SUEÑO DEFECTUOSO

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Después del despegue la nave hizo un chequeo de rutina de la condición de las sesenta personas que dormían en los tanques criónicos. Descubrió una disfunción en la persona nueve. El EEG revelaba actividad cerebral.

Diablos, se dijo la nave.

Complejos mecanismos homeostáticos interceptaron los circuitos, y la nave entró en contacto con la persona nueve.

- Estás ligeramente despierto - dijo la nave, utilizando la ruta psicotrónica; no tenía caso devolver la plenitud de sus facultades a la persona nueve. A fin de cuentas, el vuelo duraría un decenio.

Virtualmente inconsciente pero por desgracia aún capaz de pensar, la persona nueve pensó: «Alguien me habla.»

- ¿Dónde estoy? - dijo -. No veo nada.

- Estás en suspensión criónica defectuosa.

- Entonces no debería poder oírte - dijo la persona nueve.

- Defectuosa, dije. Ese es el problema; puedes oírme. ¿Sabes tu nombre?

- Victor Kemmings. Sácame de aquí.

- Estamos en vuelo.

- Entonces ponme de nuevo a dormir.

- Un momento. - La nave examinó los mecanismos criónicos; escudriñó e investigó, luego dijo: - Lo intentaré.

Pasó el tiempo. Victor Kemmings, sin poder ver nada, sin sentir el cuerpo, se descubrió aún consciente.

- Baja mi temperatura - dijo. No oyó su voz; tal vez sólo imaginaba que hablaba. Los colores se le acercaban flotando y luego se lanzaban sobre él. Le gustaban los colores; le recordaban esas cajas de pinturas para niños, la especie semianimada, una forma de vida artificial. Las había usado en la escuela doscientos años atrás.

- No puedo dormirte - dijo la voz de la nave dentro de la cabeza de Kemmings -. La disfunción es demasiado compleja; no puedo corregirla ni repararla. Estarás conciente durante diez años.

Los colores semianimados se lanzaron hacia él, pero ahora tenían un aura siniestra, proyectada por su propio miedo.

- Dios mío - dijo. - ¡Diez años! - Los colores se oscurecieron.

Mientras Victor Kemmings yacía paralizado, rodeado por lúgubres fluctuaciones de luz, la nave le explicó su estrategia. Esta estrategia no implicaba una decisión de su parte; la nave había sido programada para buscar esta solución si se presentaba una disfunción de este tipo.

- Lo que haré - dijo la voz de la nave - es transmitirte estímulos sensoriales. Para ti el peligro es la privación sensorial. Si estás conciente diez años sin datos sensoriales, tu mente se deteriorará. Cuando lleguemos al sistema LR4 serás un vegetal.

- Bien, ¿qué te propones transmitirme? - dijo Kemmings, aterrado -. ¿Qué tienes en tus bancos de información? ¿Todos los teleteatros del último siglo? Despiértame y daré un paseo.

- Dentro de mí no hay aire - dijo la nave -. Nada para comer. Nadie con quien hablar, pues todos los demás están dormidos.

- Puedo hablar contigo - dijo Kemmings - Podemos jugar al ajedrez.

- No durante diez años. Escúchame, te digo que no tengo comida ni aire. Debes quedarte como estás... una mala solución, pero no nos queda otro remedio. Ahora estás hablando conmigo. No tengo almacenada ninguna información especial. Así se procede en estas situaciones: te transmitiré tus propios recuerdos sepultados, enfatizando los agradables. Posees doscientos seis años de recuerdos y la mayor parte se ha hundido en tu inconsciente. Esta será una espléndida fuente de datos sensoriales. No te desanimes. Esta situación tuya no es inédita. Nunca ha sucedido antes dentro de mí, pero estoy programada para enfrentarla. Relájate y confía en mí. Veré de que tengas un mundo.

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