La chica nueva

16 1 0
                                    

Sonó el timbre del primer día de clase tras las vacaciones de Navidad. Yo, como siempre, me senté sola en una esquina de la clase procurando que nadie me viera. Quedaban libres el sitio que había a mi lado y el de Melody, una chica rubia de ojos azules bastante guapa que llamaba la atención de todos los chicos de la clase. Probablemente ella se saltaría el primer día ya que su padre es el director y, era muy probable que se lo permitiera. 

El Sr. Walls, mi profesor de música y tutor, llegaba tarde (algo muy impropio de él) y todos mis compañeros de clase se lanzaban pequeñas bolas de papel y jugaban con ellas al fútbol. No sabía como tenían tanta energía a las ocho de la mañana con lo que me costaba a mí solamente levantarme de la cama. No es bueno dejarnos tanto rato solos, un aula con veinticinco adolescentes de quince años alterados y dando voces... aquello parecía una discoteca más que una clase porque encima les daba por poner dubstep y reggaeton en el ordenador. Por suerte el Sr. Doyle, que estaba en la clase de al lado, vino a poner orden y después de eso no tardó mucho en llegar el Sr. Walls, pero no estaba solo, iba acompañado del director y una chica asombrosa de enormes ojos verdes, labios gruesos y pintados de color rosa claro, no muy llamativo, tenía la raya hecha por arriba en los ojos y un poco de sombra del mismo color que los labios y rimell negro en las pestañas. El color de su piel en parte era pálido pero tenía un toque más oscuro en ciertas zonas de la cara. Su pelo era oscuro y ondulado, más rizado por la parte de abajo que por arriba. Llevaba un jersey largo y rojo con lentejuelas, no muy llamativo, de cuello barco que dejaba al descubierto uno de sus hombros, su piel en verdad era bastante pálida, no solo era por el maquillaje. Llevaba unos pantalones vaqueros de distintos tonos de azul con varios rotos a lo largo de las piernas, en los pies tenía unos botines marrones con plataforma y flecos negros a juego con la mochila que le colgaba del hombro que sí estaba cubierto por su jersey y en el otro brazo llevaba una chupa de cuero negro colgada. Todos los chicos se quedaron mirándola, era incluso más guapa y espectacular que Melody. Incluso yo me fijé en ella y eso que normalmente no me gustaban las chicas de mi instituto, pero ella era diferente, tenía algo especial... Pero seguro que ella no se fijaría en mí, ni siquiera llegaríamos a ser amigas. Pronto sería abducida por Melody y sus amigas. 

- Os presento a vuestra nueva compañera, Katy - comenzó a decir el director - Acaba de llegar de Nashville así que también es nueva en la ciudad y espero que le deis una buena bienvenida. - Katy nos saludó con la mano y recorrió la clase con la mirada.

- Bienvenida, Katy. Yo soy el Sr. Walls y seré tu tutor y tu profesor de música - dijo el Sr. Walls dirigiéndose a Katy cuando salió de la clase el director - siéntate donde quieras - le indicó con amabilidad. Ya le acabaría cogiendo asco, como todos... Pero no era plan de empezar mal el primer día.

Katy volvió a recorrer el aula con la mirada, yo estaba segura de que tomaría el sitio de Melody pero clavó su mirada en mí y se acercó con un paso ligero, lo que me puso de los nervios pero me puso aún más nerviosa cuando se sentó a mi lado y empezó a hablarme.

- Hola - me dijo con una preciosa sonrisa que deslumbraba.

- Ho... ho... ho... la... - Estaba demasiado nerviosa como para pronunciar bien una palabra tan simple como esa. Me estaba hablando a mí ¡a mí! A la marginada de la clase, a la que nadie habla nunca, a la que no se acerca nadie. Era un fenómeno que no se daba todos los días, como para no estar nerviosa...

- Perdona si te he molestado... si lo prefieres me cambio de sitio... - eso era lo último que quería pero lo que me dijo hizo que se me acelerara todavía más el corazón.

- ¡No, no! Es nunca que solo me hablan, digo suelen, quiero decir - no tenía ningún sentido lo que decía, pero no quería que se fuera, intenté decir algo con un poco de coherencia pero estaba demasiado nerviosa - que hablan nadie a mí, nunca - me estaba quedando sin aire -es decir, que no... que no... - se le escapó una pequeña carcajada lo suficientemente bajo como para el Sr. Walls no lo escuchara. Me quedé embobada mirándola y por suerte empezó a hablar, no sabía que más decir.

- Vale, vale, tranquila - dijo entre risas - me ha quedado claro que no quieres que me vaya - sonrió - pero, no entiendo por qué te has puesto tan nerviosa - soltó una risita amistosa - solo te he dicho hola - me tranquilicé un poco pero no pude decir nada, simplemente le devolví la sonrisa - ¿cómo te llamas? - me preguntó.

- Shannon - el Sr. Walls interrumpió nuestra conversación, bueno era ella la que estaba hablando yo no hacía más que decir tonterías. Las dos giramos la cabeza hacia él - ¿puedes salir a la pizarra a completar la escala? - yo asentí y me levanté de la silla. Recorrí el pasillo escuchando las risitas y cuchicheos de mis compañeros y compañeras de clase. 

Según iba avanzando se me iba anudando más y más el estómago. Agarré la tiza que me tenía tendida mi profesor y comencé a escribir en la pizarra. Me temblaba el pulso y la tiza chirrió varias veces al rozar con la pizarra. El Sr. Walls tuvo que mandar callar unas tres veces porque no paraban de cuchichear. Era la mayor tortura a la que me podían someter, yo no estaba hecha para estar delante de tanta gente, habría sido peor si me hubiera hecho hablar. Mi sitio estaba en la última fila, donde nadie me miraba y donde podía ser invisible para el resto del mundo... La música no se me daba mal así que terminé de completar la escala y volví rápidamente a mi sitio.

- Muy bien - dijo el Sr. Walls entre los cuchicheos de el resto de la clase, la única que permaneció callada aparte de mí fue ella, la chica nueva que permanecía callada esperando a que yo regresara a mi sitio.

- Bonito nombre - me dijo cuando me vio un poco más calmada y yo no pude evitar mirarla, me estaba mirando con esos ojos enormes y encantadores en los que me perdía cuando me miraba. 

- Gr... gracias - no me lo podía creer, volvía a tartamudear, ¿cómo podía seguir tan nerviosa? Ya había pasado lo peor pero seguía sin acostumbrarme a hablar con la gente. Supongo que era normal, solamente llevaba unos minutos así. 

Me pasé lo que quedaba de clase y las siguientes horas mirándola, intentando disimular cada vez que giraba la cabeza hacia mí. En el recreo se vino conmigo y hablamos, bueno, habló. Pude conocerla un poco mejor pero ella no pudo conocerme a mí, seguían sin salirme las palabras. La verdad era que me daba mucho miedo cagarla, era la primera persona que me hablaba y no era para reírse de mí, ni por obligación de un profesor, bueno, persona de mi edad porque personas sí que me habían hablado, mis padres, mi hermano pequeño,... ¿el loro de mi hermano cuenta? Bueno, técnicamente el loro no era una persona pero sabía hablar, aunque más bien repetir palabras...  Me he ido por las ramas, el caso es que me daba miedo cagarla o decir algo que hiciera que se alejase de mí. 

Las últimas tres horas de clase se me hicieron eternas pero era confortable tenerla a mí lado. Pero no estaba del todo segura de que eso seguiría siendo así siempre, ni siquiera me había atrevido a hablarle... ¿y si se cansaba de tener que hablar solo ella? ¿Y si al día siguiente Melody aparecía y se iba con ella? ¿Y si me dejaba sola? Todo lo que me estaba pasando esa mañana no lo había vivido en toda mi vida y era lo mejor que me había pasado nunca. La buena suerte y yo no es que nos lleváramos muy bien, nunca nos habíamos llevado bien pero esa mañana... todo cambió. El Sr. Doyle interrumpió mis pensamientos para decirme que haría el trabajo de geografía con Katy, lo que hizo que mi corazón se acelerara. La miré y me devolvió la mirada con esa deslumbrante sonrisa dibujada en su rostro. 

El mismo corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora