Un llamado. Doble caída.

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- Me dijeron que no podía llegar a ser yo sino me decidía a ser yo.

Era el único pensamiento que tenía Shian en la cabeza.

- Será el sábado, todo será el sábado. Unas cuantas cápsulas, unos cuantos minutos y mundo perdido- se había dicho a sí misma.

Pero. Siempre hay un "pero" era lo que recordaba.

- Pero ¡qué mierda es esto!

Descendía y ascendía por un túnel que al parecer no tenía fin. El estómago se le revolvía. La cabeza le daba vueltas. Todo pasaba a gran velocidad, Shian no sabía si era ella la que se estaba movimiento, o al contrario, era ella la que estaba completamente estática y su alrededor estaba en movimiento.

- ¡Esto es solo una pesadilla Shian! Tú no estás viva. Tú estás muerta. ¡Tú estás muerta!

Era más que un dulce sueño, más que una placentera pesadilla. Ese espacio era perfecto, las combiaciones eran perfectas. Nebulosas y aguas suspendidas en tonos violetas, azules, tuquesas y negros, era sin duda mejor que contemplar las creaciones de Miguel Ángel, de Botticelli o de Da Vinci.

De pronto, como si le hubiera borrado la memoria o más bién como si nunca hubiese atravesado aquél túnel se despertó de una largo, esta vez en un desierto donde ni siquiera el sol gobernaba y donde ni siquiera la luna le arrabataba el trono. Despertó en un desierto coronado por la paz sideral, las estrellas parecían caerse, parecían llorar. 

Cuando Shian abrió sus ojos sintió una pesadez intolerable recorrerle el cuerpo entero. Sus piernas le eran inválidas solamente logró arrastrarse en su agonía unos cuantos centímetros.  Shian notó que su cuerpo estaba cubierto por un polvo espeso, notó que estaba en un mar de escorias y cenizas. Desesperada buscó vida, sustento pero no pudo visualizar nada, solo que a lo lejos parecía haber alguien, pero la imagen no era muy clara.

- Estás ciega Shian. Espera un momento. Lo vez, estás cápsulas no te sirvieron de nada- pensó.

Le dolía el corazón. Le dolía el pensamiento. Le dolía el alma.

- Esto parece un atardecer- dijo en voz alta. Un suave viento la envolvió desde occidente a oriente. Suave, tenue y efímero. Shian lo percibió, le recorrió un escalofrío por el cuerpo y a lo lejos la imagen que ignoró al considerarse ciega, la llamó a evidentes gritos y esfuerzos, peró esfuerzos por qué.  

- ¡Shiaaaaaaaaaaaaan! ¡Shiaaaaaaaaaaaaan!- el viento se llevaba el llamado, parecía llegar solo el último aliento de un eco poco pronunciado.

- ¡Al diablo! No estoy loca. ¡Shian, reacciona! ¡No estás loca! ¡Qué carajos! ¡Alguien me llama!

Sintió tanta rabia que gritó con las fuerzas que no tenía y tratando de ponerse en pie resongó:

- Pero se suponía que no volvería a abrir mis ojos. Que ya no volvería a verme la cara, ni darme el lujo de pensarme ¡Qué mierda! ¡Alguien que me diga qué es...!

Ni siquiera terminando su reproche, nuevamente descendió. Pero esta vez lo hacía sin corazón, sin mente y sin alma. Shian era simple era un cuerpo que nuevamente flotaba, flotaba hacia una profundidad o quien sabe si una cima. Caída nuevamente. Pero, a dónde iba si ya había estado en un desierto. Lo único que ahora llevaba era un llamado.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2017 ⏰

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