Ciudad de Ángeles la llaman.
Ciudad de Ángeles le dicen...
Nadie sabe donde está, algunos sólo saben que existe donde hay ilusión y esperanza.
Esta poblada por niños con alas brillantes, multicolores, que pasan su tiempo jugando, Saltando entre nubes, regándolas con sus risas y cantos. Acostumbran a dormir estrellas con historias asombrosas del reino de la tierra, habitado por niños carentes de alas, a quienes aún no les llegó su tiempo de volar al juego de sus sueños. En ese momento heredarían alas brillantes para volar a la ciudad de los ángeles, escondida en algún lugar inhóspito del cielo.
Toshito Mifune era un pequeño ángel de seis años, dueño de una sonrisa compradora, simpático, alegre, sus ojos marrones rasgados, dejaban descubrir el amor que brillaba en su alma.
Toshito era el único ángel con alas negras, la oscuridad de su piel y su pelo correspondían a su condición de piloto, ya que le permitía escabullirse por la neblina de las calles del reino de la tierra.
Desde allí, todas las mañanas se encargaba de ir a buscar un nuevos grupo de Ángeles reclutas.
Toshito nació con el deber de cuidar una llave mágica, esta se le había otorgado desde antes que naciera. No sabía por qué, ni tampoco qué hacer con ella. Quizás esta abriría puertas que jamás se habían sido cerradas, pero como no le podía dar ninguna utilidad, la tenia guardada en su antiguo bolso marrón, con el que llego un día a la ciudad.
En cada viaje Toshito, se quedaba maravillado contemplando a todos aquellos niños carentes de alas, los veía jugar en el barro, comer chocolates, correr en plazas.
Había observado que siempre andaban custodiados por mujeres bellas, que abrazaban con las palabras, y acariciaban con cada mirada.
Ellas los limpiaban cuando se ensuciaban, curaban sus heridas, procuraban estar ahí después de cada golpe, lo único que les iluminaba la vida, era ver a estos niños soñar y jugar.
El siempre había imaginado tener una bella mujer, que lo abrazara y lo acariciara, sin embargo sabia que un milagro así, jamás le sucedería a el.
Durante sus treinta años de remota existencia, vivió con la esperanza de que algún día se cumpliera la antigua leyenda.
Esta decía, que existiría una niña con alas doradas, esta no alcanzaría a nacer en el otro reino, su pureza seria infinita, ella uniría a los dos reinos con sólo su existencia, pero devolvería a un niño con alas al mismo amor donde fueron engendrados, primero en el alma, refrescado en su esencia, para dejarlos escapar de su vientre.
Lo volvería mortal y sus alas se desvanecerían.
Esta leyenda nadie la entendía, ya que no había nadie que la pudiera explicar.
Sólo eran niños, sabían de juegos, saltos, vuelos, sin saber como sólo sabían amar.
Toshito estaba cansado de ascender y descender de un reino a otro, le gustaba quedarse unos instantes observando a una de esas bellas mujeres, que custodiaban a estos niños sin alas, soñaba despierto el poder tener una sonrisa de esa mujer, que era la única que regalaba besos mágicos en una plaza.
Cuando una mañana fría de abril, la vio caminar con prisa, sin su sonrisa en el rostro, el dolor le quitaba su respiración, la amargura se internaba en la garganta.
Toshito se asustó y corrió a su encuentro desesperado, este dolor ajeno lo estaba lastimando.
De pronto se escucho un llanto tenue, que se escondía en el silencio de viento.
Recorrió las calles de la ciudad atormentado buscando ese llanto, el alma que se escondía detrás de el.
Debajo de un puente viejo y olvidado, pudo ver a una niña, Toshito se acerco despacio, muy despacito, para no asustarla, de a poco pudo ver unas alas doradas que emergían de su espalda, Toshito quedó estupefacto, al ver sus ojos café.
Mientras le acariciaba su blanco rostro le pregunto:
_ ¿Por qué lloras niña?
_ Porque me encuentro triste. He estado buscando por treinta años una llave mágica, que fue entregada a un niño con alas, el fue creado por el mismo amor que me creo a mi, estamos unidos a través de el y con su magia cesara el dolor, la angustia y la desesperación, que deje en el alma de esa bella mujer cuando mi tiempo llegó. Durante estos años viví en su regazo, pero ya es tiempo.
Mi tiempo llego. Es momento de volver a mi reino, en el que se me ha prometido, que con mis alas doradas volaré a la ciudad del juego.
Desde allí y junto a ellos uniremos los reinos con nuestro amor infinito.
Toshito de un golpe, sin pensarlo corrió en busca de su llave.
La encontró donde la había dejado, pero su lado pudo ver una nota invisible que decía:
Sol de mis días
Luna de mis noches
Sin poder tocarte aún,
Mis labios te besan,
Mis manos te acarician,
Mi infinito te abraza,
Te trae cerca de mí.
Estas volando a mí alrededor,
Con tus alas doradas y tu rostro blanco.
Mírame
Mírame y date cuenta que existe el amor...
Que te amo desde acá aunque no logre tocarte,
Que te amo más allá de la muerte.
La niña de alas doradas empezó a reír sin calma.
¿Y ahora porque ríes? Si esta nota es triste_ dijo Toshito
_ Porque hemos unido a dos reinos con nuestro amor, esa nota es la prueba, y tú el dueño de la llave mágica que abrirá el alma de esa bella mujer que perdió su sonrisa y su magia cuando mi tiempo llegó.
Ahora es tu tiempo, regresarás con tu llave mágica, volverás al alma y a la vida de esa bella mujer.
Y así fue que nuestro ángel de alas negras se quedo sin alas y volvió al amor que nadie conocía, el mismo que con su magia los había creado.
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Ciudad de angeles
FantasyCiudad de Ángeles la llaman. Ciudad de Ángeles le dicen... Nadie sabe donde está, algunos sólo saben que existe donde hay ilusión y esperanza. Esta poblada por niños con alas brillantes, multicolores, que pasan su tiempo jugando, Saltando entre nube...