo diré hasta que por tus manos corra la sangre de ese mortal, ¿entendiste mercenario?

- Entendido -Accedió Azrael sin mirarle - Ahora, quieres largarte, tu presencia no me es grata

- Jaja, bien, sólo te diré que tienes hasta antes de la siguiente Luna de sangre, que es dentro de dos días...

- Lo tendrás para antes del siguiente crepúsculo- le interrumpió - Ahora largo - Ordenó  apareciendo en un destello que iluminó el lugar una flecha de plata a la que miraba con singular atención - Debo terminar otro mandato...

- Hasta entonces... Ángel de la muerte

Dicho esto la bestia desapareció en una llamarada proveniente del suelo dejando un penetrante olor a azufre en el ambiente,  al igual que un abrasador y sofocante calor que desentonaban con la fría y obscura noche.

Azrael dio un suspiro extendiendo sus negras alas, pensativo permaneció en los aires hasta que un grito de ayuda al igual que un pasivo llanto llamó su atención, sus aleteos fueron rápidos y en dos simples movimientos llegó hasta lo que perturbo su cavilacion.  Una joven mujer de castaños cabellos y no más de veinticuatro años, cubierta de pequeños ríos carmesí que corrían desde su frente hasta sus pechos, llora desconsolada entre escombros de concreto. El viento provocado por las alas de Azrael le hace alzar su mirada, secando sus lágrimas le mira desde el suelo con una pequeña sonrisa de esperanza, al notar como el brillo de la luna le ilumina el cuerpo al igual que  las enormes alas, dibujando su angelical silueta en el azul firmamento.

- Gracias a Dios- Dice entre sollozos.

- Es curioso que lo menciones; pero esta vez no vengo en su nombre, esta vez sólo tengo hambre - Responde apareciendo una arco plateado y sonriendo de una sádica manera.

Los desgarradores gritos se hacían presentes al igual que parcialmente la noche se teñia de rojo y un último lamento se desvanecia junto con el viento.

- Antes de la vida,  la muerte nació y antes de Dan el emperador...  Azrael el ángel la luz eclipsó...  No me conoces imbécil- espetó mirando la destrucción - Pronto lo harás...

Las Crónicas de Amity Park:  Azrael El Ángel de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora