Es curioso como cualquier cosa me acuerda a ti. Han pasado años y a pesar de todo siento la misma sensación de desasosiego cuando te recuerdo. No debes malinterpretar este sentimiento, en su inicio es cálido y estremecedor, producto de cada uno de aquellos escasos momentos que vivimos juntos.
Infortunadamente casi al instante, mi mente aterriza a mi cuerpo débil ante el leve recuerdo de lo que me hacías sentir, y entonces el vacío de tu ausencia me consume. Parece ayer. Amores espontáneos y turbios ha pasado, tristezas y alegrías de todo tipo, más sin embargo, nada se iguala al sabor de tus labios, que parecían desprender mi cuerpo de este mundo terrenal. Tristemente con nada puedo comparar el calor de tu cuerpo, tan apacible, tan reconfortante. Y tu risa, pícara, sincera, coqueta, parecía casi desaparecer la miseria de este pequeño mundo azul. Podría jurar que no me he perdido en ningunos ojos como lo hice en los tuyos... profundos y misteriosos, listos para revelar secretos extraordinarios.No diré que fuiste perfecto. Por que no lo fuiste. Volátil, testarudo, cascarrabias, estricto con tigo y con los que te rodeaban, arrogante, e impulsivo. Más que nada impulsivo. Pero eso es lo que me liga a ti. Que te conozco, he visto tus mejores y peores momentos en la distancia. Y aunque sea mi maldición, cada aspecto mundano de tu existencia me parece irresistible, cada detalle me parce justo. No cambiaría ni uno solo. Tal vez eso es lo que me falte para olvidarte, dejar de amar hasta tu defecto más avidente.
Hoy como muchos otros días me encontré pensando en ti. Me encontré repasando aquellos días. Es estúpido hacerlo, pensarán algunos, pero es lo único que me queda. Tal vez un día me resigne y acepté que fuiste y no serás. Pero ese día no será hoy. Hoy me encuentro repasando esas tardes de verano en las que fui tan feliz. Genuina e inocentemente feliz