5- por la mala , soy peor.

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Mendoza no dudó un sólo instante en investigar quien era ese hombre que abusó a su hija. Sí algo catalogaba a Mendoza, era su odio y su sed de venganza. No cesaría hasta encontrarlo, y de eso estaba seguro.

...

Alina se abrigó, intentando apaciguar el frío que calaba sus huesos, la oscuridad la envolvió por completo. Era obvio que la estaban tratando como un miserable animal. No comprendía el porqué él podía ser tierno y malo a la vez. Había algo en él que la hacía confundirse y cuestionarse su miserable existencia.

Sí tan solo fuera libre...

Mientra que Leo se fumaba un habano desde su alberca, deseaba salir de allí, pero no quería,  ya que en cualquier descuido, Mendoza iría trás su paradero. Aunque si deseaba verlo cara a cara y cobrarse todo.

Había algo en Alina que Leo no dejaba de pensar. Quizás en su inocencia,  quizás en la manera que se entregó a él como ninguna lo hizo. Leo jamás había hecho el amor con tanta paciencia, y se sintió un poco extraño. Aunque eso no sería suficiente para él no dejar de odiarla.

No quería verla, no por esa noche. Mandó a que la atendieran y que la ducharan. Pero de pronto recordó que no se protegieron y lo menos que quería era un bastardo de esa niña.  Entonces ordenó que se comprara pastillas de emergencia para que ella se la tomara hasta ponerle un método anticonceptivo. Claramente ella sería usada por él como una amante.

Y ya que él fue el primero, decidió usarla sin protegerse las veces que él deseara. La consideraba suya aunque no lo aceptaba como tal. 

—¿Cuando me dejarás probar la deliciosa Alina? —preguntó Omar con un tono divertido, mientras saboreaba la exquisitez del néctar del vino.

Aquella pregunta incomodó bastante a Leo, y por tal razón se levantó de su sillón y apagó su tabaco en el cenicero.

—No podría pretarla en éstos momentos. Alina esta muy irritada de su parte.  Ya sabes... no la dejé descansar.

Leo en realidad estaba buscando excusas que no reflejaran que el sólo desea adueñarse de ella.

—Eso a ti jamás te ha importado. Es extraño amigo. ¿No será que solo la deseas para ti?

Omar arrugó su entrecejo mientra buscaba la mirada de Leo y así tener con qué acosarlo y molestarlo.

—¿Qué idioteces dices, omar? Ninguna mujer es digna de mí. Ademas, te la prestaré cuando yo me canse de follarla. Espero que ésto no se hable más.

Dicho eso, caminó hasta el balcón y Omar dudoso lo siguió

—Está bien. Por cierto,  la gata te manda saludo. Dice que está loca por verte, ya que tu no volviste a visitarla. Y te ha mandado a decir que cuando desees ella viene a ti.

Aquello le interesó a Leo. La gata como se le conoce, fue una chica quién Leo mantuvo unas relación íntima por varios meses. Es dueña de un cabaret y aparte hace negocios sucios con la mafia, traficando drogas.

Ese tipo de mujer, a Leo le gustaba, quizás por su caracter y su experiencia. Tenía tiempo sin verla, y no estaba de más tener otro encuentro. 

El placer de odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora